Ser o no ser parte del mundo, ésa es la cuestión

María Belén Chapur

Esta semana comenzó en Davos, Suiza, la asamblea anual del Foro Económico Mundial (WEF, World Economic Forum), fundación sin fines de lucro con sede en Ginebra. Cada año se reúnen allí un sinnúmero de líderes políticos internacionales, periodistas e intelectuales selectos y líderes empresariales para analizar los problemas más apremiantes que enfrenta el mundo: pobreza, corrupción, crecimiento, conflictos internacionales, políticas medioambientales, salud, educación, seguridad y avances tecnológicos, entre otros.

En este mundo globalizado donde las relaciones interpersonales pueden ayudar a acercar a diferentes países y contribuir a sus intereses promoviendo el crecimiento a través del comercio, pocos quieren faltar a la cita. Es una gran oportunidad para aprender hacia dónde va el mundo, las tendencias. Intercambiar ideas y sacar conclusiones ya que allí se encuentran la mayor parte de quienes tienen gran peso en el mundo actual.

¿Quienes están en Davos este año y son centro de atención?

El presidente de la República Islámica de Irán, Hassan Rouhani, quien sigue de gira intentando convencer al mundo de sus buenas intenciones y parece estar lográndolo. De la noche a la mañana, Irán dejó de ser un lobo feroz para transformarse en Caperucita Roja. Cuesta creerlo, habrá que ver lo que sucede en el tiempo.

Por su parte, algunos países africanos también dicen presente. Parecen querer subirse al tren que no se detiene. Quieren ser parte de los países que más crecen y para eso necesitan aprender y aplicar sus fórmulas, o al menos hacerse conocer y promoverse para así captar inversiones tan necesarias para progresar y prosperar. Allí se encuentran hoy los presidentes de Ghana, de la República de Liberia, de Rwanda y el de Tanzania, además de los ministros de Finanzas de Sudáfrica y de Agricultura y Desarrollo Rural de Nigeria, entre otros.

También están allí los presidentes Enrique Peña Nieto, de México; Juan Manuel Santos, de Colombia; el primer ministro de Perú, César Villanueva; y el ministro de Finanzas de Chile, Felipe Larraín Bascuñán en representación de los países que conforman la Alianza del Pacífico, que fue fundada en junio del 2012 como bloque subregional comercial. Parece ser que su éxito ha trascendido fronteras y hoy es considerada la nueva niña mimada del mundo. Todos miran con gran optimismo a este grupo de países, con ganas de invertir allí o aventurarse a hacer negocios.

Del Mercosur su único representante es Brasil, con la presencia no sólo de su presidenta Dilma Rousseff sino, para reforzar, de su ministro de Finanzas, Guido Mantega. Y me atrevería a decir que más que representando al Mercosur, está como parte de los BRIC (Brasil, Rusia, India, China), quienes sí dieron el presente.

Los grandes ausentes son los que en nombre de políticas inclusivas se excluyeron del mundo. Y el mundo los olvidó porque no sólo no son motor sino más bien son ancla. Se aferran al pasado con los mismos malos resultados quizás por necedad o tal vez por soberbia. Una vez más Argentina y Venezuela obtuvieron los puesto 104 y 134 sobre un total de 148 países en el índice de competividad de Davos 2013-2014. Mientras Venezuela bajó diez puestos en los últimos tres años, Argentina bajó casi veinte. Lo lamentable es que mirando los gráficos comparativos del PIB de Argentina, Venezuela y la media de los países latinoamericanos, vemos que Argentina casi los dobla.

Todavía se puede virar el rumbo, no sigamos esperando que sea demasiado tarde. Cada 10 años entramos en una gran crisis y estamos entrando en la cuenta regresiva.  Aprendamos de nuestro pasado y construyamos hacia el futuro sin odios ni rencores.