La excusa de la gobernabilidad para no combatir la corrupción

Desde la impactante detención de Lázaro Báez hasta el acto de Cristina Fernández de Kichner en Comodoro Py se produjo un debate entre analistas y politólogos respecto a la conveniencia y la viabilidad de un mani pulite en la Argentina. Después de 12 años de pensamiento único y temores de muchos a opinar públicamente, es bienvenido este intercambio de ideas, más allá de algunas trampas o picardías que se perciben.

El puntapié inicial lo dio el presidente del bloque de senadores, Miguel Ángel Pichetto, como vocero del establishment peronista, que siente pánico ante cualquier atisbo de avance contra la corrupción. Tiene razón Marcos Novaro cuando sostiene que con esta postura conservadora “no podremos cambiar nada, nos tenemos que resignar a la mediocridad de nuestro Estado y de nuestro sistema político”. Por eso, cuando Andrés Malamud dice: “Hay que combatir la corrupción con cuidado”, no hace otra cosa, más allá de su honestidad intelectual, que ser funcional a la continuidad de la impunidad que se vive en la Argentina desde diciembre de 1983.

El proceso democrático que se inició luego de la derrota de Malvinas decidió juzgar las violaciones a los derechos humanos cometidas por miembros de las Fuerzas Armadas, pero optó por no avanzar en la investigación de los muchos hechos de corrupción que fueron casi una política de Estado desde el 24 de marzo de 1976. Sólo hubo un amague con la comisión parlamentaria del negociado de la Italo, pero no fueron juzgados los ex funcionarios que se enriquecieron con el mundial de fútbol de 1978 o el descontrol en las empresas públicas. No sólo Emilio Massera no podía justificar su patrimonio en ese entonces. Continuar leyendo

¿Zannini puede cambiar el escenario?

“Acá hay que barajar y dar de vuelta”, dice un veterano gobernador del PJ luego de haber analizado telefónicamente con sus colegas el cierre de listas que definió con su lapicera la presidenta Cristina Fernández. Evidentemente, la designación de Carlos Zannini como compañero de fórmula de Daniel Scioli no fue recibida con entusiasmo por el establishment peronista. Algo similar provocó entre gobernadores y barones del GBA la camporización de las listas de legisladores nacionales que anticipan un fuerte desembarco de “soldados de la Presidenta” en el Congreso a partir del 10 de diciembre.

Si bien todo esto era previsible y esperado por el pejotismo, quizás nunca imaginaron tanta contundencia en las decisiones de la jefa de Estado. No es una novedad que la dirigencia peronista nunca termina de comprender hasta donde está dispuesta a avanzar Cristina. Pero la dinámica es la de siempre: se enojan mucho, hacen catarsis entre ellos y luego van a la Casa Rosada a aplaudir a la Presidenta. Sin embargo, esta vez perciben que el desembarco de Zannini es un cambio de escenario que, en primera instancia no les gusta y puede provocar efectos electorales.

Más allá de los pruritos del establishment peronista sobre la figura del compañero de fórmula de Scioli, todo parece indicar que el flamante tablero electoral abre interrogantes y ya ha provocado debates en el mundo político, empresario y periodístico. Evidentemente el cuadro de situación ha variado por los gestos enviados por CFK a la hora de definir la alineación que pondrá en la cancha el domingo 9 de agosto. Con pragmatismo, no dudó en bendecir al candidato presidencial que más mide en su espacio político y para neutralizar su imagen de “moderado” lo rodeó de kirchnerismo duro, sobre todo con el peso específico de Zannini y su influencia en la gestión diaria desde hace 12 años.

El primer impacto se percibió claramente entre empresarios y financistas: pesimismo porque percibieron que, si gana Scioli, habrá mucha más continuidad que cambio, sobre todo en la política económica y monetaria. La preocupación se instaló incluso entre aquellos hombres de negocios que simpatizan con el gobernador de Buenos Aires y que han acompañado las políticas K más por necesidad que por convicción. Cambiaron abruptamente las expectativas.

El pesimismo está basado en la sensación exagerada de un triunfo irreversible de un Scioli limitado y condicionado por el entorno de CFK. Creían que hasta el candidato del FPV garantizaba fin de ciclo y las exageradas expectativas de “la lluvia de dólares” porque se iba Cristina. Ahora chocaron con una realidad que no les agrada y aumenta el temor y la incertidumbre a un eventual gobierno que no tendría la misma respuesta o muy parecida a los problemas que tanto preocupan: holdouts, inflación, falta de dólares y desborde fiscal.

