ISIS: la hora del lobo solitario

Vivimos la semana del primer aniversario de la proclamación del Califato guiado por Abu Bakr al-Baghdadi, líder autoproclamado del Estado islámico. El grupo terrorista, que desplaza a Al-Qaeda de la meca del terror, logró que este primer aniversario fuera sangriento a nivel global. Tuvo su viernes negro en pleno Ramadán, con cuatro atentados en tres diferentes continentes, que tuvieron gravísimas consecuencias en vidas humanas y también en la percepción de la inseguridad que vive el mundo entero, objetivo básico de esta organización. En días posteriores también se difundieron escenas de asesinatos de jóvenes gays arrojados de edificios en la ciudad de Fallujah en Irak y posteriormente en Nigeria, Boko Haram (quien ha jurado fidelidad al ISIS) atacó en forma simultánea tres poblaciones, asesinando y destruyendo todo a su paso.

Este breve y sangriento resumen de una semana trágica que quedará en el recuerdo cumple con el llamado realizado en septiembre de “asesinar al infiel con todo lo que se tenga al alcance de la mano, piedra, cuchillo, aplastándolo con un auto o arrojándolo de un edificio”. Estos hechos detestables, que erizan la piel y la sensibilidad de cualquiera, son en general de bajísimo costo operativo y de una extraordinaria explosión mediática. Los televidentes quedan subyugados ante estas imágenes que representan lo peor del ser humano, representan la destrucción personalizada, cercana, de contacto íntimo y muchas veces con armas casi artesanales o con las propias manos. Seguramente quedará para la psiquiatría indagar a fondo los motivos que impiden una mínima empatía de esos terroristas con el humano a ser eliminado y también quedará para la psiquiatría investigar qué representa para el resto del mundo la fascinación por ese espejo en el que la mayoría terminamos curioseando y finalmente nos reflejamos. Continuar leyendo

Crisis no, guerra

La Yihad global, con su alto contenido de terror y las previsibles consecuencias de su profunda xenofobia y autoritarismo, en nada se parece a una crisis, palabra cuya definición alude a un cambio súbito y violento pero acotado a un lapso de tiempo breve y determinado. Cuando hablamos de yihadismo, lo cierto es que se trata de un ataque global y poco importa si se llama Al Qaeda, Estado Islámico (EI) o Boko Haram, organizaciones que acarrean la muerte no solamente a Siria, Irak, Libia, Nigeria, Pakistán o Afganistán, sino a todo el mundo. Charlie Hebdo, el semanario víctima de un atentado en París que se cobró 17 víctimas y provocó la mayor marcha pública desde la Segunda Guerra Mundial, es prueba de ello, porque no hizo otra cosa que traer a cada una de nuestras casas la irrefutable prueba de que el terrorismo internacional no es una simple crisis, sino una verdadera guerra, y que, tal como manifestó el Ministro de Defensa francés Jean Ives Le Arian, “una guerra que será larga” y para la cual debemos prepararnos. Continuar leyendo

Terrorismo extremo

Confirmando por qué fueron tapa hace unas semanas de la revista Newsweek, con el bien ganado título de “La cara más cruel del terror”, este lunes pasado murieron más de cien civiles y un número no determinado de soldados en los graves emfrentamientos con los insurgentes takfiríes en el noreste del estado de Borno, en Nigeria. Los terroristas llevan una semana con el control total de la ciudad de Gwoza y el ejército no ha logrado desalojarlos ni siquiera con apoyo aéreo.

Cientos de ataques y miles de muertes, desprovistas de un mínimo sentido lógico, coloca a estos asesinos en los límites superiores de la locura y del fanatismo, y ubica a Nigeria como un Estado en riesgo constante, con infinitos claroscuros, en una sociedad que se debate entre el miedo y la esperanza de un futuro promisorio.

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