Por: Mundo Asís
Con el abogado Carbajales y el sociólogo Ghioni, Kicillof se carga al ingeniero Espinosa y humilla al (ex) superministro De Vido.
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella
“A Espinosa, cuando llegó Carbajales, en noviembre de 2011, se le vino la noche”, confirma la Garganta.
Derivaciones de la puja por espacios de poder. “Y de mangos”.
Entre Julio De Vido, (Ex) Superministro, y Axel Kicillof, El Gótico.
Sin gran apasionamiento, De Vido avalaba al Ingeniero Ezequiel Espinosa, como presidente de Enarsa.
Es la artificial empresa argentina de energía, que el ex gobernador Juan Carlos Romero, con acierto, supo bautizar “En Farsa”.
Y Kicillof, por su parte, apoyaba al doctor J.J. Carbajales, el segundo de En Farsa, que representa a La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Es la creación del extinto Néstor Kirchner, El Furia. Aunque aún se la facturan a Máximo, el hijo.
De todos modos, pese a la influencia del Wado y las proyecciones de Larroque, quien lidera La Cámpora es, en realidad, Carlos Zannini, El Cenador, principal adversario interno de De Vido.
Con su método de conducción radial, El Furia los inducía a rivalizar.
Entonces “los verticales”, De Vido y Zannini, rivalizaban.
El presidente renunciado
En su despacho de Libertador, entre Callao y Ayacucho, Espinosa -el presidente renunciado-, solía demorarse en explicar, a sus interlocutores, según nuestras fuentes, que nada había tenido que ver en el maldito episodio de la valija de Guido Antonini Wilson. Apenas fue “el responsable nominal del vuelo”.
Quien comandaba la comitiva era Claudio Uberti, el “embajador paralelo” en la Venezuela Bolivariana.
Uberti prosigue, según nuestras fuentes, con la instrumentación de los negocios que ocultan la cara nocturna del modelo.
Tinieblas que también se le facturan, preventivamente, al (Ex) Superministro.
De Vido debe hacerse cargo del apasionamiento recaudatorio de quien fuera su “amigo y jefe político”. Como le dijo a La Doctora, cuando -sin suerte- quiso aprovechar el avance de Kicillof, para escaparse.
“Mi amigo y jefe político era Néstor, Cristina, no tenés ninguna obligación de mantenerme”, le habría dicho.
Pero trasciende que La Doctora no lo dejó partir. La razón fue contundente.
“No puede ser que sólo los pingüinos tengamos la responsabilidad por los temas más sensibles. Que otros también se hagan cargo”.
Para que vayan, llegado el caso, presos.
Le costaba convencer Espinosa, a sus interlocutores, cuando les contaba que “se durmió todo” durante aquel vuelo de Uberti.
Compartido con la bella Victoria Bereziuk, la imán de Claudio. Conste que a Victoria la asediaba el poderoso romántico Alí Rodríguez, Presidente de Pedevesa.
Y compartido con aquel Antonini Wilson, el “Gordo” que acumulaba, en el viaje, incontenibles deseos de orinar.
El orín contenido provocó que Antonini se demorara con los trámites de la llegada. Y que la futura vedette María Luján Telpuk le interrumpiera fatalmente el paso de una de las valijas. De las tantas.
La farsa de Enarsa
Es La Cámpora, en la actualidad, como en otro ciclo histórico podía haber sido la Coordinadora.
O Los Sushis. Una fuerte predisposición generacional para escalar “en la pirámide”. Diría Vance Packard.
La farsa de Enarsa mantiene, como trasfondo, el déficit energético. El derroche que genera el dinero-ducto inagotable.
Consecuencia de la desastrosa política del cristinismo en la materia.
Típica del irresponsable que se comió los ahorros. Hasta agotarlos, para consumirlos en la fantasía del relato. Y vivir empeñado para salir del paso hoy. Mañana es, a esta altura, la eternidad.
Para entorpecer la hegemonía arbitraria de Espinosa en el dinero-ducto, Carbajales logró clausurarle, en principio, la cadena de pagos.
Como Gerente de Administración y Finanzas, lo puso a Gastón Ghioni. Un vibrante sociólogo que responde a la misma agencia de colocaciones. Cámpora.
En adelante, y “para que Espinosa no los pasara”, el abogado Carbajales y el sociólogo Ghioni no permitían el pago de ninguna factura. Cada desembolso debía estar “debidamente aclarado”. Los retrasos eran extraordinarios. Paralizaban el funcionamiento del dinero-ducto. No cobraba un proveedor. Trascendía el nivel de conventillo de las internas divisorias.
Sin el menor conocimiento técnico ni operativo de las cuestiones energéticas, los jacobinos pronto se adueñaron del escenario.
Hasta colocaron, como Jefa de Compras, a otra propia tropa. La Licenciada Karina González, alineada incondicional.
Para colmo, los jacobinos habían descubierto una formidable manganeta que se hacía con el pago de los seguros de los barquitos gasificadores. Los metaneros. El pecado fue resuelto con el despido de un funcionario medio. Para evitar que el efecto sistemático del eventual curro no subiera hasta los magníficos responsables del cielo espiritual.
