Escrita en colaboración con Vanesa D’Elia, economista de la UCEMA.
Un nuevo concepto (crecimiento verde inclusivo) se está discutiendo a nivel internacional. El mismo ha venido a dinamizar otro más establecido: el desarrollo sustentable. Crecimiento verde inclusivo implica políticas concretas de crecimiento, reducción de la pobreza y la desigualdad con respeto al ambiente. Las medidas de “enverdecimiento con inclusión” que son convenientes para cada país dependen de su propia realidad. Aún así, las que son en general consideradas con mayor potencial incluyen las de infraestructura urbana, y dentro de éstas las que mejoran al acceso de la población a servicios de agua y saneamiento.
De acuerdo a las últimas estimaciones de la OMS y de UNICEF para 2013, 36% de la población del mundo (2,5 miles de millones de personas) carece de sistemas de saneamiento adecuado y 768 millones no tienen agua potable. Como consecuencia de ello, son millones las muertes y enfermedades asociadas al agua. Para hacer frente a esta problemática, dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas se incluyó el de reducir la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento. Según OMS/UNICEF la meta se ha alcanzado a nivel global para agua, pero aún no se logra en cloacas.
Uno se pregunta entonces cuál es la situación en Argentina en infraestructura de agua y saneamiento. Nosotros hemos analizado esto en proyectos de Fulbright y red LATN. Con datos de los censos 1991, 2001 y 2010 encontramos que el porcentaje de población con acceso a agua de red ha subido del 68%, al 78% y luego al 83%, mientras que el porcentaje de la población con acceso a desagües cloacales ha aumentado del 34% al 43% y al 49%. Junto con la mayor cobertura, hay una disminución de la desigualdad interprovincial. En 1991, solo 7% de los habitantes de Misiones tenían cloacas mientras en CABA el 95% tenía desagües cloacales. En 2010, Misiones sigue teniendo las peores condiciones relativas pero, según el censo, 17% de sus habitantes tienen cloacas. El coeficiente de Gini interprovincial para agua (que vale 0 si hay igualdad total y 1 si hay completa desigualdad) se ha reducido de 0,12, a 0,08, y a 0,07, y el de cloacas ha bajado de 0,26, 0,22, y 0,19. También es positivo que parte de la expansión ha sido vía “empleos verdes” con planes como Agua+Trabajo en que las obras las hacen cooperativas formadas por beneficiarios del Plan Jefes y Jefas.
Aun así, queda mucho por hacer. En Argentina no se cuida el consumo de agua ya que su precio no tiene relación estrecha con su uso; el tratamiento de los desechos cloacales está aún en niveles muy bajos; la regulación ambiental de los efluentes está basada en estándares que son escasamente fiscalizados (dada la baja capacidad de los organismos ambientales) en vez de mecanismos más flexibles como impuestos a los efluentes líquidos, la expansión depende fuertemente de subsidios. Hay avances, sin embargo alcanzar el desarrollo sustentable requiere todavía tomar medidas.