El experimento de la camporización de Scioli también ha impactado en la dirigencia política opositora. La mayoría ha tenido sensaciones ambiguas. En primer lugar, comprendieron que la jefa de Estado quiere ganar las elecciones y que ha puesto toda la carne en el asador. Pero a su vez creen que se les presenta una oportunidad, sobre todo a Mauricio Macri, para atraer al voto moderado frente a un oficialismo que no disimula que otra vez “va por todo”. El rol electoral de Zannini cohesiona al kichnerismo pero puede ser un pasivo entre la clase media de centros urbanos, sectores que suelen definir las elecciones presidenciales.

Hasta ahora son todas especulaciones. Todavía no hay números frescos a nivel nacional que permitan medir si hubo algún impacto o no en la sociedad. Y, para peor, los políticos ya desconfían de la mayoría de los encuestadores que se vienen incendiando y dilapidando su reputación con gruesos errores en los últimos comicios. El vice de Scioli es una figura de bajísimo perfil pero en muy pocas semanas va a ser muy conocido. Por eso la pelea va a tener mucho con la comunicación de unos y otros. Obviamente, los opositores intentarán “demonizar” su figura como el “monje negro” que va a manejar un eventual gobierno de Scioli.

El nuevo escenario supone una campaña protagonizada más por Cristina y Zannini que por Scioli, más allá de la voluntad de los protagonistas. El mensaje de la Casa Rosada parece ser “continuidad sin cambios” que no es lo que prometió en su momento Dilma en Brasil o Pepe Mujica en Uruguay. Por lo menos, había matices. Macri y sus aliados de “Cambiemos” encajan mucho mejor frente a la apuesta K: una polarización sin mucho lugar para “la ancha avenida del medio”. Pero la moneda está en el aire y aún nadie sabe cómo termina este proceso electoral.

La guerra por el control de la inteligencia

No le va a resultar nada sencillo al gobierno de Cristina Fernández salir del laberinto de horror en que se ha metido después de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Probablemente los K estén enfrentando la crisis más complicada desde que llegaron a la Casa Rosada, casi terminal y no muestran los reflejos y la audacia de otras veces.

Siempre el kirchnerismo se las ha arreglado como para revertir o superar crisis, tragedias o papelones con un costo creciente pero no fulminante. Claro que las malas praxis fueron llevando a Cristina a ir perdiendo popularidad para quedarse prácticamente solo con el respaldo del voto cautivo.

Quizás en esta oportunidad la gravedad del  escándalo pueda perforarle un poco esa “base de fierro”. No es seguro, ya que la famosa “grieta” impide a muchos que aún se identifican genuinamente con el Frente para la Victoria analizar la gravedad del momento. Lo viven con la lógica futbolera que se ha metido en la política y en parte de la sociedad en la última década, casi con la liviandad de “no fue offside” o “ a estos hay que ganarles sobre la hora y con un gol con la mano”. Una pelea a muerte.

Pero la dinámica que ha adquirido el horrendo sainete en torno al deceso del fiscal va a complicar la gobernabilidad, el proceso electoral y hasta probablemente la transición con la próxima administración. El cadáver de Nisman y sus consecuencias van a estar presente en cada una de las acciones administrativas y políticas de oficialismo y oposición.

Para comenzar es muy probable que el velatorio y el entierro -aún se desconoce la fecha por las pericias forenses que reclamó su ex mujer Sandra Arroyo Salgado- convoque a una multitud indignada y atemorizada. Puede llegar a transformarse en la mas importante concentración contra el kirchnerismo por la cantidad y por los símbolos políticos que se emitirán en cada detalle.

No cabe ninguna duda que la jefa de Estado es la principal afectada por esta muerte y todo lo que se diga y se haga va a ser computado en su contra. Además sin muchos argumentos sólidos para la defensa. Pero ella no se va a quedar a la defensiva y redoblará la apuesta, como se vio ayer en su aparición por cadena nacional. En consecuencia: cada vez crecen mas las chances de ingresar en una “guerra de carpetazos” sin cuartel que salpique para todos lados.

Obviamente, la Presidente tiene mucho que perder frente a eventuales e incómodos secretos de Estado que muchos enemigos del Gobierno están dispuestos a ventilar y a llevar a la Justicia, donde jueces y fiscales sacan turno para golpear a la Casa Rosada. “Bonadio cree que podría haber terminado como Nisman en diciembre del año pasado”, se escucha con temeridad en el submundo de la política. También se comenta que Stiusso “está dispuesto a usar todo su arsenal para que no lo arrasten”.

