Chile derriba los mitos del relato

Iván Carrino

El pensamiento económico hegemónico de la Argentina nos ha llevado a consagrar ciertos mitos respecto de la realidad de nuestro país. Entre estos, que la inflación es el precio necesario del crecimiento, que la apertura comercial destruye las fuentes de trabajo y que la liberalización del tipo de cambio dispararía el precio del dólar. Sin embargo, con solo asomar la cabeza por encima de la Cordillera de los Andes, podemos ver que estos mitos no son nada más que eso.

 

Mito 1: Hay inflación porque estamos creciendo.

A menudo se argumenta que la inflación es la consecuencia natural del crecimiento. Esta idea, además de ignorar que crecer no quiere decir vender más caro sino mejorar la rentabilidad para poder ahorrar e invertir, ignora lo que sucede del otro lado de la montaña. Los índices de inflación en Chile son muy bajos, el último dato muestra un avance en el índice de precios de solo 2,1% anual. Además, si tomamos en promedio los últimos 10 años vemos que la inflación se mantuvo en el 3,2%. Esto es así, en parte, porque el Banco Central chileno tiene prohibido financiar al gobierno. Salvo en estado de guerra (probabilidad bajísima en la Sudamérica actual), el Banco Central “no puede otorgar garantías ni adquirir documentos emitidos por el Estado, sus organismos o empresas”.

Sin embargo y a pesar de la bajísima inflación, el PBI de Chile creció en el tercer trimestre de 2012 un 5,7%, y su tasa de crecimiento promedio de los últimos 10 años fue de 4,1%.

 

Mito 2: Las barreras aduaneras son necesarias para preservar las fuentes de trabajo.

Esta idea, que no es exclusivamente nuestra, plantea que si se abren las fronteras los productos extranjeros “invadirán” el país y los productores nacionales no podrán competir, quebrando y dejando sin trabajo a millones de compatriotas. Este escenario de catástrofe (asimilable al “weapons of mass destruction” de Bush) no solo ignora el principio básico de la división internacional del trabajo, sino que ignora los números de la realidad.

Chile es uno de los países más abiertos al mundo comercialmente hablando. Su arancel aduanero promedio es de 1% y además del tratado de libre comercio con los Estados Unidos, posee tratados de libre comercio con Canadá, México, Corea del Sur, Colombia y Perú entre otros países y bloques regionales.

La tasa del desempleo, sin embargo, es una de las más bajas de la región: 6,2% y con tendencia a la baja.

 

Mito 3: El control de cambios es necesario para mantener estable el precio del dólar.

Más allá de las justificaciones oficiales para la existencia del “cepoal dólar, está extendida la idea de que liberalizar el tipo de cambio generaría una suba permanente del precio del dólar que perjudicaría a la economía. Por factores culturales, parecería que los argentinos padecemos la fiebre del dólar y que el precio de este no puede dejarse librado a los “espíritus animales”.

Nuevamente, esta idea contrasta con fuerza con la realidad de nuestro país vecino. En Chile no existe ningún tipo de control de cambios ni ninguna restricción a la libre movilidad de capitales. El efecto de este sistema sobre el tipo de cambio, sin embargo, es muy ilustrativo. La moneda norteamericana se depreció un 29% en los últimos diez años.

 

Como puede observarse, la economía chilena es una excelente ilustración de la teoría de que se puede crecer sin inflación, que la apertura al mundo no significa en absoluto sacrificar puestos de trabajo y que los controles de cambios no tienen ninguna relación con el precio del dólar.

En conclusión, a veces solo basta mirar un poco los números para derribar los mitos que el nuevo pensamiento único intenta consagrar.