Por: Mundo Asís
Por la mini-gobernación. Y por Villa La Ñata.
escribe Oberdán Rocamora.
Aire y Sol I, Daniel Scioli, y Aire y Sol II, Sergio Massa.
Por prepotencia de encuestas, por persistencia y suerte de los protagonistas, Tigre pasa a ser, en adelante, la transitoria Tierra Santa.
Como lo fue Anillaco, en La Rioja. O Río Gallegos, en Santa Cruz.
Mientras tanto, la civilización kirchner-cristinista paulatinamente se extingue. Se asiste al cambio abrupto de santidad geográfica.
Consecuencia lógica de la fatídica caravana de errores. Y de los “escándalos y soledades” (novela homónima de Beatriz Guido).
Imposturas del Caso Milani
La Doctora escoge al General César Milani, como Jefe de Estado Mayor del Ejército, por los atributos de su especialidad. La inteligencia. Por la sabiduría utilitaria del espionaje.
Aquí es estrictamente secundario el reordenamiento del Ejército. Como tampoco importa la venerable problemática de los derechos humanos, pretexto de presentación social.
Lo que interesa es el manejo políticamente selectivo de los datos. La contundencia efectiva de los presupuestos reservados.
Milani legitima su nombramiento, como titular del Ejército, sustancialmente porque La Doctora le perdió la confianza a la Secretaría de Inteligencia.
Consolidada en la placidez del error por Carlos Zannini, el gran consumidor de pescado podrido. Convenció a La Doctora que la SI, según nuestras fuentes, le juega en contra. Conspira contra su política.
Tigre, Tierra Santa. Cuando se alude a la SI no se trata del contertulio habitual, Héctor Icazuriaga, el Señor 5 nominal, que suele acompañar a Zannini a comer los churrasquitos hervidos con La Doctora. A Icazuriaga lo apodan a sus espaldas Corazón de Ballena (“el Bobo más grande”). En esta historia Corazón se encuentra tan dibujado como el flamante Ministro de Defensa. Agustín Rossi, La Caricatura de Sabat, nominado apenas para destrabar inútilmente la vulgaridad interna de Santa Fe.
Cuando se refieren a los desacuerdos con la SI se alude, según nuestras fuentes, a Francisco -Paco- Larcher. Es el Espía que viene de Abril.
Y sobre todo a la estructura misteriosamente legendaria, que se referencia en la mitología inquietante de El Ingeniero.
Un profesional de la sospecha y la intriga. Al que se intenta, hasta hoy sin suerte, “mandarlo para arriba”.
Por características de su oficio, El Ingeniero no debe ser citado por su nombre real. Identificarlo -peor que un error- es un delito. Lo sabe, más que nadie, Gustavo Beliz, el inolvidable Zapatitos Blancos.
En vida de Néstor, El Furia, tanto Zannini como La Doctora debían tolerarlo a Paco.
Muerto (irresponsablemente) El Furia, Larcher no supo acomodarse ante el nuevo sol. Como otros elementos pintorescos que exclusivamente se referenciaban en el extinto.
Los motivos, en general, aluden a la portación de desconfianza personal.
Por haber amparado, como correspondía a un amigo leal y cómplice, los secretos de la inofensiva intimidad. El dispendio módico del jefe muerto.
En el equívoco de los fervores puede asociarse también Ricardo Jaime. Es el Bárcenas potencialmente eventual que supo consagrarse en el arte de la marroquinería cotidiana.
Tigre, Tierra Santa. Propónganme un cambio, ¿a quién pongo ahí?, en esa cueva -solía confidenciar La Doctora. Para hacerse cargo de lo que representaba “la cueva”, para cambiar el esquema, solo relucía un capacitado. De relativa confianza. Milani.
Caramelos de madera
En “Servilleta’s War” se esbozó que son dos las razones que motivaron la desconfianza de La Doctora hacia la SI. Y la consecuente coronación del general Milani. El que fue inmediatamente embocado por los datos que resistieron la limpieza programada de su trayectoria. ¿Por El Ingeniero?
Una es el cambio radical que se registró en el tema Irán. El atentado a la Amia. Desastre transversal que unifica las improvisaciones imperdonables de cuatro gobiernos al hilo.
De Menem, De la Rúa, y de los dos Kirchner.
Las esquirlas del atentado se elevan como la metáfora de la inagotable truchada nacional.
Con los cambios radicalmente frívolos de orientación, siempre adaptables al posicionamiento internacional. Demencias de la geopolítica que reflejan la persistencia del país en banda.
Pero la razón que importa es la segunda. Alude a Sergio Massa, La Rata del Tigre (Tierra Santa).
Desde cuatro meses antes de su lanzamiento, el Tema Massa, según nuestras fuentes, era un tema de comunión diaria para Zannini.
Consta que La Doctora habilitó, para negociar con “El Chico”, hasta a un ex mini-gobernador, que hoy se desangra en versiones que lo exceden, donde se rescata su condición de barítono. Hoy lo llaman Pavarotti.
