Los dos presidenciables con mayores chances, Mauricio Macri y Daniel Scioli, empiezan a desandar una campaña compleja, donde el condicionante temporal (la reflexión, como valor político, hace tiempo que fue sustituida por los reflejos y el olfato) es solo una de las piezas a encajar en este tetris. También están el factor discursivo (qué se dice) y los dispositivos (cómo se dice) por donde se encauza el mensaje escogido. Sobre este último haremos hincapié en este breve artículo.
Sobre el ocaso de los años noventa, estaba claro que los candidatos debían conjugar la clásica recorrida territorial -actos, timbrazo, caminatas, afiches callejeros, carteles, etcétera- con la presencia en los medios de comunicación tradicionales -televisión, radio y gráfica. Era prácticamente un imperativo proselitista: de la calle al estudio y viceversa.
En el siglo XXI se añadió otra arena comunicacional: el mundo en línea. Un espacio que, si bien aún no se sabe con exactitud su efecto concreto, se está volviendo crucial al momento de conectar con la ciudadanía. Ejemplo tangible -y pionero- fue el de Barack Obama en el 2008, con su campaña triple o: Obama online operation, que incluía la movilización de ciberactivistas, el debut político de Twitter y la difusión de la página oficial del demócrata. Continuar leyendo