Scioli, o el kirchnerismo por otros medios

Se terminaron las incógnitas y las especulaciones. En las elecciones más importantes y con mayor incertidumbre de la última década finalmente las cartas están sobre la mesa. No sólo se define la continuidad, o no, del modelo a través de otros intérpretes sino que la única protagonista viva del matrimonio que conduce con mano de hierro los destinos del país desde hace 12 años no se presentará a cargo electivo alguno después de 25 años. Recordemos que desde 1989, cuando fue electa diputada provincial por Santa Cruz, Cristina Fernández de Kirchner fue saltando de uno a otro cargo hasta la actualidad. En esta oportunidad decidió no someterse a la elección por voto popular (tal vez intuya una derrota) y dejar en varios delfines la tarea de seguir reportándole desde las entrañas del poder, donde conserva operadores visibles y no tanto en los tres estamentos del Estado.

La semana política se sacudió cuando Daniel Scioli anunció que quien lo acompañaría en la lucha por el Poder Ejecutivo nacional sería el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia y monje negro del Gobierno, Carlos Zannini. Una jugada sorpresiva y que trajo consecuencias inmediatas, tales como la automática imposibilidad para Florencio Randazzo de competir en las PASO. El ministro de Seguridad y Transporte de la Nación tuvo que escuchar de boca de su rival -a través del canal C5N- que quien lo impulsaba y apoyaba para competir en esa interna sería ahora parte de la única fórmula aceptada por la presidente. Aquel hijo de albañil, militante de Vanguardia Comunista (maoísta), abogado, 4 años preso en La Plata y que con el advenimiento de la democracia se mudó a Santa Cruz donde conoció a Néstor y Cristina Kirchner a quienes acompañó hasta el día de hoy, comparte la fórmula con el ex motonauta, ex empresario, ex menemista y eterno estudiante de marketing Daniel Scioli. Sin dudas la presidente ve riqueza en los contrastes o bien, parafraseando a Carl Von Clausewitz, ve en Scioli-Zannini la continuación del kirchnerismo por otros medios.

Así como es difícil imaginárselo a “El Chino” ejerciendo un papel secundario (por más invisible que sea), no lo es en el caso del gobernador (por más visible que sea). La misma definición de las listas del Frente para la Victoria en todos los niveles lo demuestra. Scioli no pudo poner gente de su confianza en casi ningún lugar, y la confección de las mismas quedó bajo exclusivo dominio de Cristina, Máximo y el propio Zannini. Fue el precio que aceptó pagar para no verse impedido de competir dentro del espacio del FPV y así tener chances de cumplir el sueño de sentarse en el sillón de Rivadavia. En alguna medida, este outsider traído a la política por Carlos Menem en 1997 sigue actuando como tal, su ámbito más natural parece seguir en la farándula y sería sin dudas ubicado por los kirchneristas más conspicuos en los oprobiosos contornos de la “anti política” (si no fuera porque es su propio candidato).

Del lado de la oposición, las cartas se acomodaron relativamente como se esperaba. Mauricio Macri decidió apartar aquel enojo con Gabriela Michetti porque no quiso pelear en la provincia de Buenos Aires (en 2013) y desafió sus planes en la ciudad con una postulación para jefa de Gobierno porteño que a su vez rechazaba el ofrecimiento que ahora, habiendo perdido la interna con Rodríguez Larreta, finalmente acepta. La fórmula parece dejar conformes a ambas corrientes internas dentro de los estrategas del partido porque si bien encumbra una fórmula PRO pura, lo hace a través de una figura reconocida también fuera de los límites partidarios al tiempo que formará parte de la interna de Cambiemos con la que pretenden aglutinar y consolidar un frente opositor compacto y cohesionado para enfrentar al sciolismo kirchnerizado, o mejor dicho, al kirchnerismo con Scioli de mascarón de proa.

La elección a gobernador en la provincia más importante del país quedó a merced de señales políticas que aportaron más confusión que claridad. En el caso del Frente para la Victoria, el baño de humildad solicitado por la presidente se lo dieron los dirigentes que a priori aparecían con mayores posibilidades de pelear la gobernación, y le dieron espacio a dirigentes como Aníbal Fernández –dueño de una alta imagen negativa- y a Julián Domínguez, un completo desconocido para el gran público bonaerense. Por el lado del Frente Renovador, la salida inexplicable de Francisco De Narváez –tal vez el candidato que contaba con más chances de obtener la gobernación- había dejado en manos de una desconocida Mónica López la candidatura más importante a nivel distrital, por lo que a última hora, y no habiendo podido acoplarse a un frente más amplio con Mauricio Macri, Sergio Massa reflotó la candidatura de un viejo conocido de los bonaerenses como Felipe Solá. Por el lado de Cambiemos, pudo conformarse una sola lista que combina la voluntad de cambio y nuevos aires (personificado en María Eugenia Vidal) con un anclaje territorial que permita fiscalizar un inmenso y difícil territorio (de la mano del presidente de la UCR bonaerense Daniel Salvador). Atrás quedó la inexplicable postulación de Cristian Ritondo, que parecía exclusivamente destinada a salvaguardar la moral de los fundamentalistas del Propurismo.

