Ellos o nosotros

Darío Epstein

En muchos países, y en forma creciente, vemos la apertura de brechas entre sus habitantes por diferencias políticas o económicas. Pobre o ricos, republicanos o demócratas, k o anti-k, y así. También vemos diferencias entre países, Oriente y Occidente, democráticos contra el Eje del mal, etcétera. Todas diferencias contemporáneas.

¿Pero qué pasa cuando la brecha es entre generaciones? Esa brecha es la que abre el déficit fiscal y el endeudamiento, y probablemente sea la más difícil de explicar. Es cuando los padres les trasladan el costo de las crisis a sus hijos y sus nietos.

Es la conducta opuesta a lo que todos haríamos en el seno familiar. Todos, sin excepción, estamos dispuestos a sacrificarnos para que nuestros hijos tengan un mejor pasar, salud, educación, oportunidades. ¿Cómo es entonces que lo que haríamos como unidad familiar es tan diferente de lo que hacemos como sociedad, donde esta no es, ni más ni menos, que la suma colectiva de todas estas pequeñas familias?

Por alguna alquimia desconocida, la sociedad actúa con el valor inverso: posterga esfuerzo y lo traslada a hijos y nietos, en una decisión de consumo contra ahorro intertemporal.

Ahora bien, lo anterior es una mera simplificación de la realidad, que merece un análisis profundo posterior. Comencemos con el estudio de la relación entre el ahorro y la deuda.

Hemos explicado en notas anteriores que el ahorro y la inversión son simplemente postergaciones de consumo. Es por eso que uno elige privarse hoy de realizar compras y satisfacer diversas necesidades no básicas (discrecionales) para consumir en el futuro, y lo difiere a través de diversas formas: guarda efectivo, deposita en un banco, compra acciones o bonos, o incluso activos reales.

Pero también existe lo inverso, es decir, anticipar consumo. Esto es, gastar más de lo que se gana. El mecanismo que lo permite es la deuda. Hace muchos años que el mundo está gastando a cuenta, reduciendo el consumo de las próximas generaciones.

Veamos lo que ha venido pasando en el mundo, en especial en los países desarrollados. Desde el año 2007 y tomando como fuente Bloomberg muchos países han alcanzado un valor de deuda pública en relación con el PBI sustancialmente superior al que poseían antes de la crisis financiera de 2009. En lugar de reducir su deuda y aprender de la grave recesión mundial de 2009, los Gobiernos de las principales economías están hoy más endeudados en relación con su PBI, lo que pone en riesgo nuevamente la estabilidad financiera global.

Entre las grandes economías y con datos cerrados a diciembre 2014, los Gobiernos de países más endeudados en términos relativos son: Japón, Grecia, Italia, Portugal, Irlanda, Bélgica, Singapur y Estados Unidos, todos arriba del cien por ciento.

Japón arrastra un altísimo coeficiente de endeudamiento producto de los estímulos otorgados en décadas pasadas de deflación para reactivar su economía, que hoy está reforzando. Pero otras economía, como la de Hong Kong, poseen ratios muy bajos o, en el peor de los casos, se estabilizaron en los últimos cinco años en valores elevados pero que no crecen, tal es el caso de Singapur.

Entre los países en donde más se ha disparado la deuda están Irlanda, Portugal y Grecia, miembros del recordado club de los PIIGS. España los sigue, casi alcanzando el cien por ciento.

deuda pbi

¿Cómo revertir la pesada carga de la deuda? O bien creciendo y reduciendo su participación en relación con el PBI a valores más razonables, o bien ahorrando, para lo cual es necesario tener superávit fiscal.

La inversión es cualquier sacrificio de recursos hoy con la esperanza de recibir algún beneficio en el futuro. Países que ven más allá del corto plazo ahorran para poder generar un stock de capital que les provea recursos en épocas de crisis. Pero la mayoría no lo hace y pagan sistemáticamente las consecuencias de hacer en forma colectiva lo que no harían a nivel familiar.

En síntesis, ¿usted votaría a un presidente que le dice: “Los próximos cuatro años voy a sacarles a sus hijos y nietos para que usted viva mejor”? Si la respuesta es “no”, es hora de mirar la sociedad desde otra perspectiva y afrontar hoy los excesos y la calidad del gasto público, para que no sufran las próximas generaciones.

Nota: este artículo sólo muestra un análisis parcial y básico del problema del déficit y la deuda. Claramente es mucho más complejo. Pero es la base sobre la que se empieza a construir. Es lo que nos da derecho a exigir a nuestros representantes honestidad y capacidad en el desempeño de sus funciones y es lo que nos obliga a cumplir con nuestros compromisos.

 

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