Por eso considerar que estamos frente a “una interna de los servicios” es una frivolidad temeraria. La crisis ronda lo institucional, afecta al mundo político y amenaza con enrarecer aun mas el clima. La génesis de este doloroso thriller se sitúa en 2013 con el crimen de Pedro Viale, alias “El Lauchón”, agente de la SI y muy cercano a Stiusso por efectivos del Grupo Halcón de La Bonaerense. Un asesinato que no tuvo gran repercusión mediática pero sí mucho impacto en la política.

“La boleta de El Lauchon dejó en evidencia que comenzaba una guerra de poder por el manejo de la inteligencia (poder e información) para los próximos años”, dicen hombres que han transitado por el intrincado nexo entre espías y los jueces federales. Una zona gris muy sinuosa. Interpretan que la Casa Rosada miró para otros lado cuando salieron a la calle a dirimir sus diferencias la Policía de Daniel Scioli y el ex hombre fuerte de la SI. Con la supuesta aparición estelar del general César Milani.

Esto explica porque, según publicó La Nación el 22 de diciembre del año pasado, el gobernador de Buenos Aires se reunió con Stiusso a instancias del ex subjefe de la SI, Francisco Larcher. La guerra ya estaba declarada ya que ese encuentro, según fuentes confiables, no terminó nada bien. En el área de inteligencia apuntan contra la alianza entre Scioli y Milani. Y es notoria la mesura y la incomodidad del mandatario bonaerense luego de conocerse el deceso del fiscal de la AMIA.

 “Todos pueden cobrar en esta guerra, sobre todo los presidenciables”, se escucha en mesas políticas bien informadas. Es natural y obvio que la mayor debilidad la tienen Cristina y Scioli pero la semana pasada desde usinas K intentaron embarrar a Mauricio Macri por la causa de la escuchas y el rol del Fino Palacios con Misman. Pero el jefe de Gobierno porteño se sabe bien blindado.

Tiene comisarios con mucha calle y experiencia en la conducción de la Policía Metropolitana y hasta el apoyo táctico de Elisa Carrió. También dicen que Sergio Massa ha tomado sus recaudos: ha fichado en sus filas a Larcher y otro ex subjefe de la SI, Darío Richarte, para evitarse eventuales dolores de cabeza como la operación de 2013 del gendarme que entró a su casa.

Hasta el Papa Francisco aparece en el radar, aunque no por su propio interés, obviamente. En los últimos días, un sitio web del ultra-oficialista Roberto Navarro difundió una información sobre un supuesto apoyo a CFK que traía del Sumo Pontífice el embajador argentino en la Santa Sede, Eduardo Valdés. Es decir intentaron involucrarlo en la crisis de Nisman al lado de la jefa de Estado. Obviamente fue desmentido.

La cuestión es que, de acuerdo a fuentes confiables, Valdés está enfrentado con Stiusso desde los tiempos de la pelea con Gustavo Béliz y se muestra interesado en esta guerra. Dicen que opera con el espía de origen radical, Jose Luis Vila, para tener su propia estructura de inteligencia en Roma. Vila ha quedado fortalecido en la SI desde la salida de Stiusso y esta muy cerca de Fernando Pocino, el ganador de esa contienda.

En definitiva, todos contra todos. Un combate sin reglas que va dominar la escena política y electoral y con pronóstico reservado. Luchan para ver quién se queda con el control del poder de la inteligencia.

Interrogantes electorales

Pese a que el preocupante contexto económico parece haber menguado la dinámica electoral, no cabe ninguna duda que en este último cuatrimestre la dirigencia política comenzará a reposicionarse y a tomar decisiones para los comicios del año próximo. Más allá del protagonismo que vienen adquiriendo los tres presidenciables que mejor miden (Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli), lo cierto es que los gobernadores darán mucho que hablar.

