Conectar talentos, estudios y salida laboral

En casi todas las industrias modernas, la tecnología está cambiando el modo en que los usuarios acceden a la información. Pero todavía vemos poco de estos cambios en la educación, especialmente en América Latina. Los padres no suelen tener acceso a información sobre la calidad de las escuelas, lo que los lleva a tomar decisiones basadas en otros factores, como la ubicación o las referencias de sus amigos. Esto ocurre incluso con las escuelas privadas, que “no comparten indicadores educativos reales con los padres”, dice Massimo Mazzone, fundador de Cadmus Academies, una nueva red de escuelas privadas de bajo costo en América Central. “Su posicionamiento está más ligado a elementos como el confort y la seguridad de las instalaciones en lugar de las estadísticas de acceso a la universidad o inserción laboral”.

El fenómeno se repite en la educación superior. Los rankings se enfocan en el tamaño de los campus, la cantidad de publicaciones del cuerpo docente y la evolución del financiamiento, en lugar de la escala salarial y las oportunidades de carrera de los alumnos. Sin importar si se elige una licenciatura tradicional de 4 años o algún curso técnico vocacional, prácticamente no hay buena información sobre el destino de los graduados. Continuar leyendo

La educación humanista en un mundo automatizado

“Nos estamos ahogando en información, mientras escasea la sabiduría”, escribe el renombrado científico E. O. Wilson, incluido en el prólogo de En defensa de la educación liberal, el último libro de Fareed Zakaria. Y agrega: “El mundo que viene será liderado por sintetizadores, aquellos que sean capaces de reunir la información correcta en el momento adecuado, analizarla críticamente, y tomar las mejores decisiones”.

Esta afirmación parece una sorprendente defensa de la humanidad, viniendo de un científico, especialmente en una era que vive obsesionada por la ciencia, la tecnología, la educación y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Aun así, el testimonio de Wilson resume perfectamente el argumento de la obra de Zakaria: El supuesto conflicto entre las ciencias y las humanidades ha sido llevado a un extremo desproporcionado.

Zakaria no niega el peso de la ingeniería o de otras ciencias duras entre los campos más cotizados y demandados del futuro. Pero, sostiene, hoy resulta más crítico que nunca combinar la formación en las llamadas STEM con una base sólida en humanidades. En sus palabras, “en la medida en que trabajamos con computadoras (que es realmente el futuro de todo trabajo) las competencias más valiosas serán aquellas propiamente humanas, que las computadoras no logran sustituir -aun”. Continuar leyendo

Potenciando la inversión social de impacto

Para muchos, América Latina está asociada a una larga lista de atributos negativos: narcotrafico, corrupción, violencia pandillera y crimen organizado. Sin embargo, nuestro nuevo reporte Harnessing Social Impact Investing in Latin America ayuda a contrarrestar algunos de esos mitos. En efecto, en el campo de la inversión social de impacto, la región se ubica a la vanguardia de las nuevas tendencias globales.

El informe, publicado por el Atlantic Council, demuestra que la inversión de impacto – el uso de fondos y herramientas de inversión para financiar programas y emprendedores que generan ganancias a la vez que brindan servicios públicos esenciales –está alcanzando un punto de inflexión en la región. Bajo el subtítulo “Capital Privado para el Bien Público”, analizamos cómo emprendedores e inversores contribuyen con el progreso social en los ámbitos de la educación, la salud pública y otros sectores de impacto.

En el 2013 el 19% de las inversiones de impacto a nivel global estaban dirigidas hacia firmas y organizaciones situadas en América Latina. Ello aun a pesar de que sólo el 4% de los inversores globales de impacto se encuentran basados físicamente en la región. Un motivo fundamental de la popularidad de América Latina entre estos inversores es la demografía. La clase media se ha expandido de un modo dramático en la última década, acompanada de un crecimiento económico sostenido y programas gubernamentales que sacaron a miles de familias de la pobreza.

La creciente clase media demanda a los gobiernos una mejora en los servicios sociales, desde la educación hasta la vivienda y la salud. Hoy, el 20% de la población tiene entre 15 y 24 años de edad, y cada vez más de ellos –conocidos como “NiNis” (ni estudian ni trabajan)— tienen pocas oportunidades en el mercado laboral. Aquí, la inversión de impacto puede ofrecer nuevas alternativas a través de la educación técnica y la formación para el trabajo. Como el columnista del New York Times David Brooks escribió recientemente, “no sustituirá al gobierno o será la panacea, pero es una herramienta más para atender a problemas sociales”. En otras palabras, donde los gobiernos llegan a un límite, el sector privado puede ayudar.

