Por: Miguel Braun
Argentina es el país en el que las zapatillas se compran en cuotas y las casas al contado. Lo leí en Twitter, lo dijo @sgigantic, tuve la sensación de estar leyendo algo con el peso de lo verdadero, distinto a la discusión de sordos que propone el kirchnerismo sobre el país.
Las redes sociales son una herramienta poderosa que todavía usamos a tientas. Creo que ahí se está construyendo una mirada más cercana a lo importante, impulsada por personas con mucha capacidad de contar lo que les pasa de cerca.
Frente a lo espontáneo, está lo dirigido y viejo de la comunicación kirchnerista, que es oscura y mezquina pero les funciona bastante. El truco kirchnerista es hacerse odiar por personas que no van a quererlos de todas maneras, prender la máquina de fabricar crispación para esconder abajo de la alfombra lo mal que hacen su trabajo y sus negocios con dinero público. Se obsesionan con el relato en vez de dedicarse a gobernar para todos.
La tarea de gobernar debe empezar con la certeza de que es un rol social para el conjunto, no un camino de salvación personal o de una facción. En medio de la guerra fría, donde la eliminación de la humanidad bajo el fuego nuclear era una posibilidad, John F. Kennedy apelaba a la humanidad diciendo: “nuestro vínculo más básico es que todos vivimos en este planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos nos preocupamos por el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales”. Hoy, acá, está en juego mucho menos: apenas la construcción de una vida en común que valga la pena para un conjunto de 40 millones de personas que habitamos este suelo. Somos apenas el 0,57% de la población del mundo ocupando una de las tierras más fértiles del planeta. Si nos organizamos, podemos vivir bien todos.
Para organizarnos mejor, tomemos lo mejor del aprendizaje colectivo de la humanidad y apliquémoslo acá. La democracia es el menos peor de los sistemas. La división de poderes evita la tiranía de la mayoría. La prensa libre e independiente del gobierno saca a la luz lo que los poderosos quieren ocultar y así reduce la corrupción y el abuso de poder. Las economías que se integran crecen más, innovan más y generan trabajos de calidad para más personas. La reelección indefinida genera incentivos a perpetuarse en el poder; es mejor la alternancia. La planificación estatal es necesaria en temas complejos como infraestructura, defensa, medio ambiente, pero la intervención y prohibición abusiva coarta la libertad y la creatividad individual. No hay conflicto entre Estado y mercado, necesitamos que los dos funcionen bien.
Para que un argentino pueda comprarse una casa en cuotas, la plata tiene que ser barata. Que sea más negocio para los bancos dar créditos que comprar bonos del Estado. Cada vez que el gobierno muestra los dientes para disciplinar la política, todos los que tienen un peso para emprender un proyecto piensan en cómo hacer para guardarlo en un lugar seguro.
Cuando un pequeño ahorrista escucha hablar mal del dólar, va a fijarse si sus dólares siguen protegidos en el cajón de las medias y se pregunta cómo hacer para tener algunos más. El problema no es que el dólar sea sexy, el problema es la desconfianza que genera un gobierno que grita para aferrarse al poder que se le escurre como arena entre los dedos.
La solución es fácil y ya se aplicó: se puede bajar la inflación sin generar recesión. Lo hicieron nuestros vecinos, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros?
En vez de gobernar para el conjunto, el kirchnerismo gobierna para sí mismo. Vienen por todo, pero no van a poder porque los vamos a frenar.