El modelo del atraso afincado en el pasado

Ocurre que la mayoría de los economistas y los periodistas entendidos en asuntos de números coinciden en que la situación económica nacional es delicada y se vienen tiempos peores. El Gobierno lo niega y los políticos en condiciones de ganar votos evitan hablar del asunto, pues, como el tifón no aparece aún en el horizonte y el común no lo percibe, resulta de todo esto: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Por lo tanto, de eso no se habla.

De todos modos, y a pesar de los políticos, la crisis está en los diarios y en los análisis de los entendidos. De manera que aparece inevitable para el próximo Gobierno una devaluación, el cierre del grifo estatal, el arreglo con los holdouts, la recomposición con el mundo capitalista avanzado, el fin del cepo, el libre giro de divisas de las empresas extranjeras, la transparencia de las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), entre otras lindezas. Continuar leyendo

Perón y Mao

Indudablemente Cristina Kirchner de peronismo conoce poco. Por supuesto que no tiene por qué saber puesto que es la jefa de un partido ajeno al justicialismo como es el Frente para la Victoria. Sin embargo, estando en China, según han transmitido las agencias informativas, comparó a Mao Zedong con el general Perón al observar que ambos habían surgido al finalizar la Segunda Guerra Mundial cuando los aliados se repartieron el mundo y comenzó la Guerra Fría.

Hay en esta síntesis una visión sesgada y equívoca, si bien Mao y Perón guardaban dos años de diferencia, la vida política del chino había comenzado a muy temprana edad y en las filas del marxismo que, envalentonado con el triunfo de la Revolución Soviética, se iniciaba en la guerra civil que enlutó a su patria. En la década del ’20, Mao ya era un destacado militante del comunismo de su país que aliado a Stalin pugnaba por el poder, alcanzándolo en 1949 por medio de las armas. Perón por esos años era un joven oficial del ejército que encontró en el general Agustín P. Justo una referencia político-profesional, llegando al poder por medio de elecciones, en 1946. Continuar leyendo

La falacia del pensamiento kirchnerista

Raul Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, José M. Rosa, Juan J. Hernández Arregui, Rodolfo Puigros, Jorge Abelardo Ramos y John W. Cook han sido los pensadores al que este Gobierno más atención a prestado a la hora de interpretar la historia de nuestro país. Todos ellos han formado parte de la generación intelectual que se educó en el marco de un mundo quebrado por dos guerras y sumergido en la profunda crisis del 30. Bajo la influencia de las ideologías nacientes del siglo XX, el nacionalismo y el marxismo, abordaron desde esa cosmovisión su presente y el pasado.Como correspondía a su tiempo fueron feroces críticos del liberalismo a quien responsabilizaron de ser un cuerpo doctrinario al servicio de la anti-patria.

Para todos ellos la Argentina del siglo XIX, a excepción del período que gobernó Rosas, se había transformado, liberalismo mediante, en un país dependiente del capitalismo británico, por lo tanto una especie de semi-colonia con veleidades europeístas de gran nación de la cual debíamos avergonzarnos. Seguían las ideas de Lenin, que en su libro “El Imperialismo, fase superior del capitalismo” afirmaba que esa dependencia era la razón de la pobreza de unos y la riqueza de otros. En consecuencia, la lucha frontal contra el imperialismo auguraba un futuro de grandeza y desarrollo industrial autónomo como también, para los de inspiración marxista, el advenimiento del socialismo, pues al reintroducir la crisis en los países centrales, al verse privados de sus regiones de influencia, verían disminuidas sus enormes ganancias viéndose obligados a ajustar el cinturón de su clase obrera. De ahí al conflicto de clase y al socialismo un solo paso. Esta cosmovisión afincada en el peronismo tradicional y la izquierda pro-peronista es la que ha profesado el kirchnerismo, al menos hasta estos días.

El 2010 fue el punto más alto y agudo del ideologismo historiográfico kirchnerista, expresado en esta instancia por divulgadores que nada nuevo aportaron a la ciencia histórica, como Pacho O’Donnel, Felipe Pigna o Hugo Chumbita, por citar algunos, que replicaban una visión historiográfica gastada y perimida. La creación del Instituto Dorrego fue un claro ejemplo de lo enunciado. Más de lo mismo. En ese año, el Gobierno, desde la Presidente hacia abajo, repitió el viejo esquema de “liberación o dependencia”, claro que con otras palabras. Al discutir con el pasado, costumbre habitual del kirchnerismo, la argentina del Centenario se les antojaba injusta, extranjerizante y pro europea. Carta Abierta decía en esa oportunidad: “Un modelo de país agroexportador incapaz de proyectarse con autonomía del Imperio Británico”. Recorrer los discursos y declaraciones de los cuadros políticos e intelectuales del kirchnerismo es hallar ideas similares.

