Brasil: el día después

Standard & Poor’s rebajó la calificación de Brasil. Lo dejó sin grado de inversión y con outlook negativo, lo que significa que sigue siendo el blanco de futuros downgrades.

  • La calificación de S&P es BB+, con outlook negativo.
  • Falta Fitch, para quien es grado de inversión (BBB), pero también con outlook negativo.
  • Para Moody’s sigue siendo grado de inversión (Baa3), con outlook estable, la más benévola.

 

Los mercados se fueron adelantando y los credit default swaps a 5 años ya se habían incrementado incluso por encima de Rusia. La depreciación de 31 % en su moneda este año y de 40 % en 12 meses corridos en relación con el dólar norteamericano fueron influyendo en el humor de los operadores.

¿Cómo sería el día después del downgrade de Brasil? Acumulación de errores, ineficiencia en la gestión, corrupción, panorama mundial con viento que sopla de frente y una caída ininterrumpida de los commodities, lo cierto es que Brasil hace rato que ha dejado de ser la niña bonita entre los emergentes y también en la región. Pero los activos no pueden seguir bajando por siempre y en algún momento darán un interesante rebote de precios, tanto en acciones como en bonos. Aunque, por ahora, se encuentran depurándose a pasos firmes. Continuar leyendo

Brasil: prueba no superada

¿Qué le está pasando a la séptima economía mundial? Desde 2011 Brasil viene defraudando y ha sido golpeado en sus mercados de deuda y acciones. S&P precisamente había sido la primera agencia que calificó a Brasil como país con grado de inversión (BBB-), en abril de 2008, y llegó a elevar su calificación hasta “BBB” en noviembre de 2011.

A pesar de que Brasil considera “inconsistente con las condiciones económicas del país” la decisión de Standard and Poor’s (S&P), la calificadora le ha rebajado la nota a su deuda soberana de “BBB” a “BBB-”.

No tan inconsistente a nuestro entender, ya que aún mantiene su calidad de “grado de inversión” pero refleja la debilidad que ha mostrado en el frente externo tanto comercial como de cuenta corriente como un todo y sobre todo por los flujos de fondos de cartera que han migrado en busca de otros horizontes el año pasado. Además, un peldaño más abajo es considerado como deuda con grado especulativo: a estar atentos a los desarrollos en ese país.

Dentro de los temas que preocuparon a la calificadora figuran la pobre tasa de crecimiento, el deficit y las dificultades que tendrá Brasil para adecuarse en un año electoral, en el cual las prioridades las dicta la agenda política.

La nueva calificación de S&P pone a Brasil a la par de países como España y Filipinas, y un escalón por debajo de Rusia.

La baja podría llevar a las otras grandes agencias, como Moody’s y Fitch, a seguir los pasos de S&P.

La solidez y los fundamentos de Brasil se han ido debilitando año tras año y la decisión de S&P no hace más que denotar (tarde como siempre) el escenario más desafiante para el país que otrora fuera el ejemplo de los países emergentes.

Su vulnerabilidad externa se encuentra en los flujos, no en el stock, ya que posee el quinto mayor volumen de reservas internacionales del G-20.

En 2013 Brasil creció 2,3%, no mucho más que el promedio de los dos años previos (en 2012 la economía creció 1%, y en 2011 lo hizo 2,7%, tras una impresionante performance de 7,5% en 2010.

El superávit primario de 1,9% del PIB no es suficiente como para reducir el endeudamiento público ya que el incremento de la deuda ha sido constante, desde niveles bajos en relación al PIB, pero crecimiento al fin.

No sólo la rebaja alcanzó a la deuda emitida en moneda extranjera, sino que bajó la deuda de largo plazo en moneda local (reales) desde “A-” a “BBB+”. La perspectiva de esas nuevas notas es estable.

El aumento del gasto público y la incapacidad del Gobierno de cumplir sus metas de superávit fiscal primario están detrás de los argumentos técnicos para justificar la rebaja. Pero el reciente recorte anunciado en febrero, que incluyó una baja de gastos de 44.000 millones de reales (unos 18.410 millones de dólares), no convenció a la calificadora ni al mercado. La sospecha de un bajo crecimiento de la economía brasileña en los próximos años está detrás del análisis, y un déficit de cuenta corriente estimado para este año de unos 80.000 millones de dólares. ¿Volverán los flujos especulativos para fondear este agujero? Una historia a seguir muy de cerca y un trago amargo para Rousseff, que buscará su reelección.

