El 28 de diciembre es tradicionalmente reconocido como el Día de los Santos Inocentes, en obvia conmemoración de lo que según nos relata el Evangelio fue la salvaje matanza de niños recién nacidos en procura de matar al hijo de Dios a pocos días de ocurrido el alumbramiento de Jesucristo.
La cultura popular alteró este acontecimiento netamente religioso, transformándolo en una ocasión propicia para jugarle alguna broma a familiares o amigos, quienes al morder ingenuamente el anzuelo tendido por el bromista reciben como irrefutable testimonio de su candidez un lapidario “que la inocencia te valga”.
En este tórrido diciembre de 2013, seguramente cuestiones relacionadas con la falta de energía eléctrica, el cepo al dólar, la inflación, las increíbles excusas de nuestros ministros y hasta la inexplicable ausencia de nuestra presidente en la emergencia habrán sido material propicio para más de un bromista.