Aventuras en política exterior

Roberto García Moritán

La Argentina elevará el nivel de la representación diplomática en Palestina a embajada. El sorpresivo anuncio fue efectuado por Héctor Timerman tras un encuentro bilateral con su contraparte en Nueva York. La decisión resulta inesperada en víspera de las elecciones presidenciales en nuestro país y al tratarse de una cuestión diplomática particularmente delicada. La oportunidad parece también polémica ante las perspectivas poco alentadoras en el interrumpido proceso negociador entre Israel y Palestina y la problemática de enfrentamientos internos entre las distintas agrupaciones palestinas, en particular en lo que hace a Hamas. El discurso de Palestina ante las Naciones Unidas lo dejó en evidencia.

A mediados de agosto el presidente de la autoridad nacional palestina, Mahmud Abbas, presentó la renuncia como líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OPL) y en las próximas semanas se debería elegir nueva dirección. Tampoco está claro si la autoridad palestina, nacida de los acuerdos de Oslo de 1993, logrará sobrevivir y qué figura política administrativa ocuparía su lugar. La tendencia de esa eventual transición hacia la conformación de un Estado Palestino tampoco está definida, más allá de que en enero del 2013 se haya adoptado oficialmente esa designación.

Un sondeo reciente realizado por el Centro Palestino de Investigaciones Políticas de Ramala muestra la complejidad y los desafíos que enfrenta hoy Palestina. Un 65% de la población quisiera que Mahmud Abbas renuncie como presidente. Un porcentaje similar ya no confiaría en la solución de dos Estados. Un 42% enfatizaría en que la lucha armada es la vía más efectiva para establecer un Estado palestino y sólo un 29% apostaría a las negociaciones de paz entre Palestina e Israel.

En este contexto tan delicado que atraviesa Palestina, como los avatares diplomáticos con Israel, que la Argentina, junto a Venezuela, hayan sido los dos únicos países que han decidido otorgar un nuevo rango a la representación diplomática en Ramala, no solamente resulta inesperado, sino parecería muy poco atinado. Marruecos, por circunstancias regionales especiales, es el único que hasta ahora mantenía relaciones a nivel de embajada. El resto de la comunidad internacional lo hace a un nivel diferenciado.

Medio Oriente es una zona demasiado compleja para decisiones apresuradas o que resulten de consultas exclusivas con Caracas. Brasil y Chile, que mantienen relaciones diplomáticas con Palestina anteriores a la Argentina, por el contrario, parecen asumir una posición más cuidadosa como medida.

Al final de un mandato presidencial resulta desilusionante que la Argentina incursione en nuevas aventuras de política exterior que podrían tener distintas derivaciones. Héctor Timerman debería ser más prudente y aconsejar mejor a la Presidente de la nación, sobre todo tratándose de un tema sensible, que, por las implicancias, podría afectar las ya opacas relaciones que se mantiene con Israel.