Brasil es uno de los motores que tracciona crecimiento en sus socios del Cono Sur. 

Dentro de este análisis, con menor crecimiento, menor inversión extranjera directa y probable depreciación del real contra el dolar, será importante monitorear el efecto que pueda producir en sus socios comerciales, que en mayor o menor medida, van a sentir el impacto de la desaceleración de Brasil.

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La política mete la cola

La disputa política en EEUU entre los partidos dominantes (demócratas y republicanos) tomó nuevamente el centro de la escena. El 1º de octubre comenzó un nuevo año fiscal en EEUU, y ante la falta de acuerdo en el Congreso de ese país en relación al presupuesto, el gobierno se ha visto obligado a “cerrar” algunas de las reparticiones federales, parques nacionales, monumentos históricos, etcétera, así como también suspender sin goce de sueldo a 800.000 empleados públicos. Cabe remarcar que el bloqueo o “shutdown” del gobierno es parcial, ya que los servicios esenciales se mantienen. La noticia sorprendió a muchos, ya que se apostaba a un acuerdo de último minuto, pero eso no ocurrió y el lunes 30 de septiembre a la noche, la sorpresa estuvo a la orden del día.

Esta vez le tocó sufrir a Obama la segunda crisis de gestión fiscal desde que comenzó su mandato. Y en esta oportunidad la población ha sido tomada de rehén por los políticos.

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Detroit en quiebra: no está sola

¿Quien podría haber imaginado en sus años de gloria que la mítica ciudad de Detroit iba a caer en concurso de acreedores por estar literalmente quebrada, aquella que en 1960 fue la ciudad de los EEUU de mayor ingreso per cápita  y que representó la gloria del país por ser sede de las tres principales automotrices, General Motors, Ford y Chrysler, símbolos de la industria norteamericana en el mundo?

¿Será la punta de otro iceberg? Detroit no está sola, y no debe ser analizada como un caso aislado ya que representa un riesgo sistémico para la mayoría de las demás jurisdicciones con elevados niveles de deuda. El mercado de “municipal bonds” no sólo incluye a los municipios, que son el 30% de las emisiones vigentes, sino de los estados (37%) y de los condados, además de organismos o empresas públicas ya sea del Estado o de los municipios.

Basta con recordar dos años atrás el llamado de la analista Meredith Whitney, quien anticipó que los bonos municipales y de los estados norteamericanos iban a tener una caída en dominó. Whitney es recordada por su recomendación de vender los bancos norteamericanos en 2007, mucho antes de la crisis financiera.  Hoy su advertencia no debería ser pasada por alto ya que los gobiernos municipales, a diferencia del gobierno nacional, no pueden imprimir dinero para financiar el déficit, producto de gastos exacerbados y excesivo endeudamiento.

El mismísimo gobernador de Michigan, Rick Snyder, se sinceró al afirmar que la quiebra de Detroit es una oportunidad para remontar 60 años de decadencia y mala gestión financiera que hundieron a esa ciudad.

A las pruebas nos remitimos: el aspecto de la ciudad es impactante. En Detroit hay 78.000 edificios abandonados y graves problemas en los servicios públicos. Por falta de presupuesto sólo están en actividad un tercio de las ambulancias y el 40% del alumbrado público no funciona, lo que deja a muchos barrios sin luz. Los índices de criminalidad son los más altos de los últimos 40 años y el tiempo de respuesta promedio de la policía para llegar al lugar de un crimen es de 58 minutos, frente a 11 minutos en todo EEUU.

La deuda de Detroit asciende a poco más de 18 mil millones de dólares: el grueso se compone de USD 5,7 mil millones  de pasivos en asistencia en temas de salud y otros beneficios de los jubilados, y un pasivo por pensiones por USD 3,5 mil millones. Los ingresos de la ciudad no pudieron mantener el ritmo de gasto llevando a déficits presupuestarios crónicos y una dependencia de los préstamos para mantenerse a flote. Sus finanzas públicas se han deteriorado a punto tal que  la ciudad ya tiene dificultades hasta para mantener el alumbrado público. Las oportunidades disminuyen, basta con analizar la evolución demográfica: la población se redujo a menos de la mitad desde 1950 (pasó de 1,8 millones a 685.000 habitantes actualmente).

