Por: Martín Yeza
En el cuento de Graham Greene “Los destructores”, un grupo de chicos que vive en un pueblo europeo -que apenas sobrevivió a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial- se dedica a hacer picardías. El cuento consiste en cómo los chicos se deciden a terminar de destruir la casa del “Viejo Miseria”, la única que seguía en pie luego del bombardeo.
Comenzada la destrucción de la casa, uno de los chicos revela al resto que había encontrado unos cuantos billetes y advierte que son para su celebración personal. Los prenden fuego uno a uno, con los rostros maravillados, viendo cómo se incineraba cada billete, hasta que uno escapa de la hipnosis grupal y pregunta:
-¿Lo odias mucho?
-Por supuesto que no lo odio. No sería divertido si lo odiara.
En la oposición nos hemos equivocado tantas veces en nuestra no-estrategia por representar una alternativa al kirchnerismo que mi táctica se ha empezado a basar en pensar automáticamente lo contrario a lo que se debería pensar sobre cada asunto que se genera políticamente. La técnica es muy sencilla: despojándonos del odio.
El domingo, la presidente publicó una carta abierta respondiéndole a Ricardo Darín, un día después de haber escrito una secuencia de “tweetts” en los que justificó que está bien que el ministro de Justicia utilice la Ex ESMA para hacer asados/sánguches con militantes.
Esta carta invita a centrar nuestra atención en tres cosas. Primero, el “palo” a Scioli, que configura parte de lo que en su momento fue la tesis de Carrió, en la que el PJ -no el peronismo- es oficialismo y oposición. Es irrelevante si la pelea es consensuada o no. Lo importante es que la discusión deja afuera a todos los actores que nos encontramos fuera del espectro kirchnerista, hoy detentor del PJ.
Segundo, creo que la carta está mal escrita a propósito. La han escrito mal para seguir construyendo la idea de que “en la oposición se preocupan más por las formas que por el fondo”. Como dije en mi anterior nota, esta va a ser la principal tensión política de este año: verdad vs realidad.
Finalmente, que la carta tiene mucha fuerza. Imagino que Darín -tal como los opositores que son seleccionados por el gobierno para confrontar- debe encontrarse en una contradicción por haber sido destratado públicamente y a su vez halagado por haber recibido la respuesta de la Presidente, quien desde hace rato no intenta persuadir ajenos.
La reacción más normal sería creer que si tardó dos días en responderle al famoso actor, pero una semana en referirse a la tragedia de Once cuando sucedió, es porque se volvió loca. Es en este sentido que, creo, la Presidente practica una histeria profesional. No tiene un pelo de loca, o al menos, en términos estratégicos, a nadie le conviene pensar que la Presidente está loca.
Si está loca significa que no somos capaces de generar una alternativa cuerda y entonces estaremos como el cuento “El rey” de Khalil Gibrán y para poder ser representativos tal vez debamos volvernos un poco locos. El desafío está en pensar qué es lo que sucede si la Presidente no está loca y, por lo tanto, está muy cuerda, porque si la Presidente no está loca lo que está logrando es, en primer lugar, correr la línea de “lo normal”. Así, entonces, cualquier gesto de sensatez es visto como genialidad. Se autoboicotea para mostrarle a la oposición que la única capaz de dañar a la Presidente es ella misma y que la reversión de esta caída depende también de ella, y algunas medidas audaces. Véanse en el horizonte: aumento del mínimo no imponible para el pago de ganancias o una reforma institucional o fáctica del sistema de obras sociales.
En segundo lugar, provoca la división de las aguas con quienes creen que este país es una locura en el que no se puede vivir con normalidad y por lo tanto da lo mismo, total gobierne quien gobierne son todos iguales. Los que la quieren, la quieren; y los que la odian, la odian; y los que no sienten ninguna de las dos cosas, en tanto no se los perjudique, están bien.
Además, por sobre esto, gana tiempo. El tiempo corre a su favor. Gobierna hasta 2015, en dos semanas pocos recordarán la carta a Darín, o el asado en la Ex ESMA. Obliga a que la gente que piensa, no piense.
No digo que debamos divertirnos. No es cuestión de prender fuego nada. Imagino que si Graham Greene hubiera hecho la continuación de “Los destructores” los chicos estarían arrepentidos, sobre todo por nunca haberle pedido perdón al “Viejo Miseria”. Creo que la Presidente a veces se debe divertir un poco con nosotros, porque somos muy obvios, y debe haber “algo” en eso de desde arriba todo se ve más claro. También imagino que algunas otras veces no la debe pasar tan bien, como cuando otros se divierten con cosas malas que le pasan a ella. Todos somos un poco crueles a veces.
No creo que ser Presidente sea tan genial como para no sufrir ni pasarla mal nunca. Es al revés. Tiendo a creer que el poder, cuando es mucho, aísla y desgasta. Ser responsable agota. Quizás sea por eso que me gusta creer, cada mañana cuando me levanto, que la Presidente está muy cuerda y que si bien le quedan tres años de gestión, sabe que ha sido parte de una importante etapa de la Argentina. Que en 2015 su mandato se termina.