El presidente Mauricio Macri tuvo en Asunción su primera reunión internacional con sus colegas del Mercosur. La unión aduanera regional hace rato que está estancada y no funciona en su objetivo principal que es el de incrementar el comercio entre sus socios. La increíble ceguera de sus dos principales integrantes —Brasil y Argentina— ha convertido al acuerdo en un sello de goma, inútil y burocrático, bueno para nada.
Esta condición debería ser de por sí preocupante, porque obviamente un acuerdo hecho para aumentar el comercio que en los últimos años lo haya disminuido debería constituir un fenómeno digno de estudio.
Pero el ridículo no ha parado allí. Hace un par de años el bloque supuestamente democrático aceptó el ingreso de Venezuela, en manos de la dictadura chavista. Guiados por el concepto de masas, los populismos regionales redujeron el requisito democrático a la sola exigencia de elecciones populares. Por cierto, ese trámite es un componente sine qua non de las democracias, pero de ninguna manera es suficiente. La democracia es mucho más que ir a votar cada cuatro años. Es más, el solo hecho de tener que recordarlo no es un buen síntoma de la salud republicana de quien protagonice el olvido o la confusión. Continuar leyendo