Premio Nobel 2013: un triunfo argentino

Mariano Caucino

Seguramente la enorme mayoría de los argentinos desconoce que el Premio Nobel de la Paz 2013 ha sido otorgado a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, organismo que fuera creado hace 16 años y que entre 2002 y 2010 fue dirigido por un argentino, Rogelio Pfirter.

Nuestra pasión autodestructiva nos ha hecho pasar por alto, una vez más, este hito para los argentinos.

El Premio Nobel de la Paz es sin duda la distinción anual más prestigiosa del mundo. Sus merecedores son personas o instituciones que han hecho una contribución especial a la unión entre los hombres y a la promoción de las libertades civiles y políticas fundamentales.  Algunos años el premio ha generado gran controversia porque el Comité que lo adjudica parecía estar más preocupado por alcanzar objetivos políticos –loables, es cierto– que en considerar los méritos reales de los premiados. En 2013, sin embargo, hay acuerdo generalizado en que su receptor, la OPAQ, es ampliamente merecedora del premio.

La OPAQ, efectivamente, es un organismo multilateral que ha hecho aportes importantes y concretos a la paz y seguridad del planeta. Su objetivo es erradicar definitivamente las armas químicas, que por sobre todo sirven para matar civiles inocentes, y ya consiguió que más del 80 por ciento de ellas sea destruido. Además, la organización está muy involucrada en conseguir la eliminación del arsenal de Siria y está operando en este país en condiciones sumamente peligrosas.  En agosto pasado, armas químicas fueron empleadas en los suburbios de Damasco con grandes pérdidas de vidas que incluían niños y ancianos. La humanidad entera condenó este brutal hecho y hoy exige que los responsables rindan cuentas de su conducta criminal.

Sin dudas una característica que ha impactado a los analistas internacionales es que la OPAQ es el único organismo global dedicado a la seguridad que funciona por consenso. Esto representa un verdadero ejemplo para otras áreas, como la nuclear, donde la coincidencia política está muy lejos de repetirse.

Para los argentinos, el Premio Nobel 2013 es particularmente significativo, ya que el Comité noruego expresamente señaló que el reconocimiento es por la trayectoria de la OPAQ, que durante la mitad de su historia fue liderada por un compatriota, el embajador Rogelio Pfirter.

Queda así confirmado nuevamente el hecho de que nuestro país cuenta con recursos humanos de gran nivel y puede influir positivamente en los asuntos internacionales. Pero para eso todavía falta que haya una política exterior coherente cuyo manejo está en manos de funcionarios idóneos.