El presupuesto virtual

Francisco Cabrera

Una vez más, el kirchnerismo ha presentado un proyecto de ley de presupuesto nacional que no tiene ninguna similitud con la realidad: un presupuesto virtual. En lugar de ser una herramienta de política pública, el gobierno utiliza el proceso presupuestario como un arma en la lucha contra los que considera sus enemigos políticos.

La ley de presupuesto debe ser una herramienta central de política pública; al estimar los ingresos y aprobar los gastos del Estado, debería representar una imagen del país deseado en el largo plazo y de los proyectos de corto plazo para hacer realidad esa visión. Es la herramienta básica para la planificación y la ejecución de las políticas públicas.

El kirchnerismo no lo usa así. Ha subestimado consistentemente el gasto, los ingresos y las previsiones de superávits fiscales a partir de proyecciones macroeconómicas distorsionadas. En 2011 previó un crecimiento del PBI de 4,3% (pero fue de 6,5%), en 2012 5,1% (-0,5%), en 2013 4,4% (1,8%) y en 2014 6,2% (-1,6% estimado). Ahora, estima 2,8% para 2015 cuando casi nadie duda que 2015 será un año recesivo. Lo mismo ocurre con la inflación: 8,4% presupuestado en 2011 (22,9% real), 9,4% (25,3%) en 2012, 10,8% (28,3%) en 2013 y 9,9% en 2014 (39,9% hasta junio según el IPC-Congreso). La previsión de 15,6% para 2015 es claramente imposible de cumplir, salvo que el gobierno encare un cambio de política que desde hace años se resiste a hacer. De la misma manera, este presupuesto dice que el déficit fiscal bajará de 4% a 1% del PBI en un año; salvo que el ministro Kicillof anuncie estos días una baja drástica del gasto o un aumento de impuestos que ya están por encima del promedio de los países de la OCDE, eso es simplemente ficción.

Estos pronósticos fallidos difícilmente se deban a coincidencias fortuitas. Por el contrario, esto ha servido al gobierno nacional para aumentar la discrecionalidad en la asignación del gasto y para concentrar una parte mayor del gasto público en detrimento de las provincias. Queda claro que en Argentina no habrá presupuesto hasta que concluya este ciclo político. Que es lo mismo que decir que no habrá planificación real y desarrollo sostenible, hasta que no se concrete una nueva alternativa política que represente un nuevo modelo político, económico y de gestión.