Las razones de una corrida contra el peso

Marcelo Ramal

Detrás de la trepada del dólarblue” o paralelo, emerge una realidad tan antigua como conocida: la de una corrida contra la moneda nacional.

Es cierto que esta puja no asume la característica clásica de otras corridas, cuando el gobierno vendía reservas para abatir la suba.  En esta ocasión, el Banco Central no entrega dólares, y parece dispuesto a dejar que el dólar blue continúe la escalada. Los economistas o voceros oficiales atribuyen esa indiferencia al carácter ‘marginal‘ del mercado paralelo de divisas, aun cuando deban reconocer que ese mercado está dictando la marcha creciente de la inflación interna.

Pero la razón de fondo del abstencionismo oficial es otra: la precaria situación del Banco Central para enfrentar una corrida. Lo prueba la existencia de un cepo cambiario que, de todos modos, tampoco se aplica de manera consecuente. Mientras cierra su cerco sobre turistas y pequeños ahorristas, el gobierno autoriza la remisión de divisas a las mineras.

Las declinantes reservas internacionales son la garantía de los abultados pasivos del Banco Central, así como de los futuros compromiso de deuda externa.  Otra vez, se pone de manifiesto que el pregonado desendeudamiento oficial ha sido solventado con una deuda creciente del Central, junto a la del Anses.

En estas condiciones, la apuesta oficial para enfrentar la corrida parece concentrada en el ingreso de los dólares de la soja, hacia marzo o abril. Pero ocurre que la propia corrida ha incentivado la retención de la cosecha. En episodios anteriores, el gobierno enfrentó ese acaparamiento con liquidaciones adelantadas por los exportadores. Moreno ya ha salido a reclamar esos adelantos. Pero las condiciones no son las mismas que en el pasado, por la incertidumbre respecto del precio futuro de la soja, por un lado, y del tipo de cambio,  por el otro.  En enero de este año, se han liquidado 2.000 millones de dólares de exportaciones menos que en el mismo mes de 2012.

En el teatro de la corrida cambiaria, también reclaman su papel otros actores cercanos al gobierno, y para nada secundarios. La minera Vale ha paralizado su proyecto, reclamando cambiar los dólares que invierte al mismo valor al que dice pagar sus insumos, o sea, el del “blue”. En el campo devaluacionista, también podrían anotarse los exportadores de energía, comenzando por la “nacional y popularYPF. Como se ve,  el escenario es bien más amplio que el de los pretendidos operadores ‘marginales’.

En cualquier caso, el punto de partida oficial en esta crisis cambiaria -la preservación de las reservas para pagar la deuda- establece los términos de su desenlace, hacia una mayor devaluación de la moneda. La echada de lastre fue anunciada por el mismo Moreno y su ‘dólar a seis pesos’. En esos términos, la factura será traslada a trabajadores y consumidores, a través de una mayor carestía, confiscación impositiva y desvalorización del salario. En oposición a ello, planteamos una reorganización social de fondo, a partir de los intereses de quienes viven de su trabajo.

Los mentores del ‘modelo’ podrán denunciar el golpe especulativo. Pero no tienen una orientación social ni una salida alternativas a quienes, en este verano caliente, empujan el blue hacia arriba.