Por: Karel Becerra
El régimen cubano vuelve a manejar la agenda de los cubanos. Crea un problema y soluciones, estrategia de siempre de los servicios secretos cubanos. Aprovechando la miseria en que ha sumido al país, hoy utiliza a los cubanos que escapan de la isla como carne de cañón, un conflicto humanitario, pero, en su esencia, político. Recurre a su más antiguo agente en la región, Daniel Ortega, para que ordene el cierre de las fronteras de Nicaragua. Da la impresión de que su objetivo es presionar al Gobierno de los Estados Unidos, pero bien es sabido que es una presión estéril, puesto que la cuestionada ley de ajuste cubano (CAA) no se modificará bajo la administración actual ni en el futuro.
¿Para qué crear este conflicto si hasta hace unas semanas los cubanos transitaban la selva en total silencio? ¿Cuál es el verdadero motivo del régimen? Desviar la atención, los recursos y el tiempo mientras ellos se enfocan en asuntos importantes del cambio fraude. Como el mago que atrae con una mano y esconde con la otra, los Castro esconden y avanzan en una reforma electoral que los legitime como “democracia” para así obtener su más preciada presa: el fin del embargo. Entonces, si la idea es desviar la atención, mientras más esfuerzo, tiempo y recursos le dediquemos, es muy probable que el conflicto sea más largo. ¿Qué hacer entonces?
Toda estrategia tiene riesgos y en este caso es tan alto que puede hacer tambalear el régimen comunista. Con detenimiento observamos que la solución del conflicto también está en manos del grupo perjudicado y a la vez más beneficiado, los cuatro mil cubanos varados en Costa Rica. Sólo depende de que decidan tomar el destino por sus manos.
Bajo la protección de la Constitución comunista de 1992 podrían marchar hasta la embajada cubana en Costa Rica, propiedad del pueblo, para recibir atención, comida y solventar todos los gastos hasta el final de la solución. Es la vía de salida más cercana y que al mismo tiempo definirá a esos inmigrantes económicos como lo que son, inmigrantes políticos.
Desde la embajada, los cinco mil podrán ejercer presión sobre La Habana para que ordene liberar el paso hacia Nicaragua. Para el régimen será un conflicto perdedor-perdedor, pues, de no ceder, aflorará al mundo su verdadera naturaleza y su desprecio por las clases más bajas y empobrecidas de los cubanos. En caso de ceder, empoderará a los cinco mil como individuos, lo que permitirá que este conflicto se tome como ejemplo en otros puntos del mundo donde los cubanos emigrantes son mayoría.
Para los cinco mil la relación es ganador-ganador, porque pasarían del papel de víctimas a ser individuos empoderados que toman las riendas de su destino. Solucionarán el problema más urgente, el libre paso a través de la frontera, pero, sobre todo, con esa acción garantizarían con total y absoluta seguridad su entrada a los Estados Unidos bajo la figura de asilados políticos. No importa cuánto tiempo dure el conflicto, tendrán su entrada final asegurada.
Por último, su actitud sería un apoyo moral muy fuerte para los defensores de la CAA, garantizaría con 100% de certeza que esta dure hasta su llegada al único país que les otorga derechos y los convierte en humanos, los Estados Unidos de Norteamérica. Hermanos, el momento es de ustedes y el momento es ahora.