Diariamente oímos declaraciones y observamos actitudes de políticos y funcionarios de la anterior administración criticando acertadas y justas medidas del Gobierno nacional, y en algunos casos tratando de entorpecer su gestión. Lo mejor que podrían hacer es llamarse a silencio y ocultarse, no sólo por el bien de la salud pública, sino particularmente para tratar de preservarse y que la opinión pública con el tiempo vaya olvidando las fechorías que cometieron.
Su desvergonzado, nauseabundo y pestilente enriquecimiento ilícito, logrado a costa del despojo y la desatención de quienes ellos decían y dicen defender y representar, “los más humildes”, los hizo inmensamente ricos.
La adormecida y demasiada lenta Justicia por el solo hecho de justificar su razón de ser debe abocarse con celeridad a enmendar su a veces dudosa y cómplice lentitud, de manera tal de volver a la jerarquía que en otros tiempos y con otros jueces supo tener.
Diferentes individuos, funcionarios y grupos económicos que se enriquecieron o crecieron con inadmisible prontitud deben rendir cuenta de ese crecimiento, al igual que aquellos funcionarios que debían controlarlos. Continuar leyendo