El dólar obliga a elegir más recesión o más inflación

Juan Gasalla

El Gobierno se encarga de desmentir cualquier clase de intención “devaluacionista” del peso, pero el transcurrir de 2015 confirma la tendencia internacional de depreciación de las divisas frente al dólar norteamericano de la que la Argentina no puede escindirse. En lo que va del año, el euro cayó de 1,216 a 1,135 dólares, una pérdida de 6,7 por ciento. En Brasil, la divisa de EEUU aumentó 6,8% en menos de dos meses, de 2,654 a 2,835 reales.

El desliz alcista del dólar repercutió en Chile, de 605,4 a 621,7 pesos (+2,7%); en Perú, de 2,993 a 3,086 soles (+3,1%) a valores de los que no había registro en los últimos seis años. En pesos uruguayos, el dólar avanzó de 23,58 a 24,63, un 4,5% más, mientras que desde diciembre subió de 6,753 a 6,90 pesos bolivianos, un 2,2 por ciento.

Junto con Colombia y México, la Argentina resiste sumarse a esta carrera. El dólar en nuestro país subió mucho menos que la inflación, de 8,5525 a 8,685 pesos en el año, un 1,5 por ciento. En Colombia gana 1,6%, de 2.375 a 2.412 pesos colombianos, pero allí, debajo de la inflación y luego de una pronunciada apreciación de la tasa de cambio de 23,4% respecto del dólar durante 2014. La estabilidad del peso mexicano contra el billete verde se explica por la férrea integración de su economía con la del gigante norteamericano, su principal socio comercial.

Aparte queda el caso de Venezuela, donde se anunció una nueva tasa de libre flotación para la divisa de los EEUU, que elevó su precio de 6,35 bolívares a unos 50 bolívares fuertes por dólar, a través del denominado SICAD II de referencia para actividades financieras con el exterior.

El peso argentino está envuelto en un escenario internacional que presiona sobre las divisas en un mundo de cotizaciones volátiles. A favor del dólar de EEUU y en contra del resto de las emisiones hay operadores que especulan este año con un ritmo de alza de tasas de la Fed por encima del consenso de mercado; un complejo escenario emergente, en el que los casos de Grecia y Ucrania son hoy un emblema, y dificultades para las compañías del sector de energía por el bajón petrolero, cuyos países de origen tienen elevada exposición financiera atada a la suerte de estas firmas.

En el presente argentino se agrega la incertidumbre propia de un año electoral en el que se anticipan además la llegada de un gobierno de distinto sesgo económico que el actual, mayores presiones inflacionarias por la sostenida emisión del Banco Central y escasas expectativas de crecimiento.

Contra el dólar hay argumentos, aunque con menor número de adeptos, entre los que se pueden apuntar una demora en la reversión de política de tasas bajas en los EEUU y un rebote de cotizaciones de los hidrocarburos por eventuales conflictos geopolíticos.

Dólar quieto para moderar la inflación

El último informe económico del Banco Ciudad señaló que “el BCRA mantiene su estrategia de emplear el tipo de cambio como ‘ancla’ contra la inflación manteniendo, a pesar de cierta aceleración llevada a cabo durante enero, el ritmo de devaluación del cambio oficial en el entorno del 1% mensual (12,7% anual), bien por debajo de la inflación”.

La tendencia a una desaceleración inflacionaria en la Argentina quedó demostrada en enero. Según el índice Congreso que difunden los legisladores de la oposición en base a datos de instituciones privadas y entes estadísticos provinciales, los precios minoristas subieron en promedio 2,1% en el primer mes del año, contra un 4,6% del mismo mes del 2014.

“Con esta dinámica de precios relativos se sigue profundizando la apreciación real del peso, en un contexto en el que además el dólar se ha fortalecido contra otras monedas”, indica el estudio del Banco Ciudad, según el cual dicha pérdida de competitividad “afecta al sector real de la economía y es un determinante del pobre comportamiento de nuestra balanza comercial”, por cuanto cabe afirmar que desde el Palacio de Hacienda se elige una desaceleración inflacionaria con atraso cambiario y persistencia del déficit fiscal, mientras se resigna actividad económica.

Una señal de que el sector real viene golpeado puede llegar este miércoles 18, cuando se conocerán los datos de cierre de 2014 en materia de desocupación, que podrían redondear cuatro trimestres de retroceso en los niveles de empleo. “El Gobierno este año debe ensayar otra estrategia, que es atrasar el tipo de cambio, porque esa devaluación (de enero de 2014) no le dio buenos resultados. El tipo de cambio se atrasa y disciplina los precios este año, pero genera problemas a las economías regionales y a las exportadoras, implica riesgo para la liquidación del sector agropecuario. La devaluación ganó competitividad y se licuó en nueve meses”, explicó el ex viceministro de Economía Gastón Rossi.