Los sistemas sociales en última instancia debe ser juzgados por sus fundamentos éticos, es decir, por su capacidad de respetar la dignidad del ser humano, por la consideración a las sagradas autonomías individuales y, por consiguiente, a las mejores condiciones de vida posibles en este mundo, espirituales y materiales según sean las preferencias de cada cual dada la liberación máxima de las energías creativas.
Los socialismos en cualquiera de sus variantes significan quitar en mayor o menor medida la libertad de las personas por parte del monopolio de la fuerza que llamamos Gobierno. No tiene sentido alguno hablar de moral cuando no hay libertad. No es moral ni inmoral aquel acto que se realizó por medio de la violencia y es pertinente recordar que la libertad significa ausencia de coacción por parte de otros hombres. No es correcto extrapolar la idea de libertad en el contexto de relaciones sociales a otros campos como la biología o la física.
Como hemos subrayado antes, no se deja de ser libre en el sentido de las relaciones sociales cuando se comprueba que hay personas que alegan que no son libres de bajarse de un avión en pleno vuelo o de ingerir arsénico sin sufrir las consecuencias, ni son menos libres los que están aferrados al tabaco. En este contexto, carece de significación sostener que los pobres no son libres para comprarse un automóvil de lujo, con lo que se confunde la idea de la libertad con la de oportunidad. Sin duda que el lisiado no puede ganar una competencia de cien metros llanos, pero esto nada tiene que ver con la libertad en el contexto de las relaciones sociales. Continuar leyendo