La tecnología también es un factor clave. Los jóvenes de hoy son “nativos digitales” en una región donde la penetración de Internet crece rápidamente y se espera que en 2015 sobrepase el 54%. Los millenials latinoamericanos exhiben un espíritu emprendedor y una marcada preocupación por la justicia social, dos ingredientes claves para inversiones de impacto exitosas.

Entonces, ¿de qué se tratan puntualmente estos programas? Nuestro informe examina diversos casos liderados por el sector privado, agencias gubernamentales y organismos multilaterales –llamados los rayos de la rueda de la inversión de impacto.

Algunos de los fondos privados más exitosos incluyen al brasileño Gera Venture Capital, el fondo mexicano IGNIA, o el fondo regional Elevar Equity. Elevar, por tomar un caso, distribuyó US$94 millones a más de 11 millones de hogares a través de servicios como microcréditos, salud rural y préstamos hipotecarios, con ROI’s superiores al 20%. Los fondos multilaterales, asimismo, como el Fondo Multilateral de Inversión (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), juegan un rol fundamental.

Junto con ellos, se encuentran los propios emprendedores, como el Grupo Compartamos, el mayor grupo de microfinanzas en la región, con más de 2.4 millones de clientes. Otro start-up mexicano, FINAE, ofrece préstamos de bajo costo a miles de estudiantes mexicanos. El informe argumenta que, aunque el emprendimiento social es motorizado por el sector privado, los gobiernos tienen un importante papel, ya que proveen reglas de juego claras e invierten en infraestructura estratégica, como internet de banda ancha. Los gobiernos también pueden absorber parte del riesgo al apoyar iniciativas prometedoras que se encuentren en estadios incipientes.

Este último rol viene siendo asumido por incubadoras de negocios con respaldo público en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, y México. Start-Up Chile es quizás el más aclamado, y a traves del caul el gobierno chileno ofrece directamente capital semilla de hasta US$40.000 a emprendedores calificados. El Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) en México e IncuBA en la Ciudad de Buenos Aires son otros dos ejemplos del rol promotor que están desempeñando los gobiernos.

Mientras la inversión de impacto aún enfrenta numerosos desafíos en la región –la falta de métricas consistentes, la escasez de capital inicial—estos casos de éxito demuestran que los proyectos bien manejados pueden tener impactos sociales significativos. El desafío que tenemos por delante es encontrar el modo de desplegar este potencial –identificar a los emprendedores en los estadios más precarios de desarrollo y conectarlos con las redes de negocios y los capitales adecuados.

La segunda era de las tecnologias y el desarrollo económico

Al terminar de leer The Second Machine Age, de Erik Brynjolfsson y Andrew McAffee del MIT, queda la impresión de que la innovación se está apoderando del mundo, sin importar si la humanidad está preparada o no para tal profundo cambio. Como Kevin Kelly, de la revista Wired lo explica “la tecnología está transformando la economía mundial, y este libro es la mejor explicación de esta revolución que se haya escrito”. Este fenómeno no es exclusivo del mundo desarrollado. Brynjolfsson y McAffee lo confirman “hoy, las personas conectadas con smartphones y tablets en cualquier parte del mundo tienen acceso a la mayoría de los recursos comunicativos e informativos que nuestras oficinas en el MIT nos brindan. En pocas palabras, ellos pueden contribuir en la misma medida al mundo de la innovación y creación de conocimiento”.

Su argumento principal es que la actual (segunda) era de las nuevas tecnologías es de naturaleza digital, mientras que la primera fue de naturaleza mecánica. Usando las palabras de los autores “la primera era de las tecnologías expandió nuestros músculos; la segunda, nuestras mentes”. Estos cambios pueden ser profundamente disruptivos para nuestras economías y sociedades. El internet es una tecnología de impacto y alcance generalizado (GPT, por sus siglas en inglés), como lo fueron el motor de vapor o la electricidad “cuyos efectos tienen un impacto que afecta a todos los sectores de la economía.” Pero las tecnologías digitales difieren de las mecánicas en su capacidad de expandirse y evolucionar con una velocidad vertiginosa. A diferencia del motor de vapor, la tecnología digital “continúa perfeccionándose a una tasa exponencial… creando aún más oportunidades para la innovación”.

Los argumentos del libro son bien interesantes, pero es aún más fascinante cómo los autores los detallan, relatando los casos de compañías jóvenes e innovadoras que personifican “la digitalización de todo”. La sensación de asombro que el libro produce se parece a la ciencia ficción de Isaac Asimov. Sólo que, esta vez, los cambios futurísticos realmente están sucediendo y seguramente sorprenderían hasta al mismo Asimov. Y las implicaciones se extienden más allá del mundo ultramoderno de Silicon Valley. Las tendencias descritas aquí tienen impacto en todos los niveles no sólo a nivel global sino también regional. Tal es el caso de América Latina. Después de una década de estabilidad económica y crecimiento basado en el sector primario de la economía, la región necesita encontrar formas innovadoras de aumentar la productividad y moverse hacia arriba en la cadena global de valor. En América Latina, la joven generación de innovadores regionales está demandando mayores insumos tecnológicos. A su vez, existe una mayor necesidad de incorporar tecnologías en grandes sectores como la educación, la salud, y los servicios gubernamentales en general.

