Agitando fantasmas

Cuando Axel Kicillof llegó al gobierno –en sus distintas funciones- el periodismo recordó su formación marxista. El ahora ministro de Economía pidió a la prensa –con razón- que dejen de “agitar fantasmas”. No estaba en sus intenciones imponer en la Argentina el ideal comunista. Tal es así que concluí en otra nota, que Kicillof venía a ser un “Keynes argentino”, intentando fortalecer el rol regulativo del Estado.

En la entrevista que ofreció con posterioridad al anuncio de Capitanich sobre la flexibilización cambiaria, Kicillof mostró su preocupación porque los exportadores acopian cereales, particularmente soja, “para especular y presionar una devaluación”. Lo que Kicillof no parece comprender, sin embargo, es la lección básica que la economía moderna nos enseña: “los individuos se comportan bajo incentivos.”

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Consecuencias de la arbitrariedad de Kicillof

“¡Los mismos que nos dijeron durante diez años que el dólar valía un peso, son los que hoy nos quieren convencer de que vale 13!”, fue la frase arrojada por Kicillof ante el lógico pedido de la prensa de hacer preguntas tras el anuncio del Jefe de Gabinete acerca de la flexibilización cambiaria. Un par de días más tarde, en la ya famosa entrevista que Kicillof ofreció a un diario alineado al oficialismo, éste planteó que el tipo de cambio adecuado para los objetivos del gobierno era de $8. Lo que Kicillof nunca explicó es por qué el tipo de cambio a $13 le parece exagerado, y por qué un tipo de cambio a $ 8 le parece adecuado. Mi análisis de la situación, se resume en una palabra: “arbitrariedad”.

Lo cierto es que para conocer cuál es el precio libre de un mercado, se requiere permitir que las personas interactúen libremente en ese mercado. Si restringimos un mercado, entonces ya no tendremos un precio libre, sino un precio intervenido, el cual se sostendrá en la medida que pueda mantenerse la intervención y sus costos. Con un mercado desdoblado, tenemos que hacer dos análisis distintos. En el caso del mercado “oficial”, tenemos que comprender que el gobierno puede obligar al sistema bancario argentino a vender “sus” reservas al precio que desee. En este caso, Kicillof eligió $ 8, y una forma de comprender la arbitrariedad y lo infundado de esa decisión es cómo el BCRA debe intervenir diariamente perdiendo reservas para que su precio no se eleve. En el caso del mercado informal o “blue”, la oferta y demanda restringida de aquellas personas físicas y jurídicas -que podemos definir como “no privilegiados”- y que no pueden acceder a la arbitraria y baja cotización oficial, han fijado un precio de equilibrio en torno a los $ 13.

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