El cambio dólar-peso en la actual instancia financiera

El dólar negro norteamericano en la plaza local, contra el peso argentino de papel falsificado, alcanzó el nivel de 16,00 al cierre de la sesión del día de ayer. Banco Central, el jefe de Gabinete Capitanich, el Gobierno todo, los economistas en general, no le encuentran explicación a semejante voladura de precios, a la que reputan como carente de “fundamentos”, especulativa y hasta impulsada por fondos y fuerzas de tipo “buitres”, y la verdad es que los indicados pensadores y analistas tienen razón: la subida no tiene hoy fundamentos, pero no porque haya un fenómeno particular en esta depreciación del peso de 2014 sino porque jamás las fluctuaciones de las monedas entre sí ni las variaciones de precios de acciones, bonos o mercaderías tienen escritas de antemano las justificaciones de sus variaciones en el momento en que éstas estallan en el mercado. La realidad es que –como ley natural de las finanzas- los desplazamientos de precios en cualquier sentido anteceden a la comprensión general de las “causas” que los “producen” quedando al descubierto solo más adelante que fueron los movimientos del mercado en sí los que produjeron seguidamente los fundamentos de los hechos o al menos su mejor comprensión pública general de los cambios vividos y sufridos.

En el caso concreto de la relación dólar-peso, esta sección de la subida que comenzara en abril de 2014 en el nivel de 10,24, de la cual vimos hasta ayer máximos de 16,00, tiene un agravante más dificultoso para su entendimiento desde el lado de un análisis económico, si se lo trata de escindir de la dinámica y de la psicología del mercado. El dólar vuela de esta manera, a los saltos o “gaps”, y a alta velocidad porque se encuentra técnicamente en su tercera fase cíclica alcista vertical y, dentro de ésta, en la fracción tercera del movimiento (o sea en su onda 3 de 3 con base del conteo en noviembre de 2001) que es aquella donde el mercado se lleva todo puesto y tiene la capacidad, inclusive, de arrasar con los armamentos normales de la política económica y de la política monetaria las que quedan así rebajadas a la impotencia y frustración del funcionario que trata de dirigir la marcha de la economía y de la vida de las personas y que, en esta parte del desarrollo del ciclo, fracasa completamente con sus intentos. No existe ya, en esta instancia, descalificación moral ni difusión de teoría conspirativa alguna que pueda frenar la escalada que viene a continuación y que consituye el eje central de la aceleración del precio del dólar en esta relación de cambios contra el peso inconvertible. Las históricas frases “el que apueste al dólar pierde” (Ministro Sigaut, 1981) y “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo” (Ministro Pugliese, 1989) fueron proferidas en ondas 3 de 3 del mercado como la actual, y por eso se recuerdan como inservibles y son objeto de recuerdo y burla a la política económica anunciada por la cadena oficial de radio y televisión del país.

A la par de ratificar la opinión sobre el peso-dólar vertida en Infobae el pasado 6 de enero en artículo titulado “Es inminente el colapso total del peso argentino de papel”, ajusto ahora los objetivos de corto y mediano plazo, en función del despliegue de los movimientos de las últimas semanas, augurando lo siguiente: 1) la tendencia de cortísimo no tiene resistencias cercanas a la vista, la subida en vigor desde 10,24 a partir de abril estimo accederá con comodidad a los 17,77 pesos, la incapacidad del mercado para frenar al alza entre 17,77 y 17,93 llevará rápido los precios hasta 21,59 pesos por dólar en pocas semanas; 2) Los niveles de 17,77-21,59 deberían al menos generar una inflexión transitoria a la baja de 1,65 ó de 2,68 pesos antes de que la voladura alcista pueda continuar; 3) Los grandes objetivos del dólar-peso no obstante se encuentran en 39,22 como mínimo, aunque el nivel de 57,14 podría ser también fácilmente alcanzado en los próximos meses.