Tigre, Tierra Santa. Durante varios meses, Massa, El Chico, supo entretener a La Doctora y Zannini. A través del ex mini-gobernador. Con el suministro semanal de los adictivos caramelos de madera, ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable.
Lo entretenía al intendente con la negociación paralela, a los efectos de armar una lista conjunta con el Frente para la Victoria.
Significa confirmar que Zannini consumía su caramelito de madera semanal. Como La Doctora.
“El Garca (por Massa) llegó a pedir seis diputados de la lista para su gente”, confirma la Garganta. “Pedía, para los suyos, en las listas de todos los distritos”.
Mientras tanto, “El Garca” armaba la suya propia. Mantenía conversaciones con la totalidad del espectro. Había suficientes mitómanos que se jactaban de manejarlo, de influir. Pero El Chico era más garca que ellos. Hasta instalar la confusión total a su alrededor, que fue resuelta muy poco antes del cierre de listas. Para sorpresa y encono de los chupadores de caramelitos.
“El Garca no se largaba por temor a los carpetazos”, confirma la Garganta.
Tanto se habló del caramelo de madera de los carpetazos que hasta el Espía que llegó de Abril, su amigo Paco Larcher, se trasladó, según nuestras fuentes, hasta el Tigre, ya la Tierra Santa, donde transcurrían aparte inútiles negociaciones entre Aire y Sol l y Aire y Sol II. Entre La Rata y Mancusso. A través de Alberto Pérez. O de “Montoyita”. El Negro pero no El Zurdo. Ampliaremos.
En simultáneo, Larcher también enviaba mensajes tranquilizadores hacia Zannini y La Doctora. Ellos se veían venir el cambio de santidad de la tierra. El cambio de centralidad. De la iniciativa que les despojaban. En adelante no tendrían otra alternativa que depender de Scioli, al que desprecian, a coro.
Para Paco, la relación con Massa se había transformado en el penúltimo vínculo que lo sostenía al cristinismo. Lo tenía controlado. Transmitía que su amigo -El Garca- no se iba a presentar.
Casi sin darse cuenta Larcher resultó fundamental para que Massa se convenciera de la inevitable necesidad de lanzarse.
Tigre, Tierra Santa. Fue cuando institucionalmente, desde la SI, en su despacho de Tigre, Tierra Santa, le llevaron las famosas carpetas. Las temibles evidencias contra él. Nada grave. Tortitas negras.
Para colmo, acaso desde el mismo Tigre (Tierra Santa) se lanzó la bola de que Paco Larcher iba a ser candidato en la lista de Massa. Que lo fue, incluso, durante seis horas.
Como se lanzó también la bola de la figuración, en la misma lista, del narrador Matías Garfunkel-Madanes, El Heredero Serial. Socio en el shopping editorial de Sergio Szpolsky, La Sarita. Trascendían disidencias entre los socios, y no específicamente económicas. Garfunkel se desmarcaba. Insinuaba, según nuestras fuentes, que el cristinismo había desperdiciado la década. También ampliaremos.
Final con CELS
El catastrófico Episodio Milani muestra que no sólo el Ministro de Defensa y el Señor 5 de la SI están pintados.
Ya son correctas caricaturas de Sabat la mayor parte de los ministros.
Pero La Doctora también -y esto es más preocupante- se encuentra dibujada. Sin centralidad. Con la cursilería de las lentejuelas brillantes sobre su “Vestidito negro”. Tuvo que retroceder ante el Centro de Estudios Legales y Sociales. El CELS, organismo que vertebra las imposturas.
En (la Secretaría de Estado) Página 12, el titular, Horacio Verbitsky, líder del Movimiento Todos por Horacio, escribió que el general Milani no debía perjudicar a La Doctora.
Tigre, Tierra Santa. Debía ser fusible. Para abstenerse de utilizarla como un paraguas. Indujo el paso al costado.
Es positivo constatar que alguien, en la Argentina, manda. Es el CELS. La institución ideal para resolverle al gobierno los problemas que el mismo CELS le provoca.
El Caso Milani se eleva como la más ponderable sofisticación de la hipocresía.
Todos, a su modo, mienten. Le cuesta no mentir, incluso, al cronista.
Como periodista, satisface profesionalmente contemplar el plano panorámico de los senadores dibujados de la Comisión de Acuerdos. Sumidos en la lectura solemnemente coránica. La carta providencial del CELS. El Ganges purificador. Para poner un poco de orden en el desorden armado, en gran parte, por el CELS. Pero pone en evidencia el notable sinceramiento del poder.
Justamente Milani llegó hasta la jefatura del Estado Mayor del Ejército por la magnífica relación que supo abrochar, en diversos sentidos, con la ministra Nilda Garré. Aliada, banda, con el CELS limpiador.
¿De qué le sirvió al general Milani haber hecho una letra tan buena con el CELS?
Haber entregado, presumiblemente, todo. Para purificarse y ascender.
En cuanto trascendiera la impostura, en la primera de cambio, lo iban a entregar.
Como un mero fusible. En medio de la tormenta. Sin paraguas.
Oberdán Rocamora