En muchos países, y en forma creciente, vemos la apertura de brechas entre sus habitantes por diferencias políticas o económicas. Pobre o ricos, republicanos o demócratas, k o anti-k, y así. También vemos diferencias entre países, Oriente y Occidente, democráticos contra el Eje del mal, etcétera. Todas diferencias contemporáneas.
¿Pero qué pasa cuando la brecha es entre generaciones? Esa brecha es la que abre el déficit fiscal y el endeudamiento, y probablemente sea la más difícil de explicar. Es cuando los padres les trasladan el costo de las crisis a sus hijos y sus nietos.
Es la conducta opuesta a lo que todos haríamos en el seno familiar. Todos, sin excepción, estamos dispuestos a sacrificarnos para que nuestros hijos tengan un mejor pasar, salud, educación, oportunidades. ¿Cómo es entonces que lo que haríamos como unidad familiar es tan diferente de lo que hacemos como sociedad, donde esta no es, ni más ni menos, que la suma colectiva de todas estas pequeñas familias?
Por alguna alquimia desconocida, la sociedad actúa con el valor inverso: posterga esfuerzo y lo traslada a hijos y nietos, en una decisión de consumo contra ahorro intertemporal.
Ahora bien, lo anterior es una mera simplificación de la realidad, que merece un análisis profundo posterior. Comencemos con el estudio de la relación entre el ahorro y la deuda. Continuar leyendo