Por: Jorge Altamira
El abandono más o menos completo del cepo cambiario, que acompañaría a la devaluación, debería provocar una suba de los bonos de la deuda pública de Argentina, tanto en pesos como en dólares. Sería un buen ‘incentivo’ para llegar a un arreglo con los ‘fondos buitres’ que litigan en Nueva York, precisamente cuando un tribunal de apelaciones de esa ciudad debe fallar sobre una demanda por la deuda externa que no entró en los canjes de 2005 y de 2010. De acuerdo a los chimentos, Argentina la ofrecería pagar con nuevos bonos, con vencimientos hasta 2045.
Consumado este ajuste contra los trabajadores, el Papa Francisco se encargaría de convocar a los argentinos a la misericordia. Más adelante – en julio – vendría al país. Como cuando Juan Pablo II vino, en 1982, a predicar la rendición de Malvinas, Buenos Aires volvería a “vale(r) una misa”.