Las listas para conformar el próximo Congreso Nacional también trajeron novedades y algunas confirmaciones. El PRO apostó por la trayectoria política de Patricia Bullrich para la Ciudad de Buenos Aires y por un outsider, que no obstante siempre se mantuvo cercano a la política, como el periodista Fernando Niembro para la provincia de Buenos Aires. El FPV por su parte siguió haciendo gala de kirchnerismo puro apostando por Axel Kicillof en la capital y por “Wado” de Pedro en territorio bonaerense. La protección judicial que aparece tan necesaria para algunos funcionarios del Gobierno podría llegar a Julio De Vido de la mano de una diputación bonaerense mientras que dejará afuera al vicepresidente Amado Boudou.

La familia Kirchner se encamina a la extraña situación de Máximo sometiéndose por primera vez al voto popular como candidato a diputado nacional por Santa Cruz mientras que Cristina vuelve a la vida del ciudadano común, sin fueros parlamentarios. Novedades que sin dudas, y de la mano de quien resulte finalmente triunfador en las elecciones de octubre, van a generar movimientos en el Poder Judicial, que podrían también marcar un derrotero diferente al que estamos acostumbrados en cuanto al juzgamiento de aquellos que usaron a la política en beneficio propio.

El poder de la lapicera

El gobernador salteño Juan Manuel Urtubey lo dijo sin tapujos: “La realidad práctica es que el que tiene la lapicera conduce”. No le debe haber caído en gracia esta afirmación a la Presidente y sus discípulos, pero el joven gobernador ya piensa en el futuro. Dijo también que apuesta por un triunfo del peronismo, pero no se muestra distante del jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. Quiere ser partícipe de la construcción de poder en el país que viene a partir de diciembre y no lo oculta. No está dispuesto a tolerar un mando tan centralizado como el que ejercieron Néstor y Cristina en estos doce años de gobierno y no es el único de los gobernadores del peronismo que piensa así. Continuar leyendo

El día después de mañana

Las elecciones generales de octubre, en las cuales tendremos la posibilidad de elegir un presidente por los próximos 4 años, presentan innumerable cantidad de imponderables por develar pero una certeza: ni Cristina Fernández ni Máximo Kirchner van a ocupar el sillón de Rivadavia luego del 10 de diciembre. Esta verdad de Perogrullo es la que más preocupa a la Presidente. Saber que después de 12 años nadie de su familia va a estar en el poder la inquieta. Su hijo ha logrado conformar y consolidar -con todos los medios disponibles a su favor, claro está- un conglomerado de poder económico (negocios familiares) y político (La Cámpora) de relevancia endogámica. Ese inmenso dominio no le ha dado -por motivos que no pretendo aquí analizar- la posibilidad de ser una opción electoral viable para su facción. La presidente sabe que hay varios frentes de tormenta que se avecinan y, emprendedora como es, va a tratar de ponerles coto. En el frente judicial, a diferencia de lo que ocurrió con el menemismo -donde los hechos de corrupción se debían investigar sobre situaciones pasadas y fortunas presentes- el kirchnerismo tiene sociedades que perduran en el tiempo y que pueden ser tanto su sostén como su derrumbe. Continuar leyendo

La Patria es sólo kirchnerista

“Si no se quiere al pueblo, si no se quiere al prójimo, es imposible querer a la patria. La patria es el otro, la patria es el prójimo”; con esas palabras en el 31 aniversario del inicio de la guerra de Malvinas, la presidente Cristina Fernández de Kirchner dejó sentada una frase que, recortada, es usada –aunque cada vez con menos entusiasmo- por sus militantes como eslogan. Profundizando en el significado que tendría este concepto encontramos la explicación de José Pablo Feinmann -uno de los intelectuales preferidos del kirchnerismo- quien en un artículo del diario oficialista Página 12 sostuvo, basándose en el pensamiento de Emmanuel Levinas, que “es imposible edificar una democracia sin una ética de la alteridad que haga del otro lo presente en mí, completándome”, para luego rematar que “nadie puede creerse la patria. La patria es una urdimbre de otredades que se requieren las unas a las otras”. Pero como José Pablo tiene capacidad para observar lo que sucede (aunque pueda encontrarle luego algunas explicaciones algo antojadizas), acepta que el concepto vertido por la Presidente incluye el conflicto y por lo tanto “la patria es el otro, pero no todos son el otro”, y así termina concediendo que el lema es una utopía porque “ellos, el poder, el establishment, los monopolios, jamás pensarán que la patria son los otros”. Continuar leyendo

La burocracia camporista

Junto con la presentación del libro “Fuerza Propia. La Cámpora por dentro” de Sandra Ruso -periodista de 678 que definió a su profesión como una forma de hacer política y que se ha constituido como biógrafa oficial de la familia presidencial-, se dieron a conocer algunas ideas que Máximo Kirchner le brindó a esta periodista militante para la confección de la obra que la propia Sandra dijo tener escrita desde hace tiempo pero que requería de su aprobación para lanzarla y así tratar de convertirla en la historia oficial de la agrupación juvenil (dudoso mote para una corriente que tiene a muchos militantes mayores de 35 años) y que sirva al mismo tiempo como contracara del molesto libro  de Laura Di Marco. Curiosamente, o no tanto, ambos ejemplares son de la editorial Sudamericana, que ahora publica el libro de Russo bajo el sello Debate.

