Por: Vladimir Kislinger
Un nuevo tiempo se siente en Venezuela. El país con la mayor reserva petrolera en el mundo vive uno de los momentos más críticos de su historia contemporánea, pero también un renacer de su democracia a partir de las últimas elecciones para escoger a los 167 diputados a la Asamblea Nacional. El país depende ahora del comportamiento de un Poder Legislativo finalmente independiente, luego de 17 años de chavismo.
El 6 de diciembre hubo elecciones en Venezuela. ¿Y qué pasó? La oposición ganó los dos tercios de la Asamblea Nacional, un hecho histórico y extremadamente importante por cuanto, al tener la mayoría calificada, se podrán aprobar y derogar leyes, investigar a las autoridades venezolanas y hasta solicitar un referéndum revocatorio para el presidente Nicolás Maduro. Es el momento perfecto para revisar lo ocurrido en esta elección y lo que se espera en Venezuela a partir de estos inéditos resultados.
¿Cuáles fueron los grandes problemas presentados en esta elección?
Producto del control ilegal de todas las ramas del Gobierno (ejecutivo, legislativo, judicial, ciudadano y electoral), se implementó una masiva campaña política completamente ilegal, donde el Gobierno utilizó tanto recursos públicos como empleados del Estado para ganar ventaja, en clara violación de la actual legislación venezolana. En la elección se vivió un abuso gubernamental sin precedentes.
Hubo amenazas a empleados públicos, beneficiarios de misiones, proveedores y contratistas, con el fin de coaccionarlos a votar a favor del partido de gobierno. Sin embargo, los venezolanos decidieron darle un voto de confianza a la oposición, de manera histórica y masiva, lo que ubica a este bloque político a la cabeza de la nueva Asamblea Nacional, y deja al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), ese partido “revolucionario”, como una clara minoría con sólo 55 diputados de los 167 que ocupan la Asamblea.
Con respecto al comportamiento de los medios de comunicación, fuimos testigos de una campaña política para generar temor en la población, a través de todos los recursos con los que el Estado contaba para el momento. La amenaza era clara: la pérdida de los beneficios en caso de ser derrotado el chavismo en las elecciones legislativas. Igualmente se deshabilitaron diputados para debilitar las fuerzas opositoras, se cambió el reglamento electoral a último momento para afectar la proporción de candidatos por género y se bloqueó toda posibilidad de insertar campañas de la oposición en el sistema nacional de medios públicos, claro órgano propagandístico del PSUV.
¿Qué elementos influyeron para que el gobierno tuviera estos resultados?
Son varios factores que tienen su origen en la propia estructura de gobierno. La figura de Hugo Chávez como líder se distancia cada vez más del poder actual, sobre todo por la falta de carisma de sus líderes. La profunda crisis económica y social, con un nivel de pobreza que alcanzó el 75% de la población, la mayor inflación del mundo, por encima del 200% y, como si fuera poco, haber alcanzado el primer lugar del mundo en violencia, con más de 28 mil asesinatos solamente en el 2015, con una impunidad que ronda el 97%; el país más violento del mundo, incluso por encima de Honduras.
También hubo tres elementos que afectaron dramáticamente al PSUV como primera fuerza del país: la amenaza y la intimidación, la negación de la responsabilidad por los problemas del país y la corrupción.
¿Cambiaron las políticas gubernamentales a partir del resultado electoral?
Hasta el momento las políticas del Gobierno no han cambiado. De hecho, los principales líderes continúan hablando con un discurso desesperado, un lenguaje reactivo, amenazando como vía de intimidación y negando su responsabilidad ante los fracasos del país, lo que sigue socavando la estructura del partido de gobierno.
Sin embargo, el pueblo, cansado de injusticias, amenazas y de pasar hambre, ha apostado por la separación de poderes, que parece ser el inicio de una renovación de fondo, estructural, de los destinos del país. Transformación que revela, junto a otros países latinoamericanos, como Argentina y Cuba, un fenómeno político que se ha denominado “Primavera Latinoamericana”.
¿Es probable que el resultado electoral conduzca a una agitación social y económica?
Sí, es muy probable. La agitación vendrá necesariamente, porque por primera vez en 17 años hay un contrapeso en el poder. Se enfrentan dos titanes, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que los convenios, los pactos internacionales deben pasar necesariamente por la aprobación de la Asamblea Nacional, también la discusión del presupuesto, la modificación de leyes y la famosa ley habilitante, la cual definitivamente no se le aprobará al presidente Maduro. El 2016 vivirá uno de los momentos más excitantes y dramáticos en la historia democrática contemporánea de Venezuela.
¿Será posible una ley de amnistía en Venezuela?
Fue una promesa de campaña y ha sido en definitiva el primer punto a discutir en la Asamblea Nacional. Aunque el presidente Maduro ya dijo que rechazaría dicho proyecto de ley, las negociaciones terminarán eventualmente con la liberación de los presos políticos encabezados por el dirigente opositor Leopoldo López, quien fue sentenciado a más de trece años de cárcel en un juicio con muchas debilidades jurídicas y criticado tanto nacional como internacionalmente.
¿A partir de este cambio de rumbo será posible un restablecimiento de las relaciones entre Venezuela y los Estados Unidos?
En principio no. A mediano plazo sí. Para mejorar las relaciones con los Estados Unidos es indispensable contar con un Gobierno (ejecutivo) progresista, por lo que esta posibilidad no será de manera inmediata. Sin embargo, con cada espacio ganado el país está más cerca del restablecimiento de relaciones con sus socios naturales, respetando la naturaleza de cada parte y apostando por el desarrollo.
¿Cuál será el próximo gran reto político para Venezuela?
Definitivamente la “batalla colosal en contra de la corrupción”, como lo ha manifestado el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, diputado Henry Ramos Allup. En la medida en que se identifique a los culpables del robo de más de veinte mil millones de dólares, que se penalicen los hechos de corrupción en las misiones del Estado, o que se persiga a los carteles del narcotráfico, claramente estaremos encaminándonos en la ruta correcta para resolver el resto de los problemas de la nación.