Por: Sergio Bergman
El fiscal que trabajaba en la causa AMIA está muerto. Según parece, matarlo era también una medida efectiva para matar la causa. Mientras el fiscal muerto no podrá ir a la Fiscalía nunca más para avanzar con la denuncia; los fiscales vivos que fueron designados hace ya una semana, y a un mes del crimen de Nisman, todavía no fueron ni se presentaron en la Fiscalía para asumir la conducción del equipo y retomar la causa.
Parece que los fiscales recientemente nombrados estarían de vacaciones, mientras el país entero está sumido en el duelo que el Estado no le dio a Nisman; y se toman su tiempo para llegar a una Fiscalía que sospechamos van a intentar desmantelar o reorientar para encontrar la nueva verdad que pueda estar alineada con las teorías que D’Elía, Esteche y Larroque querían plantar, dirigidos por Mohsen Rabbani desde la embajada paralela con Irán.
Nisman está muerto, pero no su lucha ni su causa. Las pruebas están y serán parte de las evidencias del encubrimiento con Irán. Sin embargo, no debemos dejar de velar por la causa principal de la masacre de la AMIA. En este contexto, la procuradora de la Nación, Alejandra Gils Carbó, es parte del problema, no de la solución. Por su desempeño político partidario, sectario y discrecional, dio muestras de confeccionar las listas negras que recordamos de las dictaduras y que ella retomó para remover a quienes pretenden ser independientes del régimen que nos gobierna.
Finalmente, la muerte se llevó a Nisman de la causa y de la vida. El plan de removerlo, como hacen con los que no son de la justicia ilegítima que pretenden administrar, se vio impedido por este trágico hecho.
Los fiscales de la causa AMIA son legítimos, no porque sean de la agrupación de Gils Carbó, sino porque debemos darles la posibilidad de que asuman la conducción de la Fiscalía y demuestren idoneidad, vocación e independencia para continuar con el trabajo de Nisman. Sus antecedentes no nos permiten tener entusiasmo, y esta semana en la que ni siquiera fueron a su lugar de trabajo para hacerse cargo, los pondría del lado de quienes quieren que la causa esté enterrada para siempre, y así se pueda cumplir con el compromiso político que asumieron, como pacto, la Presidente y el Canciller: encubrir la verdad fabricando una nueva que les sirva para liberar a Irán y condenar a la investigación de Nisman a morir con él.