Se sugiere a los lectores no intentar realizar ninguna deducción de los números aquí indicados como predicción por parte de este analista sobre la base de comparar la base monetaria contra las reservas líquidas en moneda extranjera existentes o por existir en el Banco Central de la República Argentina. Esta cuenta sorprendente, que siguen practicando numerosas personas, carece de todo sentido económico y jurídico, porque en el país las “reservas” no constituyen garantía alguna de los medios de pagos primarios circulantes, no pueden usarse para recomprar el dinero que el mismo gobierno imprime, no se van a jugar en el mercado como se hacía durante la convertibilidad noventista para esterilizar papel moneda, y porque tienen por fin a duras penas pagar importaciones y gasto público. Esta abstracción inaplicable debe terminar de una vez en la academia nacional por no corresponderse con el funcionamiento efectivo del orden monetario local. Mucho más efectivo, para los que quieren encontrar fundamentos y justificaciones a los movimientos mercantiles, es centralizarse en el comportamiento de quienes demandan y ofrecen pesos y en el de quienes demandan y ofrecen dólares cuyas psicologías cambiantes son las que van formando los precios que, estudiados de manera regular, permiten predecir o al menos intentar predecir cotizaciones futuras que es lo que se hace en este artículo.

Finalmente, quiero señalar que noviembre de 2001 es la hora cero de la actual tendencia, que en agosto de 2002 en 3,96 pesos por dólar se cerro la fase 1 de este nuevo superciclo del papel moneda argentino. Que en julio de 2005, tras caer el dólar por casi tres años, en 2,73 pesos concluyó la fase 2 correctiva y descendente. Que a partir de ese entonces y hasta mayo de 2013 en 10,45 se expandió lo que técnicamente se reputa como onda 1 de la fase 3 del movimiento de largo plazo dólar-peso. A continuación, se describió una interesantísima figura técnica correctiva a la baja, que se inicia en 10,45 para caer hasta 7,87 bajo presión de ANSES interviniendo en el mercado y con Guillermo Moreno llamando a las mesas. Como parte integrante de esta figura, que se denomina corrección contínua (o “running correction”), vivimos enseguida la subida desde 7,87 hasta los 13,15 pesos del 24 de enero de 2014 cuando llega la intervención del banquero central Fábrega y sobreviene así la consolidación final hasta 10,24 pesos en abril de 2014. Es decir, la estructura 10,45-7,87-13,15-10,24 que es la onda 2 dentro de la gran fase 3 en juego es la que ahora habilita explosivamente la tendencia ascendente que transitamos y a la que se denomina onda 3 de 3. Cuál es la medición mínima para una onda 3 de 3? La historia muestra que, en movimientos de mediano plazo, el mercado tiende a describir la misma dimensión logarítmica que la onda 1 de 3, o preferentemente y debido a la “corrección contínua” de la onda 2 de 3 el mercado tiende a describir 1,618 veces el desplazamiento logarítmico de la onda 1 de 3, lo que respectivamente se corresponde con mis números preferidos de 39,22 y de 57,14 pesos de papel por dólar estadounidense. Hay dos extensiones mayores teóricas posibles también, por sobre los 86 pesos pero que habilitaré técnicamente de ser necesario más adelante en función del despliegue de los movimientos del mercado, descontando que si 39,22 ó 57,14 no detuvieran la marcha del dólar ingresaríamos en escenarios macro que los economistas, en su oportunidad, calificarán como “de tipo año 1989” y no “de tipo 1975” como algunos se aventurarán seguramente a etiquetar en breve para explicar la debacle del bienio 2013-2014 o del trieno 2013-2015.

Seis preguntas para el ministro Kicillof

Seis preguntas para el titular de Economía, ahora que acude a la banca extranjera.

La periodista Florencia Donovan, de La Nación escribió que el ministro de economía Axel Kicillof, citó recientemente a los representantes de los bancos extranjeros que operan en Argentina y les pidió que consiguieran 10.000 millones de dólares en préstamos para el país para entregarlos al Banco Central y así fortalecer las “reservas” de la institución. Lamento no haber estado en esa reunión, como banquero o al menos como gerente empleado de banquero extranjero. Contra todo protocolo, hubiese pedido la palabra y preguntado y dicho al ministro lo siguiente:

1) Cómo juega su pedido de buscar crédito contra la política de presunto desendeudamiento reiteradamente anunciada por Néstor y Cristina Kirchner desde 2003 en adelante?

2) Por qué buscar financiamiento mediante oscuras negociaciones bilaterales con banqueros y con sus mesas de dinero, al estilo setentista de Martínez de Hoz y del dictador Videla, en vez de salir a pedir plata mediante transparentes suscripciones públicas de bonos en el mercado de capitales?

3) Qué garantía hay de que créditos concedidos por el mecanismo que usted propone no sean después repudiados como ilegítimos además de defaulteados de oficio alegando que no se va a pagar deuda sobre el hambre del pueblo?

