De eso sí se habla

Patricia Bullrich

N. del E.: la presente nota fue escrita en colaboración por los diputados Patricia Bullrich (Unión Por Todos) y Federico Pinedo (PRO), y la diputada MC Silvana Giudici (Unión Cívica Radical).

 

La intelectual Beatriz Sarlo, involucrándose en las elecciones legislativas, escribió un artículo francamente duro contra Gabriela Michetti. Ya lo advirtió Hannah Arendt cuando definió en La promesa de la política, que “el hombre no puede vivir sin prejuicios y no solo porque su buen sentido y discernimiento no serían suficientes para juzgar de nuevo toda aquello sobre lo que se pidiera algún juicio a lo largo de su vida, sino porque una ausencia tal de prejuicios exigiría una alerta sobrehumana”. Sarlo escribió sin esa alerta sobrehumana que exigía Arendt.

Intentemos desovillar las ideas de Sarlo, para construir a partir de ellas un debate, que sin duda en la Argentina hace falta.

La primera idea que arroja Sarlo para prender la mecha del fuego son dos acciones con las cuales quiere definir a Michetti: una, sobre la elección del primer secretario de Cultura del gobierno de la ciudad; y la segunda, una frase de Michetti sobre la adopción de parejas homosexuales.

Aquí habría que detenerse un momento para entender que Sarlo, en este artículo, ha decidido, quizás en un contagio “cartaabiertista”, colocarse en intelectual orgánica, o militante. Hace menos de un mes Beatriz Sarlo compartió desayuno con Elisa Carrió, quien durante el voto por la Ley del Matrimonio Igualitario, donde se abstuvo (lo que implica una no posición), se refirió a un miembro de su bloque definiéndola por su orientación sexual, lo que llevo al parlamentario a alejarse del bloque. No hubo opinión de la escritora cuando en contra de toda la historia del socialismo Hermes Binner dijo que él era antiabortista porque era médico. Primera reflexión: Sarlo debe medir a todos con la misma vara y también detenerse un minuto en las conductas: Michetti pidió perdón, Carrió no lo hizo por su exabrupto, Binner lo dijo en campaña.

Se adentra la periodista  en un debate sobre ideología y valores, restándole densidad a lo segundo y llenando de contenido el primero.  Quizás habría que preguntarse si colocamos en la categoría de ideología o valores las sucesivas tomas de posición de Michetti:  haberse definido contra la 125 o contra la Ley de Medios que restringe la libertad de expresión, o contra el uso y abuso de la publicidad oficial, o contra la “democratización” de la Justicia, o contra la ley antiterrorista, o contra la “expropiación de Ciccone”, a diferencia del ideológico Solanas, o contra el impuesto a las ganancias sobre los sueldos de los trabajadores , el pacto de impunidad con Irán, el adoctrinamiento en las escuelas y el uso de los presos en las cárceles, coincidiendo con la misma Sarlo, “que cuestionó con dureza la participación de presos en actividades extra muro organizadas por la agrupación kirchnerista Vatayón Militante y la presencia de La Cámpora en las escuelas públicas”.

Puede ser que haber votado la confiscación de YPF tanto Solanas, como el socialismo y el radicalismo los salve de la categoría de “light”. Porque Michetti votó en contra y hoy está claro que era el voto correcto.

¿Quizás la absuelva Sarlo a Michetti por haber sido de los pocos bloques que advirtió la intención aviesa del kirchnerismo con la Ley de Mercado de Capitales como una espada para matar la libertad de expresión? ¿O deberá aún sacarse más pruebas de ADN?

A estas definiciones, a esto votos la periodista los define como “discursos generalistas, sin vivacidad ni filo”.

Quizás Sarlo debería decir no me gusta la forma de pensar de Michetti o la kipá de Bergman, porque definirlos como “cualquierismo” a quienes desde el gobierno de la ciudad mostraron un estilo de gestión y desde la Nación se comprometieron con los votos más opositores, parece al menos tendencioso.

Por último dice que Michetti no plantea problemas sino métodos, una extraña definición de una intelectual de su nivel. ¿Solucionar eficientemente el problema del  transporte se pueda definir como un método? ¿No vislumbra la diferencia entre la política de transporte que produce Once o Castelar y la que desarrolla el Gobierno de la Ciudad?

¿No se ha ocupado el gobierno al que Michetti pertenece de solucionar problemas? ¿Reasignando recursos, decidiendo sobre salarios, involucrándose en la educación y en lo social y alcanzando el nivel de educación y salud de mejor calidad en el país? ¿Esos son sólo métodos?

Sarlo desayunando con Carrió hace pocos meses la escuchó decir: “Yo defiendo principios y valores” y no se la vio poner el grito en el cielo por tamaña herejía contra la ideología.

Parece que medir con distinta vara conductas iguales es una metodología un poco kirchnerista: es la solución Milani. Y para darle la razón en algo a Sarlo le decimos: va de buena onda.