Ahora China
La Argentina de 1862 a 1930 creció exponencialmente vinculando su economía al mercado mundial algo que al revisionismo kirchnerista le parece deplorable. La crisis del 30 rompió el hechizo y debimos encerrarnos en nuestro mercado interno, sustituyendo importaciones, alejándonos lentamente del mercado mundial dejando de ser el mundo el engranaje central de nuestra economía. A esta realidad no buscada había que encontrarle un relato, esto es, un cuerpo de doctrina que diera sentido a la novedad y esta arquitectura cultural fue el nacionalismo con colores y sonidos marxitoides. En ese tiempo de desconexión los pensadores citados construyeron la idea que la autarquía era el camino a la grandeza. Algo salió mal. La industria no trepó a los niveles competitivos internacionales y la “oligarquía ganadera” continuó siendo el sector competitivo por excelencia. Lo cierto que el ciclo sustitutivo ha culminado como lo pone en evidencia nuestra industria automotriz, la de Tierra del Fuego y cientos de pymes que dependen de insumos de un mundo interconectado.

De pronto aparece China y se dispone a ocupar el rol que ciento cincuenta años antes cumplió Inglaterra y ¿qué hace el kirchnerismo? ¡Lo que hay que hacer! Acuerdos con ellos. Pero claro, ¿cómo los realiza? De manera vergonzante, ocultando, escondiendo, con tapujos. ¡Rehacer un discurso aprendido de memoria no se hace de un día para el otro!  Resultado: para la mediocridad intelectual del kirchnerismo el imperialismo solo es norteamericano, los chinos son humanistas, solidarios, portadores de una cultura amigable con los valores humanos. En fin… comunistas.

Scalabrini Ortiz, ídolo del kirchnerismo, denunciaba la entrega de tierras al capitalismo británico para la construcción del ferrocarril Rosario- Córdoba, tanto como la importación de insumos con preferencia aduanera y otras preciosuras. Esta mirada contribuyó en la política a aquella famosa consigna”Patria sí, Colonia no”, que la Cámpora enarbola con un vigor rayano en el paroxismo. ¿Luego de los acuerdos con China, que ni la maldita oligarquía se animó con Gran Bretaña, seguirán los sones patrióticos. No hay nada más peligroso que los conversos puestos a gobernar.

El revisionismo histórico se saca chispas

Que los cenáculos culturales afines al kirchnerismo son una secta es tan sólo una verdad de Perogrullo. Galasso le dice no al Instituto Dorrego, porque ve en alguno de sus componentes cierta inclinación nacionalista, rosista-uriburista, y O’Donell, despechado, descalifica luego a Galasso por tener un esquema de análisis marxista. Estos desencuentros entre kirchneristas son raros, máxime cuando vemos que en la inauguración del Congreso del Instituto Dorrego, tres de los que estaban sentados a la mesa son marxistas. Y no lo digo con espíritu macarthista, sino sencillamente porque no se entienden estas descalificaciones mutuas entre bueyes sin cornamentas. Si así son entre ellos, ¡cómo serán con los de afuera!  Extremadamente ásperos y descalificatorios. De cada idea hacen un asunto de vida o muerte. Patriota o cipayo. Bueno o malo. Negro o blanco.

El origen de las discordias

Con la irrupción, al finalizar la primera guerra mundial, de la revolución soviética y de los distintos nacionalismos en boga en Europa, se extendió la creencia, pronto asumida masivamente, de que las instituciones liberales ya nada tenían para ofrecer. A derecha e izquierda creció la idea de revolución como única posibilidad de cambio. La llegada a nuestras playas de la nueva atmósfera mundial ganó adeptos y la crisis del 30 cerró un ciclo. Sin embargo la idea de dependencia o imperialismo, que hoy reactualiza el kirchnerismo cultural a través del Instituto Dorrego, no fue originaria de nuestro país. Habían contribuido a su desarrollo, por un lado el pensamiento de Lenin, quien en su líbelo “El imperialismo, etapa superior del capitalismo” actualizó el marxismo de cara al siglo XX. Y por el otro, el auge de los nacionalismos alemán, italiano y japonés que profesaban el mismo discurso contra Gran Bretaña y los EEUU, en su condición de naciones liberales. Samir Amin, Franz Fanon, Edward Said, Noam Chomsky y Paulo Freire, entre otros, abrazaron la doctrina del imperialismo y la dependencia cultural. En nuestro país, Raúl Scalabrini Ortiz en el prólogo a su libro Historia de los ferrocarriles argentinos, copió textualmente y sin citar párrafos del libro de Lenin.

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El muro de Berlín

El 9 de noviembre se conmemoran veinticuatro años de la caída del Muro de Berlín, acaecida en 1989. La fecha reviste una importancia fundamental pues ha sido, junto a la Revolución Soviética de 1917 el acontecimiento más importante del siglo XX.

Casualmente la caída del muro cierra el período abierto por el triunfo del comunismo y clausura, al decir de Hobsbawm, el célebre historiador marxista británico, el siglo XX, que el autor de marras denomina el siglo corto.

Con el posterior desmembramiento de la URSS, el comunismo se hundió, al parecer, definitivamente y con él todo su sistema de valores, tanto como su horizonte cultural y las concesiones que el capitalismo había ofrendado en aras de no caer a manos del totalitarismo marxista: el intervencionismo de Estado y la planificación central de la economía, entre otros arrebatos.

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