Por: Darío Epstein
¿Qué le está pasando a la séptima economía mundial? Desde 2011 Brasil viene defraudando y ha sido golpeado en sus mercados de deuda y acciones. S&P precisamente había sido la primera agencia que calificó a Brasil como país con grado de inversión (BBB-), en abril de 2008, y llegó a elevar su calificación hasta “BBB” en noviembre de 2011.
A pesar de que Brasil considera “inconsistente con las condiciones económicas del país” la decisión de Standard and Poor’s (S&P), la calificadora le ha rebajado la nota a su deuda soberana de “BBB” a “BBB-”.
No tan inconsistente a nuestro entender, ya que aún mantiene su calidad de “grado de inversión” pero refleja la debilidad que ha mostrado en el frente externo tanto comercial como de cuenta corriente como un todo y sobre todo por los flujos de fondos de cartera que han migrado en busca de otros horizontes el año pasado. Además, un peldaño más abajo es considerado como deuda con grado especulativo: a estar atentos a los desarrollos en ese país.
Dentro de los temas que preocuparon a la calificadora figuran la pobre tasa de crecimiento, el deficit y las dificultades que tendrá Brasil para adecuarse en un año electoral, en el cual las prioridades las dicta la agenda política.
La nueva calificación de S&P pone a Brasil a la par de países como España y Filipinas, y un escalón por debajo de Rusia.
La baja podría llevar a las otras grandes agencias, como Moody’s y Fitch, a seguir los pasos de S&P.
La solidez y los fundamentos de Brasil se han ido debilitando año tras año y la decisión de S&P no hace más que denotar (tarde como siempre) el escenario más desafiante para el país que otrora fuera el ejemplo de los países emergentes.
Su vulnerabilidad externa se encuentra en los flujos, no en el stock, ya que posee el quinto mayor volumen de reservas internacionales del G-20.
En 2013 Brasil creció 2,3%, no mucho más que el promedio de los dos años previos (en 2012 la economía creció 1%, y en 2011 lo hizo 2,7%, tras una impresionante performance de 7,5% en 2010.
El superávit primario de 1,9% del PIB no es suficiente como para reducir el endeudamiento público ya que el incremento de la deuda ha sido constante, desde niveles bajos en relación al PIB, pero crecimiento al fin.
No sólo la rebaja alcanzó a la deuda emitida en moneda extranjera, sino que bajó la deuda de largo plazo en moneda local (reales) desde “A-” a “BBB+”. La perspectiva de esas nuevas notas es estable.
El aumento del gasto público y la incapacidad del Gobierno de cumplir sus metas de superávit fiscal primario están detrás de los argumentos técnicos para justificar la rebaja. Pero el reciente recorte anunciado en febrero, que incluyó una baja de gastos de 44.000 millones de reales (unos 18.410 millones de dólares), no convenció a la calificadora ni al mercado. La sospecha de un bajo crecimiento de la economía brasileña en los próximos años está detrás del análisis, y un déficit de cuenta corriente estimado para este año de unos 80.000 millones de dólares. ¿Volverán los flujos especulativos para fondear este agujero? Una historia a seguir muy de cerca y un trago amargo para Rousseff, que buscará su reelección.
Brasil es uno de los motores que tracciona crecimiento en sus socios del Cono Sur.
Dentro de este análisis, con menor crecimiento, menor inversión extranjera directa y probable depreciación del real contra el dolar, será importante monitorear el efecto que pueda producir en sus socios comerciales, que en mayor o menor medida, van a sentir el impacto de la desaceleración de Brasil.
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