Una larga lista de esperanzas blancas

Nicolás Tereschuk

El precandidato del Frente Renovador en la provincia de Buenos Aires, Sergio Massa, puede ser definido apenas como “un intendente”, tal como lo hacen algunos analistas y también como prefiere definirse él mismo. Uno más de “20 intendentes” que ahora presentan una opción para enfrentar al oficialismo.

Se puede hacer más compleja la caracterización. ¿Qué intendente ha administrado durante tantos años el monto de fondos “nacionales” que maneja la ANSES? ¿Qué intendente ha llegado al cargo más alto del Gabinete nacional? ¿Cuántos jefes comunales han encabezado un club de fútbol de Primera División? ¿En qué municipio se han realizado eventos culturales, deportivos, sociales con tan importante nivel de difusión como en Tigre?

Massa es entonces casi desde el inicio de su carrera política un dirigente nacional con aspiraciones nacionales. Cualquier dirigente nacional con aspiraciones políticas sabe que debe gobernar un territorio si quiere llegar a lo máximo. Así lo hicieron Carlos Menem (gobernador) y Néstor Kirchner (intendente y gobernador). La carrera política de Cristina Kirchner se desplegó de otra forma, aunque vinculada a un poder territorial.

A esto hay que agregar otra pregunta: ¿prefiere un bonaerense con aspiraciones presidenciales apuntar a ser gobernador, dado el difícil lugar que le depara la política argentina al mandatario de la mayor provincia del país? ¿No resulta más conveniente ser “sólo” un intendente del Gran Buenos Aires?

Pongamos sobre la mesa más elementos. Desde que el kirchnerismo irrumpió en la política nacional, distintos sectores del poder
económico que o bien aceptan a regañadientes las políticas de la Casa Rosada o bien las aborrecen aguardan por una “esperanza blanca”. Un dirigente nacional que venga a provocarle una derrota al oficialismo.

El precandidato Massa elige palabras moderadas con las que busca convencer a parte del electorado bonaerense de que no dará marcha atrás con políticas que conservan importante apoyo. Pero con los gestos y algunas de sus alianzas parece expresar “somos el sector político que más daño puede hacer al Gobierno nacional y a sus políticas”. Somos “la esperanza blanca”.

Las “esperanzas blancas” durante los últimos diez años fueron variadas. En algún momento fue Carlos Reutemann, un exgobernador peronista quien en su mutismo quería concentrar expectativa política. En 2008 surgió desde el radicalismo Julio Cobos, un radical que venía de ser gobernador y vicepresidente, el que concentraba las expectativas. Algunos sectores buscaron también colocar a Daniel Scioli en ese lugar.

Cuando surja la pregunta de por qué Massa se lanzó al ruedo político bonaerense en estos comicios, habría que hacer un razonamiento
contrafáctico. Y pensar cuán grande sería el vacío de “esperanzas blancas” sin la presencia del intendente de Tigre en las boletas. Si la esperanza de algunos sectores enfrentados al Gobierno nacional es algo más que un anhelo o si quedará como una más de un listado de apuestas fallidas, es algo que comenzará a saberse a partir del próximo domingo.