Por: Leandro Querido
Octubre del 2012, me tocó cubrir las últimas elecciones de Hugo Chávez, todavía recuerdo a Chacho Álvarez, jefe de la Misión de Observación Electoral de la Unasur, decir que Venezuela contaba con el mejor sistema electoral del mundo. Lo dijo por cadena nacional y sin ponerse colorado; era la noche anterior al día de los comicios y la veda electoral era más veda que nunca. Apenas concluyó el presidente y candidato que se encontraba a su lado hizo su último y extenso discurso de campaña. Le agredeció una y otra vez a lo largo de su intervención, no era para menos.
No fue la única vez que uso la cadena nacional para hacer campaña partidaria; en esa misma elección el presidente Chávez designó a los integrantes de su comando de campaña de la misma manera.
Venezuela es uno de los ejemplos más claros de ventajismo político. No lo digo yo, lo ha dicho Vicente Díaz, uno de los cinco integrantes del Consejo Nacional Electoral (CNE), la autoridad máxima en materia electoral.
Los politólogos saben muy bien que una cosa es la “regularidad técnica” del comicio y otra muy distinta su “ecosistema”, es decir, donde el sistema electoral se despliega.
Nicolás Maduro ha sido designado por el propio Chávez como su sucesor. El 14 de abril de este año se impuso por sobre el candidato opositor Henrique Capriles en elecciones muy poco transparentes y ante denuncias de fraude que llegaron inclusive a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La diferencia fue mínima, 50,61% obtuvo Maduro contra el 49,12% de Capriles.
Este último domingo se realizaron las elecciones por el control del territorio, por las alcaldías. Si bien eran 335 elecciones distribuidas en toda la geografía del país la oposición intentó plebiscitar la gestión de Maduro y lo logró solo en parte.
En primer lugar hay que aclarar que esta elección fue implementada por un CNE cuestionado y con los mandatos vencidos, que siempre favoreció a los candidatos del gobierno, que hizo la vista gorda ante el abuso de los recursos gubernamentales y que hasta informó los resultados tomando en cuenta el voto por partido a nivel nacional cuando se trato, como dijimos, de muchas elecciones distintas.
Pero pasemos a las tres interpretaciones de los resultados posibles: una debería dar cuenta de quien ganó más alcaldías, en este caso el ganador fue el chavismo de manera contundente. La segunda podría basarse en el voto nacional y aquí también ganó el chavismo aunque con menos contundencia (39% contra 34%) y por último quién ganó las alcaldías más importantes, más representativas, y aquí el resultado favorece a la oposición.
Los analistas locales coinciden en un cambio de tendencia en el electorado a partir de las decisiones que tomó el presidente para contener a la inflación a partir del control de precios de los productos denominados de “línea blanca” como así también en el rubro automotor. Según las encuestadoras en solo un mes este acorralado presidente mejoró en diez puntos su imagen positiva.
Un dato interesante tiene que ver con el nivel de participación electoral. Es verdad que ha primera vista se puede concluir que con relación a la última elección presidencial decayó en un 20%, sin embargo la comparación debe hacerse con respecto a la última elección local, es decir la del 2005 en donde votó solo el 35% de los inscriptos. Esto confirma que el proceso de movilización y participación sigue activo.
Pero toda elección es una reconfiguración de fuerzas y en este sentido podemos decir lo siguiente: por un lado que el partido de gobierno, el PSUV, a partir del domingo le tendrá un poco más de respeto a un Nicolás Maduro que no podía desprenderse de su dudosa legitimidad de origen. Esto quizá paralice por un tiempo la lucha de facciones interna.
Por el otro habrá que tomar en cuenta la reconfiguración del arco opositor nucleado en la Mesa de Unidad Democrática (MUD); es que ahora exige su ingreso y su lugar un sector que ha ganado un tercio de las alcaldías obtenidas por la oposición en su conjunto y que cuenta con el liderazgo de Leopoldo López fundador del partido Voluntad Popular.
Capriles esto lo sabe, por eso se adelantó y para no perder su lugar en el centro del ring lo desafió a Maduro a competir mano a mano en elecciones limpias; pero el presidente seguramente no entrará en ese juego, por el contrario, uno imagina que intentará romper con la hasta ahora monolítica MUD buscando un nuevo retador.