El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) cierra el extenso año electoral con una renovación y una consolidación política en un momento bisagra de la vida política nacional, cuando todos los indicadores de la economía marcan que se vienen tiempos de ajuste y mayor conflictividad de clases.
Los sorpresivos resultados de las elecciones del 25 de octubre dictaminaron una polarización sui generis de las fuerzas tradicionales: Daniel Scioli (Frente para la Victoria) y Mauricio Macri (Cambiemos) rondaron el 35% de los votos, mientras que Sergio Massa (Frente Renovador) superó apenas el 20 por ciento. En las últimas semanas, estos candidatos intensificaron distintas variantes de llamados al voto útil basado en el peculiar sistema electoral argentino que impulsaba al Frente para la Victoria (FPV) o a Cambiemos a garantizar o evitar el ballotage. Esto se combinó con una fuerte disputa polarizada en la neurálgica provincia de Buenos Aires entre María Eugenia Vidal y Aníbal Fernández.
En ese marco, los resultados del FIT, tanto en la fórmula presidencial que conformaron Nicolás del Caño y Myriam Bregman (ambos del Parido de los Trabajadores Socialistas) como en el tramo de diputados nacionales y legisladores provinciales en aquellos distritos donde se elegían, representaron una muy buena elección y ratificaron la consolidación nacional de la coalición trotskista. Continuar leyendo