Viajes comerciales: el lugar correcto, el momento incorrecto

Tomás Bulat

La Presidente de la Nación comenzó su gira por tres países asiáticos, Emiratos Arabes Unidos, Indonesia y Vietnam. Se trata de tres de las economías con mayor crecimiento en los últimos años y poseedoras de buenas perspectivas. Abu Dabi, uno de los siete emiratos unidos, es un gran productor de petróleo y, si algo necesita nuestro país es energía, por lo que el encuentro con petroleros que allí se desarrolle es un interesante espacio para la búsqueda de socios que quieran invertir en Argentina.

 

El lugar correcto

Asia es uno de los continentes con mayor potencial de crecimiento en los próximos años y con la mayor población del mundo. El nivel de pobreza es todavía muy alto, pero está disminuyendo sistemáticamente y todos los años millones de personas en Asia pasan a engrosar una clase media con mayor poder adquisitivo.

Dentro de estos países con un gran crecimiento económico está Indonesia, con 240 millones de habitantes y un PBI per cápita de casi 4.000 dólares por año (Argentina tiene un poco más de 10.000) y Vietnam con casi 100 millones de habitantes y un PBI per cápita de 1.700 dólares. Países que crecen mucho, con una gran población, pero pobres todavía cuya gran demanda se centra en alimentos que Argentina está en condiciones de proveer.

Por supuesto no es para vender textiles, ambos países son los más competitivos en el mundo en textiles, así que los productores de La Salada en ese lugar no tienen mucho futuro.

Por lo tanto Asia, como también África, son los lugares correctos donde apostar para abrir mercados; ahora, ¿son los tiempos correctos?

 

El momento incorrecto

Para tener éxito en la búsqueda de inversores y conseguir mercados donde exportar se necesitan algunas precondiciones internas y las actuales no son las mejores. Analicemos dichas condiciones:

Inversores. Para buscar inversores extranjeros hay que tener ciertas reglas básicas vinculadas a la previsibilidad y contar con la menor cantidad de conflictos internacionales abiertos que puedan generar problemas financieros. Lo cierto es que mientras se buscan inversores afuera, en Argentina se anuncia que este año se renueva la prohibición de girar dividendos al exterior a las empresas internacionales, y -sumado a ello- creciente presión fiscal con más elevada inflación.

Tampoco está resuelto el conflicto con Repsol, por lo tanto, a cada empresa que firma un convenio con YPF la española le inicia una acción legal. Para sumar incertidumbre, está pendiente el fallo sobre la demanda de los fondos buitres que deberá resolver la Cámara de Apelaciones de Nueva York. Tampoco se conoce aún la estrategia del gobierno tendiente a normalizar su relación con el Club de París, ni resolver los juicios en el Ciadi.  Es decir, muchas dudas para potenciales inversores que podrían analizar instalarse en el país, resulta difícil imaginar las condiciones capaces de compensar tantas incertidumbres.

Exportaciones.  Para exportar con éxito un país debe contar con productos de gran calidad o muy buen precio, aunque lo ideal es cumplir con ambas características. Lo cierto es que con el atraso cambiario existente, los costos en dólares de la Argentina son tan altos que las empresas no obtienen rentabilidad al exportar. Más si se incluye que deben liquidar divisas con anticipación, si tienen que pagar retenciones, etc.

Al tipo de cambio vigente hoy, el único sector con posibilidades de exportar a lugares tan alejados de Asia son los agroindustriales vinculados a la soja o maíz. Las producciones del interior tienen como único destino posible, en escala importante, los países de América Latina.

 

Ordenar para salir

Por lo tanto el lugar es el correcto, pero el momento no lo es. Argentina no tiene un buen escenario macroeconómico para atraer inversores y no tiene tipo de cambio competitivo  para promover exportaciones.

Para salir con éxito al exterior hay que, primero, tener las condiciones internas para aprovecharlo. Habría que poner más énfasis en ordenar la macroeconomía argentina y después viajar y no al revés.