En América Latina, la educación enfrenta múltiples desafíos. Un gran número de estudiantes no termina la escuela, en promedio apenas el 40 % de los alumnos de la región logran graduarse del secundario. Aún peor, los que sí logran terminar no reciben una educación de calidad. Comparaciones internacionales, como las reconocidas evaluaciones PISA de la OCDE, son sólo algunos datos entre muchos que muestran a Latinoamérica en las últimas posiciones.
Ante esta realidad, es evidente que no podemos mantener la situación actual y esperar mejores resultados. Es necesario traer innovación al sistema educativo. Esto significa promover la participación de nuevos actores, como padres, grupos de alumnos, emprendedores privados y de organizaciones no gubernamentales o sin fines de lucro.
¿Cómo lidiar con un desafío tan enorme? Esta cuestión fue el tema central de la reunión realizada hace algunas semanas por el Brookings Center for Universal Education. Entre los participantes se encontraban influyentes líderes de opinión, pensadores e innovadores del sector privado, quienes actualmente están trabajando en promover la calidad de la educación en América Latina.
El debate contó con un intercambio fluido de ideas y comparación de experiencias. En particular, se centró en la tecnología y en el modo en que afecta la formación del profesorado. Eugenio Severin, fundador de Docente al Día, una plataforma en línea de colaboración para los maestros, resumió la discusión identificando los factores del “nuevo paradigma” de la educación: un renovado enfoque en el aprendizaje, educación personalizada, acceso y utilización de data en el sistema educativo, creación colaborativa de conocimientos y tiempo y espacio prolongado para el aprendizaje.
El hilo conductor es la necesidad de traer nuevamente a los alumnos al centro del debate educativo. Como argumenta Severin, muchos de los mejores mecanismos de aprendizaje y las más prometedoras oportunidades educativas no sólo son potenciadas por las nuevas tecnologías, sino que dependen cada vez más de ellas. Pero, la tecnología y la innovación no son importantes como fines en sí mismos, sino porque abren nuevas posibilidades de aprendizaje para los estudiantes.
Esta realidad es más cierta aún en comunidades de menores ingresos, donde la tecnología puede generar una mayor diferencia en ofrecer educación de calidad a los estudiantes, reduciendo distancias y tiempos en el acceso. La tecnología contribuye a ofrecer enseñanza personalizada y adaptativa a los ritmos de aprendizaje de los alumnos, ayudando a que se mantengan interesados en la escuela. Los maestros también se benefician con estas innovaciones tecnológicas. Sin embargo, no siempre se entiende en América Latina, donde los mismos tipos de desarrollo profesional y capacitación se aplican a todos los maestros, muchas veces sin respetar su situación o preparación. Los docentes, como los alumnos, necesitan en la sociedad del conocimiento, seguir capacitándose toda su vida profesional.
En esta línea, tal vez las conclusiones más interesantes del evento se refieren al acuerdo entre los participantes sobre la importancia de promover la innovación en el sistema educativo. Innovación no se refiere únicamente a nuevos aparatos o a cool gadgets, en palabras de un representante de Omidyar Network, un reconocido fondo de inversión de impacto, sino de innovaciones que pueden mejorar otros aspectos fundamentales de la educación, como la distribución de contenidos y servicios, la forma de administrar escuelas, de generar comunidad entre padres y maestros, o tener mejores procesos de gestión desde el gobierno.
Proyectos como Docente al Día son un buen ejemplo de lo que hace falta en América Latina, que necesita mucho mayor innovación en todo el sistema educativo. Necesita emprendedores que traigan nuevas ideas, que tomen riesgo, que prueben otras formas de hacer las cosas. Desde el gobierno es muy difícil tomar riesgo e innovar, pero se pueden tomar experiencias que funcionen y masificarlas. Los gobiernos tienen un rol principalísimo en crear un ambiente donde la innovación educativa pueda surgir, y luego asegurar su escala para que llegue a todos los estudiantes, especialmente los de menores ingresos.
Este tipo de asociaciones púbico privadas puede generar impacto muy positivo en la educación. Como argumenta una reciente investigación del mismo Brookings Institute, los emprendedores e innovadores tiene un importante rol en la mejora de la educación: “la prosperidad de la economía global depende de nuestra habilidad de reconocer la responsabilidad compartida en proveer educación de calidad y actuar con renovado energía para invertir en estos esfuerzos”.