Dólares cuidados contra dólares descuidados

En la medida en que la dupla Axel Kicillof-Alejandro Vanoli no comprenda que el aumento de la inflación es producto de una desmedida emisión de pesos del Banco Central (BCRA) para financiar un abultado déficit fiscal. Y que, por otro lado, el BCRA no puede seguir dilapidando sus reservas internacionales para vender dólares baratos a la gente, como el dólar ahorro y dólar turista, al Estado para pagar sus obligaciones de deuda pública y a algunas empresas para pagar sus importaciones, el rango de una futura devaluación del peso frente al dólar será cada vez mayor.

Basta comparar el saldo comercial del Indec, que se mide con exportaciones menos las importaciones, y las ventas de dólar ahorro del BCRA entre enero y julio de 2014 y 2015 para entender el problema. En el 2014 el saldo comercial fue de unos 4400 millones, mientras que las ventas de dólar ahorro llegaron a los 1000 millones de dólares, lo que deja una diferencia positiva de unos 3400 millones de dólares. En cambio, si comparamos el mismo período en este año, la diferencia es negativa de unos 1600 millones de dólares como consecuencia de un superávit comercial de unos 1400 millones contra ventas de dólar ahorro por 3000 millones. Esto refleja que el BCRA está vendiendo más dólares ahorro de los dólares netos que le quedan entre la liquidación que hacen los exportadores y las compras que hacen los importadores. La dupla Kicillof-Vanoli vende más dólares comerciales de los que entran y, para colmo, los dólares financieros que ingresan se evaporan con los pagos de deuda y de importaciones de energía que hace el Gobierno. Continuar leyendo

Kicillof y Vanoli transitan una peligrosa bicisenda financiera

Pocas dudas quedan que en la economía argentina, luego de las elecciones presidenciales, habrá que hacer un ajuste. El interrogante es si será con una política gradualista o heterodoxa – o lo que denominan los economistas de Daniel Scioli, “sinceramiento” o “normalización” de algunas variables. La otra sería la que proponen en privado los economistas de Mauricio Macri. Esta consistiría en un ajuste -o shock ortodoxo- donde no se puede descartar una mega devaluación del peso en el mercado oficial y el final del cepo y del desdoblamiento cambiario. El dilema de política de shock contra gradualismo frente a las elecciones presidenciales ha dejado a los economistas enfrentados en las últimas discusiones en congresos, encuentros informales y reuniones con empresarios como la reciente del IAEF. Pero ninguno de ellos se anima a decir qué hay que hacer y se habla ambiguamente sobre una mezcla de ambas políticas para no exponerse ante la sociedad y el gobierno antes de las elecciones.

Lo cierto es que no hay muchas posibilidades de mantener la actual política fiscal monetaria y cambiaria, que conduce inexoralmente a esa mala palabra que se llama “retraso cambiario” o, dicho de otra forma, una fuerte apreciación del peso frente al dólar o al euro. Esta política consiste en emitir una gran cantidad de pesos sin respaldo en reservas del Banco Central de la Republica Argentina (BCRA) para financiar el exagerado déficit fiscal que llega a unos 6 puntos del PBI pagando altas tasas de interés a los bancos por sus títulos en cartera. A esto se suma mantener el tipo de cambio oficial semifijo que no ajusta con la inflación vendiendo dólares baratos al Estado para pagar deuda pública y a los particulares a través del dólar ahorro. El Gobierno debería estar atento a las PASO de agosto ya que las elecciones del 2011 y el 2013 marcaron importantes subas en la cotización del dólar.

La política monetaria muestra que su hacedor, el BCRA, está quebrado en términos patrimoniales. Por lo tanto no podrá pagar a los bancos tasas del 28 % anual como la que paga por la renovación de las LEBACs, cuyo monto total llega a los 320.000 millones de pesos. Hay que sumar un Tesoro Nacional deficitario que no podrá pagar mucho tiempo mas tasas del 24% anual por sus bonos aunque su bajo nivel de endeudamiento le permitiria seguir colocando deuda en el mercado.

En lo que respecta a la política cambiaria, podemos decir que no será fácil mantener la política que privilegia un dólar barato subsidiado de 9 pesos para que compre la gente a través del dólar ahorro, el Gobierno para pagar los intereses de la deuda pública y con el que se hace mas difícil poder exportar frente al súper dólar del mundo. Al respecto, se puede mencionar un reciente trabajo presentado por el economista Martín Redrado a los equipos técnicos del Fremte Renovador. Redrado puntualiza que las reservas internacionales del BCRA llegarán a unos 25.000 millones de dólares a fin de año. Pero a eso le suma que la institución está cuasi quebrada. Los pasivos monetarios llegan a unos $ 750.000 millones dice el informe, y puntualiza que se trata de una relación 22 a 1 contra las reservas internacionales, mientras que en el 2009, cuando él presidía el BCRA, esa relación llegaba a solo 4 veces las reservas internacionales.