Pero Espinosa no iba a quedarse quieto. Respaldado por De Vido, replicó a los jacobinos de La Cámpora con la construcción de otra Enarsa paralela. Más artificial aún que la Enarsa original.
Se trata de “Enarsa Servicios”, empresa situada en el mismo piso de Libertador. Pero que mantenía un mecanismo de administración distinto, que se emancipaba de la competencia sociológica de Ghiano.
La Enarsa original seguía con su plantel de 30 operarios. Pero desde la Enarsa Servicios se abonaban los salarios de los otros 400. Hay quien afirma que son más.
El festival de la irregularidad generaba un caos en el dinero-ducto.
La Doctora debía terciar en la pulseada de sus colaboradores. Entre De Vido-Espinosa y Carbajales-Kicillof-Zannini.
Fue en favor, por supuesto, de Kicillof.
Entonces Espinosa, El Cordobés, pobre, afuera. A preparar la candidatura de intendente de Villa María.
Como si fuera el regreso de El Hijo Pródigo. El venerable que les regaló, en sus tiempos de funcionario, una central termoeléctrica.
El lavadero de Lázaro
En los últimos días Espinosa debía esmerarse también en aclarar que nada tiene que ver con el lavadero de Lázaro, El Resucitado.
Como si se le viniera, de frente, con Lázaro, otro Antonini.
Si se lo liga es porque su contador, Jorge Cerrota, había sido convocado por el contador Pérez Gadín, de ramificaciones innumerables.
A los efectos de trasparentar, según nuestras fuentes, el mejicaneo estremecedor que Los Impresentables produjeron en La Rosadita. En SGI, la financiera del Madero Center.
Cierta caja había sido penetrada, según nuestras fuentes, durante la misma jornada conmovedora del velatorio de El Furia. Para llevarse 30, 40. Vaya a saberse cuántos millones de dólares.
Los penetradores se los cargaban, después de todo, a la cuenta de El Furia. Como si pasarlo a El Resucitado fuera, en el fondo, un juego de niños.
Por lo tanto, trasciende que El Resucitado instruyó al contador Pérez Gadín para poner un poco de orden en La Rosadita, el reducto moralmente devastador para la imagen popular del cristinismo.
Los Jacobinos
Espinosa supo sobrevivir durante los nueve años que invariablemente van a investigarse.
Incluso, supo pilotear el asedio de Rubén Etcheverry, que del oficio sabía. Y hasta soportó las apretadas memorablemente gasíferas de la señora Nilda Minutti.
A los dos, que eran expertos, Espinosa logró despacharlos hacia Neuquén. (Sin embargo Minutti lo controla, como si lo auditara, según nuestras fuentes, desde su residencia en Puerto Madero).
De los sucesivos incendios, Espinosa pudo zafar con su calma campechana. Para que finalmente lo vinieran a abrochar dos pendex rápidos. Profanos desconocedores del negocio. Jacobinos de La Cámpora.
Entre Carbajales, el abogado, y Ghioni, el sociólogo, lograron embocarlo -quién iba a decirlo- a Espinosa.
Un ingeniero petrolero, formado en la YPF estatal. Que por sus conocimientos pudo continuar su trabajo en la YPF privatizada de Estenssoro.
Una lástima que no lograra entenderse, ni siquiera conciliar posiciones en la YPF nacionalizada. La que administra Gallucchio, El Mago, aplicado ejecutivo de la YPF actual. Se reporta disciplinadamente a la inexplicable “Tía Doris”, la amiga próspera de La Doctora, ya casi de la familia.
Significa aceptar que Espinosa, de petróleo, por lo menos algo entendía. Lo cual, aunque parezca poesía, es mucho decir, en este marco de incompetencia y desconocimiento colosal.
Sabía de gas, sobre todo de energías renovables. Pero los jacobinos, con un admirable sentido de la improvisación, llegaban para renovarle la energía a él. Y desalojarlo del dinero-ducto de Enarsa.
Despojarlo del manejo presupuestario de los 80 barquitos que suelen llegar por año, sobrecargados de GNL. Para atenuar la catástrofe energética que genera el agujero de varios miles de millones de dólares. Barquitos pagados desde Enarsa Servicios y a través de una entidad bancaria distinta. Nada de obligatorio Banco Nación.
“Siempre es mejor el banco Macro”, confirma la Garganta.
El final de La Farsa del Dinero-Ducto de Enarsa debe esclarecerse en la semana. A más tardar el jueves. En la reunión del directorio, que es altamente calificado en materia energética.
Con el odontólogo Ramón Graneros, director de clase a.
Como don Fernando Salim, el eterno diputado de Santiago del Estero, de varios mandatos cumplidos.
Con la Escribana Tamara Pérez Balda, directora de clase b, que viene empapada en el asunto desde Río Negro.
Es casi seguro, “altamente probable” que, por la instrucción de La Doctora, la Farsa de Enarsa pueda ofrecer otro final feliz para La Cámpora.
“Carbajales Conducción”.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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