En la última década se ha generalizado entre los economistas de renombre la práctica de poner a Brasil como el país ejemplar del cuál Argentina debe aprender. Esa postura de sobredimensionar el éxito ajeno para denostar el propio entró en crisis cuando se hizo imposible tapar las imágenes llegadas desde el gigante verde-amarelo. De repente, el país de ensueño que nos describían algunos se veía bañado de violentas manifestaciones sociales, azotado por el descontento público de parte de los sectores populares en un franco rechazo a los últimos años de gobierno.
El estallido del conflicto no fue arbitrario, desde hace algunos años la economía brasilera muestra signos de agotamiento, signos que en muchos casos son más alarmantes que los de nuestro país y que no son mencionados por los adoradores del Brasil. Cierto es que, en el marco de un mundo en retroceso, algunos indicadores nacionales que per se no lucen como “óptimos”, se convierten -al menos- en atractivos. El caso de Brasil sirve, también, para contrastar y ver un poco donde estamos parados.
¿Qué pasa en Brasil? El último lustro brasilero no fue precisamente un lustro de grandes victorias económicas. Desde la crisis de 2009, el país ingresó en un estado recesivo que se materializó en la caída del producto para dicho año (un 0,3%), una buena performance en 2010 (7%), un crecimiento leve 2011 (3%) y un estancamiento en 2012 y lo que va de 2013. Para nuestro país, la situación fue muy distinta: en 2009 el producto no disminuyó (se incrementó 0,9%) y en 2010 y 2011 la economía ya estaba creciendo nuevamente a “tasas chinas” (9% ambos años). Asimismo, en 2012 el repliegue fue menor, nuestro país creció un 2% (contra el 1% de Brasil). Pasando en limpio, de 2008 a 2012 Argentina creció exactamente el doble que Brasil, 22% contra 11%. En materia industrial la situación es similar. Luego un crecimiento del 10% en 2010 para ambos países, Argentina supera en desempeño industrial a Brasil creciendo más en 2011 (6,5% contra 0,1%) y cediendo menos en 2012 (-1,2% contra -3%).
Como se observa, la diferencia radica fundamentalmente en dos cuestiones: el mejor acomodamiento de la economía argentina a las crisis (2009 y 2012) y la disparidad de rendimientos de ambos países en 2011, donde Brasil crece 3% con estancamiento industrial y Argentina crece 9% con una expansión industrial significativa. A su vez, este último fenómeno sesga los datos de variación de 2012 a favor de Brasil, es decir, Argentina se replegó menos en dicho año en comparación con 2011, un año de muy buen desempeño económico. Por el contrario, Brasil retrocede más en 2012 con respecto a 2011, un año que de por sí fue magro.
Lo más alarmante es que, sumado a la fuga de capitales, en materia comercial Brasil acumula en lo que va de 2013 un déficit de 3.767 millones de dólares, es decir, importó más de lo que exportó. Esto representa un deterior comercial de casi un 130% con igual período de 2012, donde para esta fecha ya acumulaba un superávit comercial de 13.149 millones de dólares. Asimismo, desde 2008, los superávits comerciales de dicho país representaron en promedio un 12% de las exportaciones mientras que para Argentina esa relación está en el 18%. Por otra parte nuestro país sostiene el superávit comercial, en lo que va de 2013 el mismo superó los 5.700 millones de dólares. Al respecto, avispando a algún desprevenido, hay que aclarar que no es la soja lo que está “salvando” a nuestro país, ni mucho menos. Brasil también es un gran productor y exportador de soja, incluso más grande que Argentina.
Si bien el comportamiento importador de ambos países es similar (las importaciones de combustibles y energía explican el aumento de las compras externas) es en las exportaciones donde nuestro país aventaja a Brasil. Las ventas internacionales industriales de este último cayeron un 3% en 2013, mientras que las de Argentina se incrementaron en un 4% (tanto MOA como MOI).
Como conclusión, no puede soslayarse el proceso de desarrollo económico e inclusión social que emprendió Brasil desde fines de los 90, que incluso en una serie de indicadores se sostiene hoy con muy buenos resultados. Lo cierto, es que tampoco puede dejar de mencionarse que en este último lustro el estancamiento económico y la salida de divisas pusieron en jaque su modelo de crecimiento con inclusión. Las elevadas tasas de interés para atraer capitales impide la dinamización del crédito interno recostando una gran dependencia industrial en el Banco Nacional del Desarrollo (BNDES), situación a la que se suma una restricción externa grave producida por la fuga de capitales y ahora también el déficit comercial. En ese marco, los indicadores generales de la economía Argentina son más que alentadores. Con esto no queremos que nuestros hermanos brasileros pierdan la alegría, pese a todo mantienen el empleo y son un pueblo soberano, que no es poca cosa. Basta con mirar a Europa y ver que siempre se puede estar peor.