El trabajo destaca además que el BCRA tiene un patrimonio neto negativo de $470.000 millones, ajustado por el valor de las letras intransferibles que el Tesoro colocó en el BCRA, los adelantos transitorios al Tesoro y las utilidades del ejercicio 2014 recientemente aprobadas y que distribuirán. Redrado plantea modificar la Carta Orgánica del Banco Central para terminar con la práctica que en los hechos implica ser la chequera del Gobierno, es decir, fijando límites precisos a las transferencias de dólares y pesos a la Tesorería. En este caso, debe quedar claro que el BCRA no tiene mucho tiempo más para pagar los intereses que le paga los bancos mientras mantiene el valor del dólar oficial cuasi fijo.

Analizando la política monetaria, un trabajo de la consultora Ecolatica indica que el stock de plazos fijos subió a una tasa anual del 26,5% desde fines de diciembre hasta abril pero en mayo ese valor pasó al 35,5%. Pero gran parte de esa suba está explicada por los depósitos a menos de 90 días de plazo y 60 días o menos. Esto indica que los inversionistas no están dispuestos a dejar el dinero en los bancos más allá de setiembre próximo. La suba de las tasas de interés impulsada por el BCRA alienta colocarse en pesos en lugar de comprar dólares en el mercado libre pero solo se ha logrado que el vencimiento de los plazos fijos no superen los tres meses. Las tasas del 25 % anual que pagan algunos bancos parecen rentables, pero no lo son frente a una inflación del 25% anual. En la actualidad el rendimiento del plazo fijo es nulo si lo medimos contra la inflación y de casi un 2 % si lo medimos contra un dólar cuasi fijo. Esta especie de bicicleta financiera transita a gran velocidad por una bicisenda que al parecer no está preparada para soportar ese sprint al que la somete la dupla Kicillof y Vanolli. Con gradualismo o con shock habrá que salir de ella.

Kicillof y Vanoli ponen en funcionamiento una nueva bicicleta financiera

La reciente licitación del bono Bonad 18, un bono atado al dólar oficial para el cual el Gobierno esperaba mas ofertas que las concretadas, muestra que en la medida que se sigan lanzando esos títulos pero a plazos mas largos, la demanda de los inversores disminuirá. Este bono es emitido en pesos pero atado a la cotización del dólar oficial llamado “Dólar Linked” o “Dólar Seguro” porque incluye una especie de seguro de cambio para sus compradores. Esto demuestra que en la medida que el vencimiento sea más largo, el apetito por comprar esos bonos bajará y también la cotización del dólar oficial implícito. Pero este lanzamiento esconde ademas una especie de bicicleta financiera que utiliza el Gobierno y que ha servido como mecanismo para hacer bajar el valor del dólar en el  mercado paralelo o ilegal.

Al ver la evolución del Bonad 16, un bono de las mismas características emitido hace unos días con vencimiento en el 2016, se observa que ese título “dollar linked” ya subió desde los $ 855 en su lanzamiento hasta unos $ 875 pesos en la actualidad. Esto se debe a que su tasa de rendimiento anual cayó de un 1,75% anual al 0,45 %. No caben dudas que un título que este atado a la evolución de la cotización del dólar oficial resulta muy atractivo, pero en la medida que su vencimiento se alargue el interés por comprar ese bono será menor. Esto se debe a que el atractivo para el inversor es una especie de seguro de cambio ante una futura devaluación del peso frente al dólar y una eventual normalización y unificación del mercado cambiario.

Una medida de esta magnitud podría hacer desaparecer o reducir la brecha cambiaria entre el dólar oficial de 8,57 pesos contra el dólar ilegal paralelo blue o “dólar allanado”, como lo llama ahora el mercado financiero por debajo de los 13 pesos en función de las acciones de amedrentamiento que producen en conjunto el BCRA, la PROCELAC y la AFIP en sus constantes inspecciones a entidades financieras y que han paralizado prácticamente las operaciones del dólar contado con liqui cercana a los 12 pesos. Este es el verdadero termómetro para seguir la evolución de un dólar creíble en el mercado financiero

El problema es que en la medida que se estira el vencimiento de un bono del 2016 a otro del 2018 las expectativas de devaluación de uno y otro son diferentes. En particular porque es más probable que el mercado se pueda unificar antes del 2016, con la llegada de un nuevo gobierno luego de las elecciones de fines de 2015, por lo tanto la ganancia mayor será para quien compró de vencimiento más corto que el más largo. La expectativa de los inversores que compraron el Bonad 16 es que luego de la asunción de otra administración desaparezca el cepo cambiario o por lo menos se unifique el mercado y no haya mas brecha entre el ese “dólar asegurado” hoy de 8,75 implícito ya en la cotización del bono atado al dólar y el “dólar allanado” de 13,50.

