Desde hace más de diez años -llevamos varias décadas- nuestro pueblo, nuestras familias, experimentan una gran desilusión por el sin sentido de la misma educación. La formación de los directivos, de los profesores y maestros tiene como “tronco común” de este proceso educativo general, de su fundamentación y de la cultura vigente, la ideologización de lo educativo. Se entiende por ideologización una desvinculación con la realidad desde el punto de vista gnoseológico y práctico que afecta la formación intelectual y, por lo tanto, el sentido común en el trato personal educativo. Esta ideologización de lo educativo exhibe, en los diversos centros de formación docente, maestros de esta ideologización que, por supuesto, influyen en los futuros educadores y en la actividad áulica de nuestras escuelas.
¿Qué ribetes muestra la ideologización de lo educativo? Los síntomas están a la vista: con un camuflaje aparentemente didáctico y ediciones de libros que llegan a las diversas jurisdicciones, se expone a los alumnos -niños, adolescentes y jóvenes- a la desvalorización de la vida y del amor, a considerar el conflicto como esencia de la historia, a proponer contenidos con lenguaje chabacano descendiendo a la promoción de lo vulgar y lo promiscuo.