Tal como ocurrió en 1999, cuando la mayoría del peronismo sabía que se venía una derrota a nivel nacional a manos de la Alianza, otra vez la mayoría de los mandatarios del PJ van a adelantar las elecciones locales de las presidenciales para despegarse del costo político que pagará esa “marca registrada” por el final de la gestión de Cristina. Aunque muchos temen que ni el desdoblamiento los salve de un revés en las urnas por el hartazgo de la opinión pública frente a tantos años de malas gestiones del justicialismo. Ya se pronostican varios triunfos electorales de candidatos de la UCR

Los caudillos peronistas del interior ya tuvieron en las elecciones legislativas del año pasado un llamado de atención. Fueron derrotados en Jujuy, Catamarca, La Rioja, Santa Cruz, Chubut -feudos donde siempre fueron imbatibles- y no les fue nada bien en Córdoba, San Juan, Salta, Tucumán. Por eso hoy más que nunca la determinación de la fecha de elecciones es una herramienta atada a la estrategia electoral con la que cuentan los gobernadores hasta último momento, aunque en algunos casos el desdoblamiento es norma, como sucede en la Ciudad de Buenos Aires, Chaco y Tierra del Fuego.El escenario se va perfilando de la siguiente manera:

Provincia de Buenos Aires: Se unifican ya que sigue vigente la legislación para realizarlas en simultáneo con las presidenciales. Un hipotético adelantamiento de los comicios bonaerenses podría aparejar algo más que un susto para el peronismo a la hora de retener la gobernación y gran parte de los municipios del Conurbano.

Ciudad de Buenos Aires: Por legislación se realizan desdobladas desde que se aprobó la autonomía porteña, aunque esta vez se analiza unificarlas. El costo que implica realizar seis elecciones en un año (PASO local, primera vuelta y segunda vuelta, en dos oportunidades) y el beneficio político que podría implicar para algunos candidatos ir pegados en la boleta con el candidato presidencial. Para hacerlo, se debe aprobar una ley en la Legislatura porteña. Se estima que las PASO de la Ciudad se realizarán en abril. Mauricio Macri definirá antes de fin de año, aunque su fuerza política es favorita sea unificadas o desdobladas.

Córdoba: El gobernador José Manuel De la Sota ya anunció que se realizarán elecciones desdobladas, siendo en “agosto o septiembre” los comicios para cargos provinciales. En esta oportunidad, el delasotismo corre riesgo de perder el distrito a manos de una eventual alianza entre la UCR y el PRO. Mucho va a influir lo que ocurra este mes en las elecciones municipales de Marcos Juárez donde debuta esa coalición entre radicales y macristas.

Santa Fe: Desdobladas. Se estima que las PASO provinciales pueden llegar a ser en el primer semestre del año, y nadie hasta ahora habló de fechas, aunque para febrero o marzo puede estar el cierre de listas. La fecha de los comicios provinciales estará entre junio y julio donde el Frente Progresista intentará conservar la Gobernación frente al sostenido avance en las encuestas del macrista Miguel Del Sel.

Mendoza: En los últimos años se han unificado con las presidenciales pero el gobernador Paco Pérez, flamante titular del PJ provincial, debe analizar si no les conviene adelantar. Las opiniones están divididas, ya que los allegados al mandatario creen que deben jugar en octubre con Scioli porque Pérez aspira a ser su compañero de fórmula, mientras que otros sostienen que hay que apuntar salvar la ropa en el distrito ante un escenario electoral muy desfavorable donde aparece el radicalismo como favorito.

Jujuy: Por ahora serían unificadas, pero el temor a una derrota el año que viene le quita el sueño al gobernador Eduardo Fellner y ahora analiza anticipar los comicios locales. No quiere perder como el año pasado pero sabe que si adelanta puede favorecer al senador Gerardo Morales, quien aparece bien posicionado en las encuestas. Además la desaprobación de la gestión nacional es un lastre que debe sumar a la propia, si es que Fellner quiere volver a ser reelecto. Aunque es uno de los mandatario más sciolistas. Interrogante.

Salta: Las PASO se realizarán el 12 de abril y las provinciales el 17 de mayo. De esta manera el gobernador Juan Manuel Urtubey las separa bastante de los comicios presidenciales de octubre. A esta altura, ya no cree tanto en su proyecto presidencial sino que especula más con ganar el distrito y luego apostar a ser compañero de fórmula de Scioli. Aunque primero deberá derrotar una eventual alianza entre Juan Carlos Romero y Alfredo Olmedo. No la tiene nada fácil.

Catamarca: La gobernadora Lucía Corpacci esta vez no desdoblaría los comicios pese a la derrota del año pasado y a las chances que tiene el radical Eduardo Brizuela del Moral de recuperar la provincia.

Tierra del Fuego: La gobernadora Fabiana Ríos, sin reelección, anticipará para el primer semestre donde aparece como favorito el intendente radical de Ushuaia, Federico Sciurano, con quien viene coqueteando Massa.

Chubut: Todo apunta a que el gobernador Martín Buzzi apuesta a unificar, ya que es otro que sueña con ser compañero de fórmula de Scioli.