Si el mercado se unifica, quien compró los bonos atados al dólar oficial se beneficiará ya que este pasaría a cotizar mas cerca del “dólar allanado”que del dólar asegurado, obteniendo una fuerte ganancia en dólares de casi un 40 % con esta especie de nueva bicicleta financiera. Si el plazo de vencimiento de esos bonos se alarga las expectativas de devaluación son más bajas. El Bonad 18, es a 40 meses de plazo y a una tasa del 2,40% anual. También aparece el interrogante si conviene comprar un bono dollar linked o un título nominado en dólares que además se cobrará en dólares a su vencimiento y no en pesos como los recientes títulos emitidos.

Para frenar la suba del dólar en el mercado libre e imponer esta especie de “dólar allanado” sancionado a operadores y casas de bolsa la dupla Kicillof- Vanoli ha vuelto a poner en funcionamiento una nueva bicicleta  financiera para favorecer a las empresas y a  los bancos. Es que para bajar la presión sobre el dólar blue o ilegal y reducir las tensiones en el mercado en lugar de comprar el dólar bolsa a $ 13,50, los bancos y las empresas optan por un título en pesos actualizado al valor del “dólar asegurado”. Pero con esto el Gobierno no resuelve la causa del problema, que son los desajustes macroeconómicos que provocan la suba de la inflación, la falta de dólares  y el déficit fiscal que provoca una fuerte emisión de pesos para financiar el gasto público

A las puertas de una maxi devaluación del peso

La fuerte suba que ha experimentado el valor del dólar paralelo en sus diversas versiones -y el pequeño aumento del dólar oficial, que ha llevado la brecha cambiaria a casi un 70%- , sumado a la caída de reservas internacionales observada desde el 30 de junio pasado, cuando la Argentina no pudo cumplir con el pago de la deuda pública, ha dejado al gobierno de Cristina Kirchner en una débil posición. En la medida que se profundice esta caída de reservas, aumente esa brecha y se reduzcan las liquidaciones de exportaciones por parte del complejo agroexportador, el Ejecutivo no tendrá otra opción que subir fuertemente las tasas de interés o devaluar el peso frente al dólar en el mercado oficial en forma muy similar a la devaluación de enero  pasado, que llegó a un 25 %.

El problema es que ahora, a diferencia de ese momento, la situación es más grave. Como era de esperarse, este principio de default -que será defualt definitivo cuando los acreedores finalmente lo declaren- ha puesto a la Argentina en una situación mucho mas complicada que la de fines del año pasado. Los medios oficialistas le han puesto a esta situación el ingenioso nombre de ”Griefault”, aunque es más bien un “Kicifault”, considerando que fue el ministro Axel Kicillof el encargado de cumplir la orden presidencial de no pagar la sentencia definitiva que beneficiaba a un minoritario grupo de bonistas. Desconocer el pago del fallo del Juez Thomas Griesa por unos 1350 millones de dólares es probable que le cueste muy caro a este Gobierno, mas allá de las alternativas que busque para no pagar, como por ejemplo el cambio de jurisdicción de los bonos que pretende el oficialismo y el desplazamiento del banco BONY como agente pagador.

El Gobierno se ha quedado entrampado entre el Griefault o el Kicifualt, que implica por el momento no pagar la deuda a quienes entraron en los canjes I y II. Por lo tanto, no se debe descartar una fuerte caída del peso parecida a la de enero, cuando se produjo una devaluación que llevó a la cotización de la monda nacional de 6,50 a 8 por dólar. Hoy, si el BCRA sube mucho las tasas de interés provocará más recesión y, si las baja, tendrá mas pérdida de reservas. La suba del dólar oficial es una de las pocas salidas que tienen en un contexto de alta inflación y récord de emisión de pesos para financiar el déficit fiscal.

Agravando la situación, en medio de una importante corrida cambiaria que comienza a drenar al BCRA luego de unos meses de tranquilidad, los funcionarios se encuentran más preocupados en modificar un ley vieja y mala como la Ley de Abastecimiento, y en aprobar la Ley Soberana de Pago de Deuda Exterior, que podría provocar el fin de un exitoso proceso de restructuración y desendeudamiento que llevó a la Argentina a mostrar una de las reducciones mas importantes de la deuda pública interna y externa de los últimos 50 años.

El principio de default -o Kicifault- en el que entró la Argentina desde el 30 de junio ha frenado el magro ingreso de capitales, proveniente de la entrada de dólares genuinos y por liquidación de exportaciones del  comercio exterior. A esto se ha sumado una fuerte caída en el precio internacional de la soja, que en la actualidad se ubica en valores cercanos a los de setiembre de 2010. De no modificarse este contexto, esto derivará en un estrangulamiento del sector externo y un stress financiero en el país, que probablemente deberá obligar al Gobierno a realizar una nueva devaluación del peso. Analizados todos los frentes, todos los caminos parecen llevar al mismo -y conocido- final.