Cabandie, el hijo del poder

Martín Pittón

En un país serio Juan Cabandié habría renunciado a su candidatura a diputado nacional al conocerse el video donde le pide un “correctivo” a la agente de tránsito Belén Mosquera, que tuvo la osadía de labrarle una infracción por circular sin el comprobante de seguro. Desafortunadamente, la Argentina no es un país serio y muy probablemente Cabandié termine apoltronado en una banca de la Cámara de Diputados. Mosquera terminó siendo echada de la Municipalidad de Lomas de Zamora, la misma que dirige el “Martín” al que alude Cabandié en el video, que no es otro que Martín Insaurralde. Y, hasta el momento, Juan Cabandié sigue siendo la cabeza de lista de diputados del Frente para la Victoria de la Ciudad de Buenos Aires. Sin lugar a dudas no se trata de un buen ejemplo de inclusión social.

A pesar que Cabandié dice que no “chapea” su condición de diputado, ello no es del todo cierto ya que, celular en mano, llama a alguien solicitando que lo pongan en conocimiento del episodio a “Martín” para que aplique un “correctivo” para la ex agente tránsito. Una actitud que, por lo menos, es una elocuente demostración de poder con el único objetivo de amedrentar a una persona que estaba cumpliendo con su deber. De lo que no quedan dudas es que Cabandié “chapea” su condición de hijo de desaparecidos -aunque posteriormente lo haya negado-, lo que a su juicio, parecería conferirle una especie de privilegio para violar la Ley de Tránsito de la Provincia de Buenos Aires. Es evidente que el legislador porteño entiende que su condición de víctima de la dictadura y la de militante del oficialismo lo dotan de privilegios que no goza el común de los ciudadanos. Eso se llama impunidad. Es obvio que Cabandié no entiende que su condición de legislador de la Ciudad lo obliga a dar el ejemplo y que su trágico pasado no puede utilizarlo para zafar de su responsabilidad de cumplir con la ley.

El candidato a diputado nacional se queja porque aparentemente Mosquera quiere secuestrale el auto que conduce y ése habría sido el motivo de la discusión. Cabandié estaba circulando sin el comprobante acreditara la cobertura de seguro vigente y ello está prohibido de acuerdo con la Ley de Tránsito de la Provincia de Buenos Aires (N° 11.430). Es más, dicha norma establece que debe detenerse el vehículo “hasta que se normalice la situación” y labrar la infracción.  Es cierto, la agente no le podía secuestrar el auto pero sí detener su circulación hasta que alguien le acercara a Cabandié su comprobante de seguro o que el legislador lo fuera a buscar. La ley no exceptúa el cumplimiento de este requisito a los hijos de desaparecidos ni tampoco a los amigos de Martín Insaurralde, quien también debería explicar las razones del despido de Belén Mosquera.

Cuando el video tomó estado público, el legislador del Frente para la Victoria explicó que su reacción se debió a que le quisieron pedir una coima. Sin embargo, en ninguno de los dos videos Juan Cabandié aparece quejándose del supuesto intento de soborno. Ahora si le hubieran pedido una coima para dejarlo circular en infracción, tenía la obligación, algunos dirán que por lo menos moral, de hacer la denuncia porque es un funcionario público. Hasta donde se sabe no presentó ninguna denuncia, es más ni siquiera los acusa a los gendarmes o a Mosquera del intento de coima. Se queja porque la agente de tránsito es un “desubicadita”, que a juicio del candidato porteño debe ser algo más grave que lo intenten coimear. Ironías aparte, su versión no cierra.

Juan Cabandié se queja de que el video está editado y que justo aparece ahora en medio de la campaña electoral. Es una paradoja que el candidato se ponga en el papel de víctima de una campaña sucia, cuando su espacio político fue denunciado  justamente por lo mismo. Buena cuenta de ello pueden dar Enrique Olivera y Francisco de Narvaéz, aunque la diferencia con Cabandié es que ninguno aparecía en un video que los relacionara con las imputaciones que se les hacían. Es más, como se recordará se comprobó en los dos casos que todo había sido un invento. Pero Cabandié no tiene esa suerte. Es él que aparece pidiendo sanciones para una agente de tránsito a través del celular en una elocuente demostración de poder y blandiendo su condición de hijo de desaparecidos. Y otra vez es él quien destrató a una funcionaria pública por querer cumplir con su trabajo. Esa es la enorme diferencia con los casos anteriores.

El candidato kirchnerista hubiera preferido que el video jamás cobrara difusión y mucho menos en campaña. Es lógico, porque ahora los porteños tienen más información acerca del candidato del Frente para la Victoria. Ahora saben cómo es Cabandié al natural, fuera del protegido estudio de 678 o de los micrófonos de Radio Nacional. Desde luego, Cabandié prefiere que los votantes no sepan cómo actúa en la vida diaria. Es obvio, no le conviene que los vecinos de la Ciudad sepan de su prepotencia y de sus caitadas conexiones políticas que con un simple llamado basta para echar a una agente de tránsito.

La actitud de Juan Cabadié guarda una gran similitud con la de su compañero de militancia en La Cámpora, Mariano Recalde, cuando se conoció otro video. Allí, el presidente de Aerolíneas Argentinas trataba a los legisladores de la oposición de “manga de zánganos” porque le preguntaban qué hacía con la plata de Aerolíneas Argentinas. Ambos no reconocen límites, elemento fundamental de la democracia.

En realidad, Juan Cabandié se comportó como un hijo del poder. Esos que no dan explicaciones, para los que no hay límites, que paradójicamente legislan pero no están dispuestos a cumplir las propias leyes que redactan.