Nunca pensé que la realidad me daría tan pronto la razón

Marcelo Romero

Cuando escribí, casi a modo de divertimento, en una columna en este mismo medio, que pronto podríamos ver a abogados reclamando indemnizaciones por “despido” para los internos liberados, nunca pensé que la realidad, que en este caso supera toda ficción, cumpliría tan pronto con mi triste profecía.

Fue hace apenas dos meses, el viernes 2 de enero, cuando publiqué una nota con el título: Un hábeas corpus para el sentido común“.

Apelando a la ironía, más bien al sarcasmo, cité tres ejemplos ficticios de reclamos judiciales.

Los tres reclamos -dije en aquel entonces- eran perfectamente posibles en esta increíble Argentina que nos toca vivir. Pero, en el fondo, no perdía del todo la esperanza…

El “caso” era el siguiente (y lo reproduzco aquí deseando que, cumplida la primera parte de mi delirio, no pase lo mismo con la segunda -ya se entenderá por qué lo digo-): “El abogado defensor de un interno alojado en una cárcel argentina reclama al juez de ejecución competente que se le garantice a su asistido los salarios correspondientes al último año de trabajo carcelario. El monto debe incluir: salario básico, antigüedad, asignaciones familiares, plus por insalubridad (el trabajador labora en un contexto de encierro, alejado de sus antiguos compañeros de oficio y con gente muy ruda a su alrededor), vacaciones y aguinaldo. Requiere además el letrado, la libertad de su defendido para afiliarse al sindicato que nuclea a los trabajadores de su oficio y la garantía plena del derecho de huelga.

El magistrado hace lugar a todos los reclamos. Pero, cuando el interno recupera su libertad, su defensor presenta demanda por despido y exige la inmediata reincorporación al mercado laboral… fuera de la cárcel, claro.

El ex interno reclama ser empleado por el Estado, ya que fue el Estado quien lo “despidió”…

El ex interno es fichado en un ministerio para realizar tareas administrativas. Pero, como no es reconocido por su oficio, demanda nuevamente al Estado por daño moral. Su abogado lleva adelante una negociación con los letrados del ministerio y se llega a una solución amigable: El Estado emplea a sus dos hijos, a su esposa y a una ex novia que lo visitaba en el penal…”

APARICIÓN CON VIDA DEL SENTIDO COMÚN, YA!!!