4) Por qué no recurrir, en cambio, al FMI solicitando 30.000 millones a tasa bajísima para salir de esta situación de coyuntura desesperante?

5) No cree usted que este pedido que formula es una muestra de debilidad financiera que incentivará mayor corrida cambiaria, mayor corrida bancaria y mayor corrida bajista contra la deuda pública argentina que cotiza en los mercados?

6) Usted dijo en el Congreso cuando confiscó YPF en 2012 que hay dos términos que le parecían horribles: “clima de negocios” y “seguridad jurídica”. Si su ideología es que el deudor de una obligación puede liberarse repudiando la deuda, como cada tanto tiempo hace el Estado argentino, dado que se profesa la no-seguridad jurídica como doctrina oficial de la política nacional, ¿por qué prestamistas del exterior lo van a ayudar ahora si saben de antemano que usted, y los que lo continúen en el poder más adelante, dirán que no pagarán capital e intereses de los créditos otorgados porque no pueden, porque no quieren, o porque los acreedores sabían que era muy riesgoso prestarle a la Argentina y que por lo tanto deben embromarse y aceptar el default, además de que serán difamados bajo el rótulo de “acreedores buitres”?

Gracias anticipadamente por sus respuestas, señor ministro Kicillof.

Sin solución, Kicillof

Manda ahora el ministro a la Comisión Nacional de Valores a que los agentes del mercado recopilen diariamente las operaciones llamadas de “contado con liquidación”, o sea transacciones normales y habituales, legales y en blanco, que se cursan en mercados y bolsas: Kicillof quiere saber quién las hace y a qué precios.

No entiende de qué se trata el contado con liquidación, no ha sido siquiera capaz de pensar cuáles son los efectos macroeconómicos que produce, si es que alguno ocasiona. Ya el domingo 26, en 6-7-8, tildó a estas transacciones de “banco central paralelo”, lo que indica que tampoco conoce qué es y para qué sirve un banco central. En el esquema de funcionamiento de la Bolsa, la transacción que él impugna, pero que no se ha animado a prohibir -seguramente por no saber cómo hacerlo- consiste en comprar una acción o un bono que cotice en Argentina y pagarlo en pesos. Luego, transferir este bono o acción a un mercado del exterior donde también cotice y venderlo en moneda extranjera para hacerse de ésta afuera. A la inversa, si se compra un título argentino afuera en dólares y se lo vende aquí en pesos, uno puede recibir de este modo, moneda local. La clave está en el “tipo de cambio” implícito que queda, tanto para hacerse de dólares afuera como de pesos aquí, según sea el caso, pero que surge no de una operación de cambios sino de un arbitraje común de títulos, de cosas.

La Argentina se ahoga en un vaso de agua

Ni el gobierno kirchnerista, ni los sectores de oposición de izquierda y centroizquierda, consiguen dar en la tecla para frenar la corrida contra el peso argentino y la caída en las reservas del BCRA, ni logran encontrar la forma de “administrar” las importaciones, exportaciones y movimientos de capitales hacia y desde el país al exterior. Se trata de un tema muy sencillo, que ya no se discute más a nivel mundial desde principios de 1970, al alcanzarse por motivos técnicos y prácticos un sistema universal que permite que se manejen automáticamente precios de las monedas, cantidades transables de bienes y servicios y que no requiere de torturantes permisos previos del Estado para realizar movimientos financieros ni tampoco para comerciar más allá de las fronteras.

En verdad es el sistema cambiario, es decir una cuestión netamente financiera, la que determina según el modelo que se desee la forma en que se ordena el comercio internacional. La simplificación adquirida hace ya más de cuatro décadas consiste primeramente en permitir el libre acceso de cualquiera al mercado de cambios. Esto significa, en la práctica, que pueden comprar y vender divisas sin que la operación deba ser previamemte “aprobada” por el gobierno tanto importadores como exportadores, egresantes e ingresantes de capitales, turistas al exterior como turistas que visitan el país, quienes quieren tener posesión de moneda extranjera como quienes desean desprenderse de ella a cambio del papel moneda local. Pero, además, como tienden todas estas fuentes operacionales a converger en mercados de divisas, los precios que se forman en las transacciones se tornan públicos, transparentes, con bajo spread entre compra y venta, y fundamentalmente flotan, o sea se mueven muchas veces por día hasta en cienmilésimos de entero y a gran velocidad.

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