Por: Patricia Bullrich
Tristemente nos estamos acostumbrando a que el gobierno tome medidas para disciplinar a los ciudadanos. Vivimos bajo el imperio del vale todo; la impronta kirchnerista implica modificar las reglas del juego constantemente de manera que sólo ellos puedan ganar. Esta semana se presentó un gran paquete de proyectos tendientes a encarar una megareforma del Poder Judicial. A modo de sucursal de la Rosada, los referentes del kirchnerismo en el Senado recibieron las órdenes de la Presidente y en un simulacro de labor legislativa dictaminaron de manera express los tres expedientes ingresados en esa Cámara. La próxima semana los diputados oficialista replicarán la “republicana” tarea de asentir de manera acrítica las directivas del Ejecutivo y el “vamos por todo” irá progresivamente dejando de ser una consigna de enérgicos militantes embelesados por la líder para convertirse en la cruda realidad política del país.
La modalidad adoptada para tamaña medida deja entrever el verdadero interés detrás de este supuesto debate. ¿De qué tipo de institucionalidad estamos hablando si la reforma de uno de los tres poderes que hacen a la República se da a libro cerrado? Resulta inmoral que el Parlamento se preste a ser el actor de reparto en esta parodia de Democracia a la que el creciente autoritarismo y aislamiento político nos están sometiendo. Es hora de actuar con firmeza, no podemos tolerar que medidas de alto impacto en la vida de los habitantes de nuestro país sean discutidas en menos de dos horas.
Como dice el dicho popular, el que avisa no traiciona: los acontecimientos de esta semana no fueron hechos aislados. El kirchnerismo ha ido construyendo su base de poder avanzando de manera desenfrenada en dos sentidos; por un lado, cooptando voluntades; y por el otro, avasallando a quienes oponían resistencia. Es así que un sinfín de experiencias sociales se han visto incorporadas al aparato estatal, perdiendo su independencia y vaciando de contenido sus luchas históricas.
Ahora ha llegado el turno de la Justicia, los proyectos presentados no son más que el golpe final a la independencia de este poder. El gobierno busca imponer la misma lógica de obediencia debida de la que somos testigos en el Congreso. Ahora bien, cada día más los ciudadanos quedan desprotegidos frente a un Ejecutivo todopoderoso. No podemos olvidar que este gobierno que ahora busca una Justicia adicta es el mismo que enfrenta denuncias por llevar a cabo operaciones de inteligencia contra dirigentes sociales, oculta un sinfín de actos de corrupción del vicepresidente, oculta la represión en el interior contra las comunidades originarias y tiene relaciones que aún no puede explicar con las patotas sindicales.
En el año en que celebraremos treinta años de Democracia, ¿por qué quienes detentan el poder no pueden avanzar en el trabajo colectivo? Nos motiva el bien común y es por eso que entendemos que tanto las instituciones como la participación política se ven altamente dañadas en este escenario de guerra que el kirchnerismo nos presenta.
Es por ello que convocamos a los ciudadadanos a no actuar con pasividad, estaremos en el Congreso impidiendo que estos proyectos se transformen en ley, y en la calle, incluso en las puertas de los tribunales, demostrando la unidad de la oposición, como el 18A, junto a la ciudadanía que debe saber que estamos juntos en la tarea de defender nuestra constitución, que es, sin duda nuestra mejor obra.