Chaco: El gobernador provisional Juan Carlos Bacileff Ivanoff pateó el tablero y adelantó las PASO locales para el 8 de marzo y las provinciales para el 20 de septiembre. Una mala noticia para Jorge Capitanich: no tiene reelección y no controla su distrito, por la pelea que mantiene con su sucesor. El flamante cronograma podría favorecer a la intendenta radical de Resistencia, Aida Ayala, quien lidera las encuestas. Massa y Macri intentan seducirla.

Río Negro: El senador Miguel Ángel Pichetto, gran favorito en las encuestas, y el gobernador Alberto Weretilneck, reciente incorporación del massismo, sostienen que los comicios locales podrían realizarse en el primer semestre de 2015.

Tucumán: El gobernador José Alperovich es otro que quiere desdoblar para retener su distrito sin depender del kirchnerismo. No tiene reelección y apuesta por su esposa Beatriz Rojkes para enfrentar al radical José Cano, quien lidera las encuestas.

San Juan: Podrían ser unificadas pero el gobernador José Luís Gioja tiene muchas dudas respecto a su futuro. Los últimos sondeos indican que el PJ estaría perdiendo en varias localidades y por eso se especula con que el mandatario no iría por una nueva reelección.

Entre Ríos: Sergio Uribarri también juega al misterio ya que su proyecto presidencial puede obligarlo a unificar si es que finalmente integra alguna fórmula. En caso contrario optaría por adelantar para asegurar la provincia.

Neuquén: El gobernador Jorge Sapag anunció luego de ganar la interna del MPN que no va modificar la Constitución y adelanta los comicios para el primer semestre del año próximo. La derrota del petrolero Guillermo Pereyra puso suspenso sobre sus chances de poder ser el futuro gobernador. Aunque la pelea va a estar entre los candidatos de esa organización provincial con Sapag como gran elector.

Santa Cruz: En el feudo de los Kirchner se unifica el cronograma electoral a pesar de las serias chances del radical Eduardo Costa de quedarse con la gobernación.

Misiones: A definir, pero se presume que Maurice Closs impulsará las elecciones desdobladas. Todavía no se definió el calendario, aunque las últimas dos elecciones fueron desdobladas.

La Pampa: Siempre han ido unificadas pero será una cuestión que definirán el gobernador Omar Jorge con el senador Carlos Verna.

La Rioja: El gobernador Luís Beder Herrera confirmó que unificará aunque por primera vez el peronismo corre el riesgo de ser derrotado por la UCR con la candidatura del diputado Luís Martínez, ganador de la contienda del año pasado. Avala esa idea la posibilidad de que el peronismo pueda perder esa provincia.

Formosa: Gildo Insfrán va por otro mandato y cree que no necesita adelantar.

San Luis: Los hermanos Rodríguez Saá deberán definir la estrategia con el gobernador Claudio Poggi.

En Corrientes y en Santiago del Estero no se elige gobernador.

La transición más difícil

No cabe ninguna duda que una vez terminado el Mundial de Fútbol de Brasil comienzan los aprontes para la campaña electoral. Los presidenciables comenzarán a posicionarse para intentar instalar su imagen antes de definir las eventuales alianzas que se esperan para el año que viene.

De todas formas, el escenario y las estrategias electorales que se implementen van a estar absolutamente supeditadas a como le vaya a la presidenta Cristina Fernández en el manejo de la transición. Desde Daniel Scioli, pasando por Mauricio Macri y Sergio Massa, a ninguno le conviene un final muy friccionado o con crisis. Obviamente el gobernador de Buenos Aires es el principal interesado en que CFK termine lo mejor posible. Pero nadie quiere problemas porque se sabe que la herencia va a ser muy complicada.

En el mundo opositor y en gran parte del peronismo la gran preocupación está centrada en como llegará la economía al final de la gestión de Cristina. En declaraciones públicas reina la cautela porque nadie quiere mostrarse excesivamente pesimista y asustar al electorado. Otros subestiman el peso de la herencia y se convencen sobre la buena onda financiera que va a despertar el regreso del cristinismo al llano. Pero los integrantes de los equipos económicos de aquellos que ya están anotados en la carrera electoral no ocultan sus temores.

Si bien no hay pronósticos apocalípticos, se percibe una corriente de opinión que apunta a dos escenarios. El que cuenta con menos adeptos indica que los problemas cambiarios, la inflación y el frente fiscal pueden llevar a la jefa de Estado a tomar más medidas impopulares que compliquen seriamente el final de gestión. La mayoría de esos economistas creen que, con grandes esfuerzos, podrá llegar a diciembre del año que viene muy deteriorada pero sin sobresaltos de consideración.