Esta segunda revolución está también impactando el mercado laboral. Para los trabajadores con el entrenamiento y las habilidades correctas, estas son buenas noticias. Pero para los trabajadores reemplazables por las nuevas tecnologías, es una preocupación, y representa un gran desafío. Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, lo explica de esta forma: “En la medida en que una innovación masiva cambia radicalmente la estructura del mundo, tenemos que desarrollar nuevos modelos de negocio, nuevas tecnologías y nuevas políticas públicas que amplifiquen nuestras capacidades humanas. Sólo así garantizaremos la viabilidad económica en una época de automatización.”

La pregunta clave es ¿cómo? ¿Cómo nos podemos asegurar que todos participen de los beneficios de esta segunda era de las máquinas? Al abordar este interrogante, el optimismo de Brynjolfsson y McAfee se reduce. Mientras que “los innovadores, emprendedores, científicos y otros geeks podrán aprovechar el contexto para crear tecnologías que nos sorprendan, nos deleiten y nos sirvan”, muchos otros quedarán fuera del mercado. Por lo tanto, para adaptar a todos los trabajadores al nuevo entorno se necesita una verdadera revolución de capital humano.

A su vez, el libro describe cuatro riesgos adicionales. El primero es que, al integrar más y más sistemas, procesos productivos, redes de logística y de pagos, cualquier falla menor puede expandirse rápidamente, creando un efecto negativo generalizado. Segundo, tal y cómo se ha visto, los sistemas complejos representan oportunidades para los hackers y otro tipo de criminales. Tercero, las tecnologías pueden incrementar la habilidad de regímenes autoritarios para monitorear, controlar y reprimir a su población. Finalmente, un mundo digital e interconectado, presente un desafío en términos de respecto a la privacidad individual.

Brynjolfsson y McAfee concluyen con una provocación de corte filosófico. En un mundo donde las nuevas tecnologías realizan una proporción cada vez mayor del trabajo de las personas, ¿dónde enfocará la humanidad su creatividad, potencial y tiempo? ¿Pasaremos nuestro tiempo explorando ideas, nutriendo nuestra creatividad y disfrutando nuestros seres queridos? Es así que The Second Machine Age nos invita a reflexionar sobre el propósito mismo de la vida, y el lugar que ocupa el trabajo en ella.

¿Está el aprendizaje online transformando la educación?

“Las escuelas tradicionales seguirán existiendo y la abrumadora mayoría de los niños seguirán asistiendo a ellas, pero pasarán a ser centros de enseñanza personalizada a través de contenidos interactivos en lugar de clases con pizarra, manuales y calificaciones. En el secundario y primario, cada niño tendrá una computadora para trabajar a su propio ritmo en programas personalizados, que serán provistos a través de la tecnología, adaptados a sus necesidades y fortalezas”.

¿Es este escenario de ciencia ficción? ¿Puede volverse realidad alguna vez? ¿Y si lo hiciera, mejoraría la calidad? ¿Cuál sería el rol de los maestros?

Ron Packard se refiere a estas preguntas en su último libro Education Transformation. En particular, resalta cómo la tecnología puede proveer alternativas educativas valiosas, especialmente para estudiantes de bajos ingresos en comunidades con escuelas vulnerables.

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Reformando la educación latinoamericana a través de la innovación

En América Latina, la educación enfrenta múltiples desafíos. Un gran número de estudiantes no termina la escuela, en promedio apenas el 40 % de los alumnos de la región logran graduarse del secundario. Aún peor, los que sí logran terminar no reciben una educación de calidad. Comparaciones internacionales, como las reconocidas evaluaciones PISA de la OCDE, son sólo algunos datos entre muchos que muestran a Latinoamérica en las últimas posiciones.

Ante esta realidad, es evidente que no podemos mantener la situación actual y esperar mejores resultados. Es necesario traer innovación al sistema educativo. Esto significa promover la participación de nuevos actores, como padres, grupos de alumnos, emprendedores privados y de organizaciones no gubernamentales o sin fines de lucro.

¿Cómo lidiar con un desafío tan enorme? Esta cuestión fue el tema central de la reunión realizada hace algunas semanas por el Brookings Center for Universal Education. Entre los participantes se encontraban influyentes líderes de opinión, pensadores e innovadores del sector privado, quienes actualmente están trabajando en promover la calidad de la educación en América Latina.

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