Por: Pedro Robledo
Gracias a la Ley de Identidad de Género alrededor de 3000 personas trans en todo el territorio argentino lograron rectificar sus datos registrales, pudiendo de esta manera acceder a un DNI con el nombre que los y las representa, tal y como lo sienten profundamente. En este sentido, es indiscutible que esta ley ha sido una de las grandes conquistas que el colectivo LGBTI supo ganar con mucho esfuerzo. Pero ¿cuanto cambió la realidad desde su implementación?
Hace algunas semanas tuve la oportunidad de reunirme junto con la vicejefa de Gobierno María Eugenia Vidal con Marcela Romero (presidenta de ATTTA) y algunas activistas de la misma asociación. Dialogar con ellas y, sobre todo escucharlas, nos permitió conocer más en profundidad la situación que atraviesa la población trans femenina en nuestro país, la cual sigue siendo de extrema vulnerabilidad.
Pese a los avances jurídicos, la mayoría de las personas trans no goza hoy en día de igualdad de oportunidades, ni de trato en ningún ámbito de la vida social e institucional. Gran parte de este colectivo vive en situación de pobreza y esto se debe muchas veces a la discriminación, que claramente se traduce en exclusión y que lleva a que les sea muy complicado acceder a la educación o a un trabajo.
Por otra parte está el tema de la salud, situación que debe regularizarse con urgencia, sobre todo porque está vigente una ley de salud integral para personas trans (aprobada al mismo tiempo que la Ley de Identidad de Género) y que no se esta implementando correctamente. Algunas identidades trans (no todas) requieren de cirugías de reasignación de sexo y terapias de sustitución de hormonación para modificar sus corporalidades que deben ser financiadas por el Estado Nacional, según lo regula la normativa antes nombrada.
Las largas listas de espera (más de dos años), la falta de personal endocrinológico capacitado en diversidad y la carencia de medicamentos hacen que muchas veces los y las trans opten por medidas alternativas, como cirugías clandestinas (inyección de aceites, etcétera) o automedicación hormonal, lo cual representa un enorme riesgo para la salud.
En la actualidad, el 90% de las mujeres trans esta en situación de prostitución, aunque el 72% exprese estar en busca de otra forma de ingreso. Las precarias condiciones de vida y la falta de acceso a la salud lleva a que la expectativa de vida para ellas no supere los 35 años. Los hombres trans por su parte, continuan siendo los grandes invisibilizados, por lo que sus reclamos raramente son escuchados.
Preocupados por esta situación y alertados por las cifras, desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires venimos trabajando fuertemente en conjunto con ATTTA, en un sistema de integración para la comunidad trans. El sistema, apunta a varios objetivos: inclusión laboral en el sector público y privado, inclusión cultural, erradicación de la discriminación y la inauguración de la primera Casa Trans.
La Casa Trans es una idea innovadora que nace de las mismas necesidades de la población trans. Es un espacio que apunta a la integración, la capacitación laboral, el esparcimiento, el asesoramiento en temas de salud y educación sexual.
En cuanto a la desocupación, entendemos que la estigmatización hace que muchas veces las y los trans tengan grandes inconvenientes a la hora de encontrar un empleo. Por este motivo, desde el Gobierno de la Ciudad tomamos la decisión de integrar en sus distintos ministerios y secretarias personas pertenecientes a este colectivo. Es una gran política pública que apunta a insertar laboralmente tanto varones como mujeres trans en igual medida.
Lograr una real igualdad social es un gran desafío, pero tenemos nuestros objetivos fuertemente puestos en eso. Sabemos que los grandes cambios deben empezar por la cultura y la sociedad, para que realmente estos sectores de la población que han sido excluidos, silenciados y marginados puedan apropiarse de una vez por todas de aquellos espacios que les han sido negados históricamente.
Creo fehacientemente que como ciudadanos y ciudadanas debemos asumir el compromiso de construir juntos una sociedad más igualitaria e inclusiva. Al fin y al cabo, desde el Gobierno pueden generarse leyes y políticas públicas excelentes, pero transformar la realidad también depende del compromiso de todas las personas que habitan el territorio argentino.