El terrorismo internacional no descansa ni reconoce fronteras: ¿está preparada la Argentina?

Roberto García Moritán

La barbarie criminal ocurrida en París pone en evidencia que el terrorismo internacional no descansa ni reconoce fronteras. De la violencia abominable del integrismo islámico en Siria e Irak al horror del asesinato masivo de estudiantes en Pakistán, a rehenes en Sídney o en Nigeria, se suma este nuevo acto sangriento que expone al mundo ante la amenaza de una lucha irracional con riesgos de extenderse, como una epidemia, peligrosamente por otras latitudes ¿Está la Argentina preparada para evitar nuevas eventuales consecuencias tras los terribles atentados terroristas de la Embajada de Israel y la AMIA?

Desde hace tiempo me hago esa pregunta al observar que un número creciente de latinoamericanos participan de las acciones de grupos fundamentalistas en Medio Oriente. Oportunamente lo destaqué en una nota en este medio titulada “Yihadistas latinoamericanos”. Nunca supe si el gobierno ha tomado nota que un número de argentinos se encontrarían combatiendo en algunos de los grupos fundamentalistas más relevantes en Siria y quizás en Irak. Noticias provenientes de Europa han mencionado que en el 2012 murieron aproximadamente 24 de entre unos 200. En el 2013 un argentino y una chilena fueron abatidos en las puertas de Damasco por pertenecer a un grupo islámico checheno. Se los llamaría “yihadistas exóticos” por el origen geográfico.

En el ISIS, según el Consorcio de Análisis de Investigación en Terrorismo, estarían en la actualidad actuando 180 latinoamericanos de los casi 15 mil combatientes extranjeros. Se destaca que las células más importantes para aquellos de habla hispana son las de Ceuta y Tawjid, Los Mujadines, Amaya y la Brigada Andaluz. Relacionada con esta última fue detenido recientemente en Madrid un argentino de apellido Rodríguez ¿Habrá otros argentinos?

La Triple Frontera, por las características de economía sumergida, ha sido mencionada como centro de sospecha de sectores fuertemente vinculados a fundamentalistas chiitas asociados a Hezbolah. Otras fuentes especializadas, mencionan la presencia creciente de grupos de extracción sunitas simpatizantes con Hamas y Al Yihad.

El bajo control en las fronteras permite pensar que la porosidad existente es apta para la filtración del terrorismo internacional como ya ocurrió en el pasado. Desde entonces no se conocen medidas efectivas tendientes a fortalecer la seguridad interior. La falta de acción es inquietante en particular debido a que, hasta ahora, no se ha logrado mayores resultados sobre la conexión local de los criminales atentados a la Embajada de Israel y la sede de la AMIA.

Tampoco la política exterior transmite tranquilidad. Actitudes en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, incluso de carácter irónico con respecto al accionar del fundamentalismo islámico, han dejado dudas sobre la seriedad de Argentina en la lucha contra el terrorismo internacional. La Cancillería abandonó la tradición de presidir un órgano subsidiario, el Comité 1267 relativo a las actividades de Al Qaeda como, en cambio, lo hizo en el 2000 y en el período 2005-06. También a partir del 2008, fue reacia durante mucho tiempo a recibir al Comité contra el Terrorismo (resolución 1373 del CS de la ONU) o a participar en la OEA de los cursos de capacitación contra el terrorismo internacional.

Nuevamente la pregunta inicial es relevante: ¿Qué se está haciendo o previendo para evitar que la Argentina vuelva a sentir el flagelo del terrorismo internacional?