El efecto derrame se hizo sentir con un fuerte golpe de confianza sobre bonos municipales que hasta ahora eran considerados como de los más confiables, además de ser elegidos por los inversores por estar desgravados impositivamente. La deuda de la ciudad de Chicago (ubicada a 450 kilómetros al oeste), y a modo de ejemplo, ha sido rebajada por parte de Moody’s a su peor calificación en 26 años, descendiendo tres escalones en una sola revisión, algo inaudito por el tamaño de la deuda y la buena calificación que poseía hasta entonces. La tercera ciudad de EEUU ahora está con una calificación de A3, apenas cuatro escalones por encima de ser bono sin grado de inversión.

Antes que Chicago, las ciudades con mayor cantidad de bonos emitidos son Nueva York y Los Ángeles. Después de Chicago le siguen Filadelfia, San Diego, Dallas, San Antonio, Phoenix y San José. Nueva York es la ciudad más grande de Estados Unidos y coqueteó con la bancarrota en 1975. Hoy los fantasmas se agitan nuevamente con una carga de deuda mayor a USD 64,8 mil millones, o USD 7.760 por habitante (el nivel más alto desde 1980).

Pero allí el tamaño amortigua el golpe en términos relativos. En cambio, donde vemos un problema a mediano plazo es en California: las últimas cifras del presupuesto de 2011 en Los Ángeles muestran un déficit de 10% del presupuesto total. Por otro lado Moody’s rebajó la calificación de A1 a A3 de la deuda de San Diego en 2005 por los problemas de liquidez y los costos crecientes de pensiones, pero la ciudad quedó golpeada de nuevo hasta A2 en 2008 cuando empezó a poner su casa financiera en orden. ¿Tendrá otro downgrade?

La ciudad de Filadelfia tiene la calificación más baja de Moody’s  entre las 10 ciudades más grandes de Estados Unidos. También es vulnerable.

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Analizando estrictamente el mercado de bonos emitidos, el estado de California lidera el ranking con USD 37.236 millones, seguido por la ciudad de Nueva York. El estado de Illinois, Texas y Nueva York le siguen, que son los grandes emisores de este tipo de instrumentos:

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Y vayamos poniendo la firma a que este hecho dificultará el acceso al crédito para las distintas municipalidades del estado de Michigan y de otras ciudades en todo el país al momento de querer refinanciar sus deudas.

Las primeras cifras sobre la “caja” de la ciudad comenzaron a hacerse públicas: la ciudad tiene no más de 2.000 millones de dólares en activos realizables a corto plazo  o líquidos para pagar el total de 12.000 millones de la deuda que no está asegurada (incluido a los fondos de pensión).

Lo que sigue es obtener la admisibilidad de la ciudad para ser protegida por el Capítulo 9 de la Ley de Bancarrota y luego pasar rápidamente a un fuerte plan de ajuste. Nada bueno para anunciar a sus ciudadanos. Si la ciudad saca adelante su bancarrota podría poner en peligro una importante herramienta negociadora de los sindicatos, que con frecuencia han postergado la obtención de elevados salarios en favor de pensiones y seguros médicos más generosos. En breve no sólo no tendrán altos salarios sino que sus pensiones se verán reducidas: el escenario menos deseado y esperado por los sindicatos municipales.

En síntesis: la mayor quiebra municipal en la historia de EEUU no sólo surtió un efecto devastador en los rendimientos requeridos por parte del resto de las emisiones de bonos de su clase, sino que su impacto no se detendrá aquí. Muchos otros distritos en apuros financieros se verán tentados a barajar y dar de nuevo considerando anunciar la bancarrota para aliviar sus ahogantes pasivos e intentar poner un punto final a la caída en el valor de las pensiones de sus empleados actuales y futuros. Y como si fuera poco, cuando suba la tasa de interés, la refinanciación de pasivos va a poner una presión adicional insostenible.

 

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