Un mundo sin Chávez

José Ramón García Hernández

Nadie puede negar que hablamos de una de las figuras omnipresentes en este principio de siglo. La propia energía del personaje no permitía un análisis sosegado de toda la influencia del socialismo del siglo XXI en América Latina y fuera de ella. Él mismo improvisó su propio personaje político, y ese personaje político se ha reinventado varias veces en el devenir social venezolano. No podemos olvidar que es un Teniente Coronel golpista que cuando gana sus primeras elecciones siete años después acoge con una Biblia, crucifijo en mano y un retrato de Bolívar, un programa indeterminado, el Movimiento por la Quinta República.

En lo que todos coinciden es que sin “el giro cubano” Chávez no hubiera conseguido lo que ha llegado a ser.  Se dotó de una legitimidad tejida a medida con una Constitución Bolivariana retocada para un líder que iba mudando de opinión a medida que el régimen evolucionaba. En el fondo todo el mundo converge en que el sistema disfrazaba un evidente populismo de nuevo cuño, que combinaba el marxismo con las constantes apelaciones al cielo, desdibujaba la separación de poderes fundando dos nuevos poderes difusos (el electoral y el ciudadano) en este afán creacionista de constitucionalistas a la carta y que tensionaba hasta el extremo la vida política y cotidiana de los venezolanos.

Los claro-oscuros son las notas predominantes en estos líderes en la historia y así ha ocurrido en Venezuela. No todo ha sido malo, no todo ha sido bueno.  Sus constantes intervenciones en su programa “Aló Presidente” copiaban el modelo de guión de Fidel Castro, de llenar cada rincón de Venezuela de su persona y de su política, por eso la sensación de vacío es más grande, pero sin duda la democracia lo sabrá llenar. Porque esa es la llamada imperativa, que se cumpla escrupulosamente la Constitución y se convoquen nuevas elecciones en el plazo de 30 días por mor de la validación internacional de Venezuela y que no se cuele ningún invitado no deseado en ese proceso interno.

Es el padre del socialismo del siglo XXI y ha sido el líder de unos procesos que han tenido reflejo claro, aunque con grandes diferencias, en muchos de los países de  América Latina. Esto abre el interrogante de quién querrá o podrá ser el sucesor de esta corriente. Habrá peleas internas sin duda, pero Venezuela no puede perder más tiempo una vez que la incertidumbre de una muerte anunciada se ha despejado y no puede cambiar esa incertidumbre por inestabilidad. La imagen del ejército como garante lejos de tranquilizar, puede darnos una pista desde luego un poco inquietante.

Las relaciones con España están en un pentagrama estable, que a veces subía de tono y a veces volvían a bajar, en lo que es una normal sinfonía internacional. Sin duda Venezuela es importante para España, España para Venezuela y al mundo le interesa mucho de lo que pase en Venezuela. Cuando se produce el ocaso de un Dios, hay otros dioses menores que pueden desaparecer en esta escena poniendo fin a una época mitológica y a lo mejor despeja el horizonte para que Venezuela brille con todo su merecido esplendor.

 

Fuente: infolatam