Si finalmente se cumple ese pronóstico la herencia que reciba la nueva administración va a ser muy complicada porque se siguió barriendo bajo la alfombra. Eso quiere decir que el sucesor tendrá un margen estrecho para desactivar la bomba de tiempo que encontrará en la Casa Rosada. Massa, Scioli y Macri, los tres hoy aparecen con más chances de ganar, reciben inquietantes informes de sus colaboradores económicos. Les anticipan que en caso de asumir deberán tomar medidas antipáticas y con costo político.

El margen de maniobra que tenga el próximo jefe de Estado tendrá una relación directa con el nivel de popularidad que exhiba CFK cuando deba entregar la banda. Todo depende de su retirada. Una cosa es irse como Carlos Menem en 1999 y otra muy distinta es abandonar el poder como Raúl Alfonsín 10 meses antes. Aunque en ambas transiciones hubo mucho diálogo y responsabilidad institucional entre los que llegaban y se iban.

Esos antecedentes no aparecen disponibles en estos tiempos donde el diálogo es nulo entre los dirigentes políticos y el kirchnerismo nunca quiso conversar con nadie, siempre buscó imponer. Claro que la aproximación al final del mandato podría sacar a los K de la intransigencia y sentarse a negociar con aquellos que tengan más chances de transformarse en sucesión. Aunque la verticalidad y el personalismo del gobierno llevaría a los opositores a pedir la presencia de Cristina o de Carlos Zannini en esos eventuales encuentros.

¿Qué podría poner el kirchnerismo en una mesa de negociación? Algunos sostienen que reclamarán un “cuidado especial” para la jefa de Estado y otros funcionarios ante probables citaciones judiciales ¿Quién estará en condiciones de cumplirle esas exigencias? ¿La opinión pública avalará esta vez un nuevo acuerdo de impunidad? Todo dependerá del nivel de popularidad que tenga la señora de Kirchner en ese momento y del poder político que conserve cuando saque sus pertenencias de la Quinta de Olivos.

Todo parece indicar que entre hombres y mujeres importantes del oficialismo reina mucho temor respecto a la contraofensiva del Poder Judicial sobre denuncias de corrupción. Todavía hay muchas causas abiertas, otras empiezan a moverse porque jueces, fiscales y camaristas perciben que en el arco opositor se ha iniciado un debate sobre la conveniencia o no de impulsar una CONADEP de la corrupción, idea que impulsaba Chacho Álvarez contra el menemismo pero que los radicales se encargaron de desactivar rápidamente.

¿Cómo reaccionaría Cristina frente a un escenario hostil? ¿Tendrá capacidad de daño? ¿Se animaría a usarlo para condicionar a su sucesor? Todas estas preguntas se escuchan cada vez con más asiduidad entre la dirigencia opositora. Evidentemente en los espacios políticos con chances presidenciales preocupa más el comportamiento de CFK en los últimos meses de gestión que la propia herencia.

La información publicada el lunes por el periodista Mariano Obarrio en el diario La Nación respecto a que el kirchnerismo estaría decidido a pasar a planta permanente de la administración pública más de 7000 militantes de La Cámpora, nombrar conjueces y magistrados, entre otras cosas, para condicionar al próximo gobierno anticipa el pronóstico de una transición muy complicada. No habría que descartar que el kirchnerismo se vaya del poder con el mismo estilo con el cual gobernó. Confrontar para conservar poder.

Por eso la expectativa del año próximo apuntará más a cómo se va Cristina del gobierno que al nombre de su sucesor. Una vez desentrañados los interrogantes expuestos anteriormente y dimensionada la envergadura de la herencia se sabrá cómo podrá moverse la nueva administración.  Teniendo en cuenta que es muy probable que a quien le toque gobernar no cuente con mayoría parlamentaria, el Congreso va a quedar muy atomizado.

La mirada preocupada de aquellos que se sienten con chances de ganar las presidenciales del año que viene se sintetiza con algunas inquietudes que se han escuchado últimamente en la intimidad política. ¿Qué encontrará el primer funcionario del nuevo gobierno en el Tesoro Nacional cuando llegue al Ministerio de Economía? ¿Cómo hará el sucesor de Mariano Recalde para gestionar el déficit de Aerolíneas Argentinas? ¿Los camporistas aceptarán sus directivas? Demasiados interrogantes para tan pocas certezas.