En lo que da a conocer el libro acerca de las dos entrevistas que Sandra Russo le hizo a Máximo Kirchner para la publicación (no se dio a luz el audio de las mismas), el hijo de la presidente da algunos indicios tanto de su propia agrupación como de la relación que ésta tiene con el gobierno de su madre. En primer lugar, queda claro que La Cámpora es actualmente el principal sostén político del kirchnerismo, que pretende perpetuarse como factor de poder, que tal vez opte en el futuro por formalizarse como partido político en reemplazo del “contaminado” Frente para la Victoria y del “arcaico” Partido Justicialista, que las reglas de la democracia liberal poco le importan y que pretende transformarse en el grupo de poder predominante de la vida política nacional. Seguramente sin saberlo, Máximo Kirchner irrumpe en la vieja discusión entre dos importantes cientistas sociales norteamericanos, como lo fueron Charles Mills y Robert Dahl, acerca de si las grandes decisiones de un país (ellos se referían a Estados Unidos) son tomadas por una elite reducida (Mills) o por una pluralidad de grupos que compiten, se limitan y cooperan entre sí (Dahl). Inclinándose sin dudas por la teoría de Mills, el hijo presidencial está en la búsqueda de transformar a su agrupación en esa elite que a su vez impregne todos los estamentos donde haya toma de decisiones políticas y económicas relevantes.

Sin dudas sería poco democrático y absolutamente insensato negarle la posibilidad a una agrupación política de apostar por su continuidad en el tiempo; lo que sí se debe tratar de evitar es que esa continuidad sea utilizando recursos públicos y en desmedro de quienes sí están capacitados para participar de la gestión estatal desde el lugar de la profesionalización y el conocimiento y no desde la ideología y el sectarismo.

Hasta el momento, los miembros de La Cámpora no sólo han cooptado una variedad de altos cargos en empresas públicas y organismos estatales sino que toda la administración ha sido por ellos tamizada, y con esto la profesionalización de la burocracia estatal está más lejos que nunca. Es sintomático que un gobierno que gasta fortunas en propaganda, no le de ninguna difusión a los mecanismos de ingreso al Sistema Nacional de Empleo Público (SINEP). Vale recordar que con Gustavo Béliz como presidente del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP) durante la primera presidencia de Carlos Menem, se había intentado transparentar el ingreso al Estado y profesionalizar el desempeño de sus miembros, creándose para ello un bienintencionado Sistema Nacional de la Profesión Administrativa (SINAPA) que luego resultó malogrado por el nulo interés de los políticos en perder ese sistema de pagos y recompensas en el que transformaron la burocracia estatal y que ha sido llevado hasta el extremo por el kirchnerismo.

La Cámpora no sólo pretende dejar en el Estado sus bases de poder para retomar el comando institucional a partir de 2019 sino que, como sostiene Máximo, a la “prole” que sigue a Cristina Kirchner poco le importan los tiempos institucionales. El objetivo es simular alternancia mientras el kirchnerismo conserva el poder en las sombras. Ante estas definiciones del hijo de la presidente, sería absurdo pensar que habrá apoyo real a algún candidato que no sea propio del riñón kirchnerista. Por si a Scioli le quedaba alguna duda, Máximo espetó “los pibes quieren ir con lo propio”. Para Cristina y Máximo, tanto Daniel Scioli como Sergio Massa, y hasta el propio Florencio Randazzo, son enemigos políticos a los que tratarán de eclipsar. De hecho, el ministro puede aferrarse al cargo por ser uno de los pocos funcionarios públicos que tiene algunos logros de gestión para mostrar, sobre todo ante un gabinete desgastado y plagado de fracasos.

En este contexto, podríamos aseverar que tenemos para los próximos años un pronóstico reservado en cuanto a la eficiencia del Estado para la administración de recursos y la eficacia para la resolución de problemas. Tomar los recursos de todos como coto de caza para la propia facción es condenar al conjunto de la sociedad a llevar a modo de lastre todo lo que provenga del sector público y sumarle a éste mayor desprestigio del que actualmente tiene. De esta manera queda truncado el mandato al que todo buen gobierno debe tender, que es poner al Estado al servicio del ciudadano y no al revés.

Usando la terminología de Nicolás Maduro para hablar de la enfermedad que afectó a su antecesor en el poder, podemos decir que La Cámpora inoculó en la administración pública una forma de llevar adelante las tareas de gobierno con la cual van a tener que lidiar quienes asuman a partir de 2015. Rechazando la excelencia, la competencia y el mérito por ser “neoliberales”, esta agrupación tendrá un lugar rentado donde reagruparse mientras intenta preparar su regreso al poder formal a partir del 2019, seguramente a través de algún miembro de la familia Kirchner.