Dos informes divulgados en Washington, la semana pasada, sobre el desempeño económico estadounidense causaron sorpresa positiva entre analistas y observadores. Primero, el Departamento de Comercio estimó en 2,8 por ciento el crecimiento económico anualizado de Estados Unidos, durante el tercer trimestre, superior al promedio de 2 por ciento de la primera mitad de este año.
El viernes pasado, el Departamento de Trabajo divulgó el atrasado informe mensual de empleo, indicando que, durante octubre, se crearon 204.000 nuevos empleos no agrícolas. Además, las cifras revisadas de agosto y septiembre empujaron hacia arriba, durante los últimos tres meses, la cifra de creación mensual de empleo, por encima de 200.000 puestos de trabajo.
El crecimiento de 2,8 por ciento durante el tercer trimestre fue el mayor en un año, sin incluir el impacto del cierre del gobierno. Aun así, la cifra reveló señales cruzadas. Por ejemplo, un punto porcentual del aumento del crecimiento se debió a la adquisición de inventarios. También preocupante es una disminución a 1,5 por ciento del gasto de consumo, el menor aumento en dos años, junto a 1,7 por ciento menos de gasto del gobierno federal, durante el último trimestre. Entre las señales positivas se encuentra un fuerte aumento de 14,8 por ciento en la inversión en residencias.
El informe positivo sobre el empleo, el cual incluyó el cierre del gobierno, generó dos tipos de respuesta. Un editorial del Wall Street Journal preguntó “¿qué cierre?” y respondió que no tuvo mayor impacto en las contrataciones de los empleadores privados. El Secretario de Trabajo Thomas Perez dijo “hubiéramos tenido más si no hubiera sido por el cierre del gobierno”.