Hugo Moyano, el candidato

María Esperanza Casullo

Tras un tiempo dando vueltas a esta idea, finalmente Hugo Moyano lanzó su partido político, llamado “Partido por la Cultura, la Educación y el Trabajo“. El diputado Octavio Argüello explicó que el PCEyT pretende “presentar listas propias a las próximas elecciones legislativas”, aunque también analiza “formar frentes electorales con otros sectores del peronismo que coincidan con el proyecto de formar una alternativa superadora al kirchnerismo, que se volvió neoliberal”. (Fuente Infobae).

¿Cuáles son las posibilidades de crecimiento del nuevo partido? Por supuesto, de aquí a 2015 falta una eternidad en términos políticos, sin embargo, a priori parecen existir tres limitantes para su crecimiento futuro.

La primera es la sobreoferta de candidatos y “espacios” disponibles en el peronismo no kirchnerista. Es decir, podemos contar tres candidatos ya lanzados hacia una proyección nacional (o “líderes de sus espacios”, en la nueva jerga), que se presentan como peronistas no kirchneristas: José Manuel de la Sota, Alberto Rodríguez Saá y ahora Hugo Moyano. El tema no es tanto, hoy por hoy, si cada uno de ellos tiene la posibilidad de ganar por sí solo una elección presidencial, sino que resulta difícil imaginar escenarios en donde no compitan abiertamente por los mismos votantes potenciales. De ir los tres por separado, competirían entre sí por una fracción del electorado, el peronismo no kirchnerista, que en 2011 resultó ser del 14% del total.

Tampoco resulta fácil imaginar a los tres yendo juntos en una alternativa electoral: los tres han llegado a la cúspide de sus carreras actuales (dos son gobernadores o ex gobernadores con múltiples reelecciones, el tercero fue el líder sindical más importante de la década) y resulta difícil imaginarlos aceptando un lugar subordinado en una lista. ¿Aceptaría Hugo Moyano ser el vicepresidente de José Manuel de la Sota? ¿Sería de la Sota el vicepresidente de Moyano? ¿Iría Moyano como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, sin integrar una eventual fórmula presidencial? ¿Lograrán que no se presente un Rodríguez Saá? ¿Cuáles serán los mecanismos formales e informales para lograr esta convivencia? (Eso para no hablar de los solapamientos que existirían con Mauricio Macri, Sergio Massa o inclusive Daniel Scioli.)

La segunda limitación a priori tiene que ver con las históricas dificultades que han tenido en Argentina los líderes sindicales para transformar su autoridad sindical en votos. Por razones que tienen que ver con la historia política de todo el siglo XX y, sobre todo, con la fuerte pregnancia que aquí tienen los liderazgos populistas y policlasistas, resulta difícil pensar en un partido nacional de tipo laborista. Ni siquiera hay demasiados ejemplos de traducción inmediata de poder sindical a atractivo electoral. Saúl Ubaldini, líder indiscutido de la CGT en un momento en que el sindicalismo era más poderoso que hoy, fue derrotado por Antonio Cafiero cuando se presentó como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1991. Vale decir, los propios votantes peronistas parecen diferenciar entre políticos y sindicalistas; o, mejor dicho, los votantes peronistas parecen privilegiar en sus opciones nacionales a figuras que pueden hablar varios lenguajes a la vez: el territorial, el sindical, el parlamentario, el partidario. Hugo Moyano habla sin dudas un lenguaje, el sindical, muy bien; deberá demostrar de aquí a 2015 su manejo de otros registros.

La última limitación tiene que ver con una cuestión de tono y tipo de apelación. Hugo Moyano no es ni nunca fue un líder carismático. La construcción de su liderazgo sindical fue mucho más pragmática que personalista, basada más en su capacidad de conseguir logros tangibles y concretos para sus afiliados que en su magnetismo personal. Ahora, Hugo Moyano ha pasado a un antikirchnerismo a ultranza. Pero el electorado argentino hasta ahora no ha demostrado tener una vocación mayoritaria por votar (al menos para cargos ejecutivos de importancia) figuras que sean “sólo” opositoras, sin un discurso propositivo y sin una presentación personal atractiva. (Así, Elisa Carrió y Eduardo Duhalde resultaron castigados en las últimas elecciones presidenciales.)

En definitiva, la trayectoria del Hugo Moyano sindicalista es condición de posibilidad, más no condición suficiente, del Hugo Moyano candidato. De aquí a 2015, sin embargo, hay tiempo.