El deterioro salarial como modelo oficial

Lino Walter Aguilar

Según el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) entre 2003 y 2008 los salarios crecieron alrededor de un 20% por año, mientras que la inflación estuvo cerca del 14% anual. Esto significa que, a pesar de los aumentos de precios, los salarios ganaron poder adquisitivo durante aquellos cinco años.

La misma fuente indica que los cinco años posteriores (2008-2012) se mantuvo el incremento salarial por sobre el aumento inflacionario: mientras que la inflación fue del 21,9% anual, los salarios nominales crecieron un 27,1%. Nuevamente, el poder adquisitivo real de los salarios fue superior al aumento de precios.

Ya en 2012 algunos registran un “empate” entre los salarios y la inflación, y durante 2013 los aumentos de precios superan sensiblemente el crecimiento salarial. Este año las cosas no vienen nada bien para los trabajadores ya que los incrementos salariales estarían bastante por debajo de la inflación esperada.

En los primeros 3 meses del 2014 los precios han subido ya entre un 12% y 15%, con expectativas para todo el año de una inflación ubicada en niveles del 35% al 38%. Los gremios que ya cerraron las paritarias lograron incrementos que podrían no llegar a recomponer el poder adquisitivo del salario frente a la inflación.

Después de una “década ganada” nos encontramos con caídas en los salarios reales y estancamiento del empleo privado. Si se confirman las expectativas recesivas en materia de actividad económica para el 2014, es probable que ingresemos en una etapa de destrucción de empleo, deteriorándose así la masa salarial global.

Si a este combo de inflación, menor poder adquisitivo salarial y caída del empleo, agregamos el incremento de la carga tributaria por la falta de actualización del piso en el impuesto a las ganancias, y el aumento de la tarifa en los servicios, veremos niveles de empobrecimiento escandalosos.

Entre 2002 y 2013 la inflación alcanza el 500%. Es decir, los precios se han multiplicado por cinco durante la última década. No hay país que pueda sostener el empleo en un contexto inflacionario como el mencionado, ya que no sólo se afectan el ahorro y la inversión, sino fundamentalmente el poder adquisitivo de los salarios.

Ante todo ello, mi posición siempre será que no hay mejor política salarial que la eliminación de la inflación. Sin estabilidad no habrá inversión, y sin inversión no habrá empleo. Y sin empleo no hay dignidad.